En México, niños, adolescentes y jóvenes representan la mitad de la población (62 millones, 977 mil 070); es decir, el 48.44 por ciento de la población; si calculamos 130 millones de habitantes, todos ellos requieren tener satisfechas sus necesidades básicas, que desde antes de la pandemia no tenían resueltas, como son: alimentación, salud, vivienda y educación, principalmente. A raíz de la pandemia se agravó su situación alarmantemente, el enclaustramiento ha generado en ellos mayores problemas emocionales y mentales, sufren mayor pobreza, incremento de la violencia familiar, acoso virtual; todo esto ha ocasionado un aumento de los suicidios en un 20 por ciento; es decir, la quinta parte de el seguramente porque no encuentran la salida a sus problemas, no hay quien los escuche, no visualizan un futuro prometedor para cumplir las metas que se plantean a mediano y corto plazo, porque esta sociedad no les ofrece oportunidades ni alternativas para superarse académica y personalmente.
Las escuelas del país, permiten al estudiante adquirir o fortalecer hábitos de disciplina, indispensables para la formación de una persona: levantarse en un horario fijo todos los días, ser puntuales, ordenados y disciplinados, además aprenden a relacionarse con sus semejantes respetando reglas sociales, estudian de tres a siete horas todos los días, tienen generalmente en sus profesores, adultos que son buenos ejemplos a seguir. Y si la escuela es de nuevo tipo, como las dirigidas por el Movimiento Antorchista, entre muchas otras, también brindan al estudiantado la oportunidad de practicar cultura y deporte, actividades fundamentales para la salud física y mental de las personas. Sumado a esto se encuentran los torneos deportivos, presentaciones culturales y concursos académicos.
Los niños, adolescentes y jóvenes deben saber que ellos no son los únicos ni los que más sufren la crisis económica, sanitaria y política de nuestro país, porque al pasar todo esto seguirán teniendo energía para cambiar lo que deba ser cambiado; sin embargo, sus padres y abue abandonados por este sistema, deberán recibir de sus hijos y nietos, el aliento y la seguridad de que cambiarán el rumbo del país. A niños, adolescentes y jóvenes les corresponde motivar a las personas mayores y hacerles la promesa de que harán caso al llamado que la historia les hace, de convertirse en líderes para el bien de la población, educándolos y organizándo formando juntos una gran masa consciente, dispuesta y decidida a vivir mejor, convencida de que venimos a este mundo a disfrutar de la riqueza que se genera mediante calles pavimentadas, hospitales equipados, escuelas con infraestructura adecuada, espacios deportivos y recreativos, entre muchos otros.
Recientemente, El Sol de México publicó que la recuperación académica tardará tres ciclos escolares. La prioridad de los maestros debe ser, conocer los rezagos de los alumnos para subsanarlos antes de avanzar a un ritmo normal, es decir, tendrán que desarrollar nuevas habilidades para que poco a poco los alumnos vayan adquiriendo los conocimientos y habilidades que requieren, de acuerdo al grado que cursen. Ojalá que los maestros estén aprovechando este tiempo, para prepararse más y poder ayudar a los estudiantes a salir del gran retraso educativo provocado por la falta de clases presenciales, que consideren las grandes necesidades emocionales que tendrán sus alumnos, porque, aunque comprenden el enclaustramiento, no deja de afectarles en su salud física y mental. Los alumnos tienen y tendrán gran necesidad de ser escuchados.
Los profesores enfrentarán grandes retos para preparar académica y personalmente a los estudiantes y con mucha paciencia y dedicación deberán motivarlos para seguir preparándose integralmente. Porque una vez que al alumno se le dificultan las clases y ante la frustración que sentirán de no poder aprender, van a preferir abandonar la escuela y entrar al mercado laboral, que, aunque les ofrece bajos salarios y malas condiciones, de cualquier manera, el poco dinero que ganen permitirá ayudar para satisfacer las necesidades básicas de sus familias.
Se ha dicho en repetidas ocasiones que la energía, el ímpetu, el deseo por transformar lo establecido; se da entre las nuevas generaciones, son ellos quienes tienen la fuerza y la energía suficiente para dirigir al pueblo hacia una verdadera transformación.
Hay una aparente preocupación de los poderosos por los jóvenes, el objetivo que los guía a preocuparse no es sincera y auténtica, es por el temor de que se radicalicen, porque saben que tienen vigor físico, inteligencia e iniciativa, y que, si quieren, pueden unirse y cambiar el sistema actual en que vivimos. Quieren hacer creer a los jóvenes que ellos son los más importantes y los únicos que tienen problemas, que resolverán sus conflictos independientemente de la participación de los demás grupos sociales y que no hay necesidad de cambiar las cosas de raíz. Les esconden la verdad: que sus hermanos de clase, los campesinos y obreros también sufren muchos problemas. Quieren evitar a toda costa, que se unan con las masas trabajadoras en un proyecto común para transformar a nuestro país.
En Antorcha hay muchos espacios para los jóvenes, pueden ser médicos, profesores, bailarines, cantantes, deportistas; prácticamente lo que les guste, con la condición de que todo lo aprendido lo utilicen en beneficio de los desposeídos, de los trabajadores que con su trabajo generan las grandes fortunas de dinero que disfrutan unos cuantos. Si los jóvenes se acercan al Movimiento Antorchista pueden continuar sus estudios y mejorar como personas, los llamo a sumarse a las filas del antorchismo, aquí encontrarán comprensión, orientación y buenos consejos para ser mejores y contribuir a la transformación de nuestra desangrada patria llevando educación y concientización a los campesinos y trabajadores para que tengan el deseo de transformar verdaderamente al país.
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