Hace unos días, nuevamente el Movimiento Antorchista acudió al Palacio de Gobierno de Yucatán, para solicitarle al gobernador Mauricio Vila Dosal, que las peticiones del pueblo organizado encuentren solución a la carencia de servicios, obras de infraestructura y programas sociales, así como servicios básicos, demandas que hasta el momento repercuten negativamente y que mantiene a esos miles de peticionarios sumidos en la pobreza. No sería necesario manifestarse, ni solicitar obras, ni programas de apoyo, ni servicios, si las autoridades cumplieran sus “promesas de campaña”, pero lamentablemente no es así. El Artículo 8° de la Constitución Política, establece “que los mexicanos tienes derecho a la petición y las autoridades están obligadas a resolver y en su caso ejecutarlas de acuerdo a la disposición presupuestal”. Para este año Mauricio Vila Dosal ejercerá un presupuesto de egresos de 43 mil 635 millones de pesos, de los cuales, el gobernador expuso en su informe de gobierno, que “…el objetivo central es atender las necesidades básicas, seguir impulsando la economía y los empleos, atraer más inversiones y crear fuentes de trabajo cada vez mejor remuneradas.” Sin embargo, la partida referente a obras y acciones para los yucatecos más vulnerables se ve reducida de 24 mil 102 millones en 2018 a 18 mil 975 millones para este 2022, es decir 21 por ciento menos que hace tres años; menos recursos ante un crecimiento de las necesidades para las familias más pobres.
Los antorchistas tienen tres años solicitando que los programas de vivienda lleguen a los que más lo necesitan, que se regularicen los predios de varias colonias en Kanasín y Mérida, que se oficialice la escuela Preparatoria “Felipe Carrillo Puerto”, también de Kanasín, asimismo que se dote de obra social y servicios básicos a las colonias y comunidades del interior del estado, y además, que lleguen los apoyos y que se entreguen a las artesanas, quienes dependen de esa actividad económica, -por la venta de prendas bordadas, hamacas y otras artesanías--, y que contribuyen y mucho a la generación de ingresos para el estado; pero también, urgen insumos agrícolas y proyectos para la producción, que lleguen a los pequeños campesinos, que han visto destruidos sus cultivos, sus apiarios y en general sus parcelas por los frecuentes ciclones, que en los últimos años han azotado a la península de Yucatán, sin embargo, hasta el momento no hay ninguna ayuda significativa por parte de gobierno estatal y federal.
Es del dominio público, que Vila Dosal, prometió “trabajar para mejorar las condiciones de vida de toda la población”. Sin embargo, la pobreza de las familias trabajadoras creció, quizás, sólo se refería a mejorar las condiciones de los hoteleros y los dueños de la industria turística, de los que siempre viven bien. El gobernador del estado debe atender por igual a los marginados y debe destinar recursos reales, para dignificar la vivienda, pavimentación de calles, escuelas, clínicas, etc., también fomentar las actividades productivas de artesanos y campesinos. El esfuerzo y trabajo de los yucatecos coadyuvó que, de enero a noviembre de 2021, visitaran Yucatán cerca de 1 millón ochocientos mil visitantes y con ello una derrama de 642 millones de pesos, donde los artesanos y habitantes de los pueblos originarios juegan un importante papel, de la misma magnitud que las zonas arqueológicas, pero, casi nada retorna para los trabajadores, los únicos que ganan son los empresarios y el gobierno. De allí la necesidad de manifestarse y exigir al gobernador del estado la aplicación de recursos en colonias y comunidades pobres, para una mejor distribución de los ingresos fiscales.
En la entidad la pobreza alcanza al 49 por ciento de la población, aumentando en los últimos dos años y afectando a 160 mil yucatecos más. En un comparativo nacional, las tres entidades con el mayor aumento en el porcentaje de la población en situación de pobreza extrema son Quintana Roo con 3.8 a 10.6 %, Tlaxcala con 3.3 a 9.8 % y Yucatán con el 11.3 %. Según los datos del Coneval, en 2018 en la entidad existían 992 mil 300 yucatecos en pobreza, en 2020, la población en esa condición aumentó a un millón 156 mil 900; de estos, quienes viven en pobreza moderada, pasaron de ser 844 mil 700 en 2018 a 893 mil 200 en 2020, es decir pasó de 37.5 a 38.2 por ciento de la población. Esta situación es consecuencia del mal manejo de la pandemia, agravando la precaria situación económica existente. Según el Fondo Monetario Internacional, el gobierno solo destinó un modesto 0.7 por ciento del PIB, insuficiente a todas luces y esto está provocando carencia de alimentos y medicamentos, más contagios e incluso muertes y también desempleo, al cerrar y no poder reabrir la micro y pequeñas empresas.
Los datos son más que preocupantes, lo que revela que a los gobiernos de los distintos niveles no les interesa mejorar la situación que vive el pueblo trabajador y que la pandemia, como lo dijo el mismo presidente de la república, “como anillo al dedo, porque sólo ha servido de pretexto para justificar los malos resultados económicos, de la alta mortalidad y el desastre en el mal manejo de la pandemia, la mala educación y la bancarrota hacia donde encaminan a la nación.
De no escuchar la voz del pueblo, Vila Dosal, seguirá poniendo en peligro la calidad de vida de los pobres. Pues el incremento de los precios de los productos de la canasta básica, la inflación golpea a los de menos ingresos.
Por todo lo anterior, seguiremos luchando hasta que la voz de la clase trabajadora sea escuchada. Todos los ciudadanos yucatecos deben tener claro, tener conciencia, que sólo organizados y politizados lograrán que el gobierno de Vila Dosal incluya las necesidades de los pueblos y colonias a su plan de egresos de este año, siempre a través de la lucha persistente. Vale.
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