Kanasín tiene fuerza. Su nombre maya Kan A Zin significa ‘Tú tesas fuertemente’ y nombra a un pueblo de gran resistencia. Sus habitantes son personas trabajadoras que se han convertido en los principales proveedores de mano de obra de las empresas ubicadas en la Zona Metropolitana de Mérida.
Pero, si usted busca noticias sobre Kanasín verá, en la mayoría de las titulares, que son de nota roja. Así es, Kanasín es altamente conocido por sus peores caras: crimen, marginación y rezago. No es casual; según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), durante 2020, nuestro municipio concentró, junto con Mérida, Valladolid, Tizimín y Umán, el 40.8 por ciento de la pobreza en el Estado. Falta de servicios de alcantarillado, red de suministro de agua, baños y energía eléctrica, ni hablar de las calles en mal estado que se hacen intransitables en algunos tramos. A pesar de esta situación, se ha convertido en el segundo municipio más poblado de la entidad.
Después del cambio del año pasado, la nueva administración municipal tiene varios retos que afrontar. ¿Dónde comenzar? El bienestar de los ciudadanos exige acciones simultáneas en distintos aspectos, pero el de mayor importancia, por sus efectos y alcances a largo plazo, es la educación. Desde 1960 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), buscó impulsar la educación científica porque consideró que es fundamental para lograr el desarrollo, por eso recomienda destinar recursos económicos y humanos para promoverla entre la población.
¿Por qué la educación es tan importante? Por cuatro razones de distinto, la primera porque instruye y capacita a los estudiantes para integrarse al mundo laboral, es decir, hay una razón de carácter económico. La segunda, les da la información necesaria para ejercer plenamente sus derechos para que participen en la democracia y la toma de decisiones; esto implica un motivo político-social.
La tercera razón, es que la educación abre a los estudiantes la posibilidad de comprender los nuevos descubrimientos científicos, de acceder a los avances tecnológicos y de cambiar su visión del universo. Aquí hay un factor de tipo cultural. Y una cuarta razón es que les permite entender los sucesos y actuar en ellos en la medida de su responsabilidad, es decir, está de por medio una razón de carácter funcional.
A pesar de su importancia, la educación científica no está en las prioridades del Gobierno mexicano que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador con su denominada Cuarta Transformación. El Gobierno no cumple con las recomendaciones de los organismos internacionales y sus efectos son visibles. De los 36 países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México estuvo en los últimos tres lugares de las habilidades evaluadas, comprensión de lectura, matemáticas y ciencias, con la prueba PISA 2018.
Esta situación empeoró con los efectos de la pandemia por la Covid-19, por un lado, el cambio de modalidad a las clases a distancia obligó a los maestros a trasladar sus métodos y conocimientos al formato virtual. Este esfuerzo, inédito y poco planificado, fue sostenido por los docentes quienes hicieron todo lo posible con los pocos recursos a su alcance.
El mayor obstáculo fue la desigualdad: falta de equipos, internet, impresora o incluso un espacio asignado para que los alumnos estudiaran, representaron barreras cotidianas que nos han sumido en un gran rezago educativo. Al detener las actividades presenciales, la infraestructura de las escuelas se deterioró por falta de mantenimiento, en los peores casos sufrieron daños irreparables o robos. No es un secreto que son los profesores, alumnos y padres de familia los que mantienen a flote el proceso educativo, a pesar del casi nulo apoyo gubernamental.
No obstante, existe un tercer efecto que aparentemente es silencioso, pero que va tomando mucha fuerza. Según la organización civil Educación con Rumbo (ECR), en América Latina, México es el segundo lugar en deserción escolar como consecuencia de la pandemia, con más de 5.2 millones de niños y jóvenes, mientras que en Yucatán más de 115 mil personas, entre 3 y 21 años, no asisten a las escuelas. El grueso de las deserciones en jóvenes es que buscan insertarse al mercado laboral, pero por su poca preparación terminan en el sector informal o en condiciones de bajos salarios. Según dataméxico.org, en Yucatán sólo el 19.8 por ciento de la población tiene la preparatoria terminada.
Esta situación no nos sorprende a los que vivimos en Kanasín. El acceso a la educación media superior es especialmente difícil para sus pobladores, ya que únicamente cuentan con un Colegio de Bachilleres en el corazón del municipio. Los costos y las dificultades para el transporte a las escuelas de la capital abren la puerta al abandono escolar. Pero, como dije al principio: Kanasín tiene fortaleza.
Para paliar de esta situación, desde hace cinco años un grupo de padres de familia y maestros han impulsado el proyecto de la escuela preparatoria de nueva creación “Felipe Carrillo Puerto”, ubicada en el Fraccionamiento Veredas de Oriente en Kanasín. Actualmente está en funcionamiento, con plantilla docente y matrícula. Y es gracias a la gestión y la participación de los kanasinenses, organizados en el Movimiento Antorchista, que ahora cuenta con instalaciones propias, pero el reconocimiento oficial como escuela pública, a pesar de las numerosas comisiones, sigue pendiente.
Ya he dado razones de peso para abanderar la necesidad y urgencia de este proyecto. La pregunta ahora es, ¿quién debe encabezar esta demanda nacida genuinamente de la necesidad de superación de un pueblo de gran fortaleza como Kanasín? En primer lugar, su Gobierno municipal. Este primer nivel de Gobierno es el que representa, defiende y responde por el bienestar de los kanasinenses. Ya hemos sentido la indiferencia del Gobierno federal y estatal para atender las necesidades de la educación mexicana antes y durante la pandemia, por eso podemos asegurar que son las acciones las que diferencian a un buen gobernante, no sus palabras ni sus promesas o su imagen.
La comunidad estudiantil, padres de familia y colonos organizados en el Movimiento Antorchista refrendamos nuestro apoyo a la oficialización de la preparatoria de Kanasín y por ello no detendremos nuestra lucha hasta la solución de nuestra justa y necesaria demanda.
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