Malthus sostenía que el desbalance entre el crecimiento de la población y el aumento de la producción de alimentos daría lugar a conflictos y hambrunas; esta premisa se daba antes del gran desarrollo del capitalismo que generaría en realidad estas dos: conflictos y hambruna, mismas que están presentes de diferentes maneras en todos los países del mundo, en algunos más enconados que en otros; en México por ejemplo el gran capital, aunque no muy desarrollado ha marcado la brecha entre ricos y pobres, datos de un estudio encabezado por especialistas de Universidad Nacional Autónoma de México, explica que la desigualdad en 2019 se encontraba en su punto más alto en 30 años, el 10% más rico gana 9.6 veces más que el 10% más pobre, en otras palabras: pocos ganan mucho y muchos ganan poco, pero si después de 4 años, comparamos los salarios y el poder adquisitivo de este, los número se elevan más allá de lo estimado entonces.
El crecimiento poblacional no ha provocado hambruna, el desarrollo del capitalismo sí, dado la gran desmedida explotación que ha generado entre las capas más empobrecidas y necesitadas de cada nación, no solo de México; la desigualdad que existe entre el 10 por ciento que lo acaparan todo y más 80 por ciento que no tienen anda y que generan esta riqueza, ha provocado que la explotación sea cada vez más grande y sangrienta, así las ocho horas laborales “que por tanto lucharon lo obreros francés” han pasado a ser historia, requiriendo ahora trabajar más de ocho horas para poder tener un salario digno y que alcance para comprar la tan anhelada canasta básica.
Por lo tanto, la hambruna no viene de este crecimiento, o la falta de alimentos en un país, sino a la falta de humanidad de los capitalistas, de sebe a la avaricia de tener más y más ganancia en tan poco tiempo, explotando al obrero y vendiendo productos que muchas veces este no puede comprar; ejemplo de ello es la tabla de precios con relación a productos de la canasta básica que se tiene en México, precios que eran impensables y que ahora es más económico comprar un kilo de carne de puerco que un kilo de huevos u algún otro producto indispensable.
Y aunque pareciera que la economía va en buen camino, porque el dólar disminuyó y el peso mexicano tiene mayor valor, las cifras no mientes, en 218 cuando el dólar valía 19.65 el kilo de huevo costaba 24 pesos, ahora 54 pesos, el aceite y otros productos de la canasta básica ha aumentado en un 50 por ciento su valor, cuando el salario mínimo apenas ha alcanzado un raquítico aumento, esto sin tomar en cuenta que el mexicano cada día trabaja más horas “extras” y que el salario es mayor, el poder adquisitivo de este es cada vez menor.
Trabajar “horas extras” ahora es una necesidad, ya no es un castigo, cuando los obreros del pasado lucharon y derramaron sangre para disminuir esta jornada, hoy se lucha por trabajar más, esta necesidad la ha provocado la misma explotación, la creación de necesidades que antes no existían y que ahora son tan necesarias como el agua; en pleno capitalismo no tendría que ser un problema la comida, pues se produce a millones los alimentos, así como otros artículos para ser humano, aunque pareciera que no es problema, este radica en la adquisición de estos productos, la limitante que ha puesto y que hace más grande la brecha entre ricos y pobres, la medida de entre los que lo tienen todo y los que solo tienen su fuerza de trabajo; hoy es necesario terminar con esta brecha, trabajar no por más horas, sino que las horas que se laboran sean bien remuneradas y que los obreros mexicanos, entiendan que solamente de manera organizada podrán reivindicar la lucha de los pobres de México.
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