Entre los estados del norte y sur de México, existe un abismo de diferencia que no puede seguir tratándose con las mismas políticas, porque evidente la diferencia social y económica que cada día al estado como Chiapas le resulta más doloroso por la condición en la que se encuentran sobreviviendo.
Chiapas es el estado con el mayor rezago educativo, en donde la falta de infraestructura es uno de los mayores problemas y estos meses de pandemia el abandono es más evidente, ya que fueron muy pocos los recursos destinados a este rubro y lo que estaba mal ahora se encuentra peor. Además, los factores como la pobreza, marginación y dispersión poblacional; impiden que niños y jóvenes tengan más preparación.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) informó que Chiapas continúa con más del 70% de su población que vive en pobreza, lo cual no le permite avanzar en temas como la educación. En 2020, en Chiapas el grado promedio de escolaridad de la población de 15 años y más de edad es de 7.8, lo que equivale a casi segundo año de secundaria.
Lo preocupante que resulta ser con estos datos es que, en la materia, ni el PRI ni el Verde ni MORENA han podido combatir esta la realidad, aunque con bombo y platillo se presuman otros resultados, es la falta de apoyo de las autoridades lo que no ha permitido disminuir el rezado, y que tampoco se ha dicho que será a través de las políticas públicas que vayan sacándonos de estos penosos lugares
Además, las mismas autoridades señalan que los niveles de pobreza son las principales causas de que los índices en la entidad sean los más altos en México. Escuelas de madera y lamina de cartón en zonas alejadas, pocas aulas y reducidas, material tecnológico en algunos son inexistentes, no hay suficientes maestros y los mismos estudiantes no alcanzan a comprar todo lo necesario, aun encontramos familias en las que los pequeños solo alcanzan a tener una libreta en donde se deben tomar apuntes de todas las materias.
Y aquí las autoridades de los Gobiernos federal y estatal no han podido hacer políticas públicas que combatan no solo el rezago educativo sino también factores ligados al tema como la pobreza, trabajo infantil y desnutrición en niños y adolescentes, que con la pandemia del COVID-19, también se agravaron. Las familias están luchando por sobrevivir.
Aquí vale mencionar el enfuerzo que han hecho las escuelas en donde trabajan docentes de Antorcha magisterial, quienes, al conocer todas las necesidades, con mucho esfuerzo imparten sus clases y buscan nuevas medidas para educar a los niños para que terminen la primaria y secundaria, para comenzar con una carrera más profesional. Y conscientes de que estos no viven en la misma condición como en otros estados con mayor desarrollo económico, se las ingenian para educar a los niños, niñas y jóvenes.
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