De acuerdo con los postulados del materialismo dialéctico, el desarrollo de la sociedad se da a partir de elementos objetivos y materiales, de la interacción entre el sujeto y su entorno, y de las relaciones que entablan los individuos entre ellos con el objetivo de preservar la vida y mejorar su calidad. De esta manera se explica, por ejemplo, cómo es que la necesidad de comer llevó a los antropoides a descender de los árboles; la necesidad de defenderse de sus presas a utilizar palos y piedras; la necesidad de hacer más ágiles sus movimientos a erguirse y a modificar sus manos; o la necesidad de interactuar con otros individuos a desarrollar su cerebro y crear el lenguaje; etcétera.
Los grandes acontecimientos históricos siguen también esta línea de pensamiento. En los tiempos de esclavitud en que los negros llegaron al hastío y a la rebelión (o a dejarse morir para ya no sufrir maltrato y explotación), se tuvo que transitar a un modo de producción que permitiera continuar la vida, de manera que se llegó al feudalismo. En los tiempos últimos del “Ancien Régime”, los franceses sufrieron de terribles hambrunas debido a una depresión económica que llevó a un incremento del desempleo y de los precios de los alimentos; los franceses no soportaron más el reinado de Luis XVI y para 1789 había estallado la revolución. En México las cosas no fueron diferentes; para no irnos tan atrás, pongamos como lección las elecciones de 2018: el odio generalizado al partido gobernante generado por los múltiples escándalos de corrupción, aunados a una creciente desigualdad económica, pobreza, inseguridad, entre otros, llevaron a la presidencia de la república a un individuo que prometió eliminar todos esos males. Así pues, la realidad objetiva de una época histórica lleva a las sociedades a superar los retos y problemas de dicha realidad a través de la acción contante y sonante sobre esa realidad y sobre esa sociedad.
Hago esta escueta e insuficiente reseña para tratar de abordar y explicar un problema de carácter educativo que ha sido muy sonado en estos días. La Secretaría de Educación Pública (SEP), a cargo de Delfina Gómez Álvarez, ha hecho pública su intención de modificar planes de estudio y suprimir de los libros de texto palabras “neoliberales” puesto que “la sociedad no puede permanecer con aprendizajes que han sido rebasados por nuestra realidad”. A simple vista puede parecer un acierto, pero ¿las medidas que pretende implementar la SEP realmente responden a las necesidades de la realidad educativa en nuestro país? Veamos.
Se ha dicho que los planes de estudio y el contenido de los libros de texto será determinado en asambleas en que participarán maestros, padres de familia, investigadores, entre otros, pero estas asambleas se realizaron a puerta cerrada y a través de transmisiones en vivo que se cortaron o eliminaron de la red. ¿Quiénes y cómo participan en esas asambleas? ¿Qué mecanismos se emplean para nutrir la participación? ¿Cómo decidirá la sociedad si no tiene vías para participar en estos debates? ¿Qué antecedentes hay sobre el sistema educativo y por qué no se analizan? Nada de eso está claro. De acuerdo con especialistas y maestros dichas asambleas organizadas por la SEP, “son encuentros con una profunda carga ideológica, distantes de trabajo docente y por los tiempos de discusión, pareciera que sólo buscan legitimar un proyecto que ya está elaborado” (MILENIO, 10 de febrero de 2022). Esta postura parece tener sustento si se observan otros acontecimientos como el observado en la mañanera del 13 de enero del presente, donde el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la SEP presentaron el libro “México. Grandeza y diversidad”, cuyo contenido dedica un capítulo a Andrés Manuel López Obrador y la 4T en el que se describe “la lenta decaída del país durante administraciones pasadas y destaca que la llegada de López Obrador a la presidencia se vivió como un <éxtasis societario, epifanía, trance>”. (Infobae, de 14 enero de 2022).
En cuanto a la eliminación de palabras neoliberales de los libros de texto ¿se modificará la realidad? La realidad se modifica a partir de condiciones objetivos y acciones sobre la misma, no con un simple cambio o eliminación de palabras. ¿Se imaginan que eliminando la palabra “esclavitud” los esclavos africanos o sudamericanos hubieran tenido una mejor suerte? ¿O que eliminando la palabra “dictadura” se hubiera derrocado a Porfirio Díaz? ¡Vaya estupidez de la 4T! Si se quiere mejorar la educación ¿por qué no se atienden los llamados a restaurar la infraestructura escolar? ¿Qué se hace para atender la deserción escolar que, de acuerdo con Delfina Gómez, asciende a 270 mil estudiantes? ¿Qué se hará para aminorar el rezago que se agravó aún más con la pandemia? Tampoco se dice nada de esto. Todo este circo, pues, no hará más que legitimar el adoctrinamiento ideológico de AMLO y su 4T.
Los estudiantes no deben permitir que esto suceda. La Federación de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez ya se pronunció al respecto y llevará a cabo acciones para evitar que la 4T siga lacerando al golpeado sistema educativo mexicano. Llamo, pues, a los estudiantes, a sumarse a esta lucha, a no dejarse adoctrinar, a ser la verdadera fuerza transformadora que requiere nuestra nación. No irán solos, junto con ustedes iremos todos aquellos obreros, amas de casa, profesionistas y demás estratos del pueblo que deseamos heredarles un mejor futuro.
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