En mi artículo pasado abordé las consecuencias que trajo consigo la falta de empleo de miles de familias en México. Sin embargo, considero que la clase trabajadora de nuestro país es siempre la que se lleva, bajo cualquier circunstancia, la peor parte, en lo que a problemáticas sociales se refiere.
¿Qué por qué digo esto? Veamos. Con la agudización de la pandemia de la covid-19 se dejó al descubierto los graves problemas en el sector salud, en el sector educativo, en la carencia y falta de vivienda, en el desempleo, en la falta de alimentación, por la que tuvieron que atravesar millones de mexicanos en todos los rincones del país.
Por si esto fuera poco, ahora, hay que sumarle no solo la violación de los derechos constitucionales, de los que fueron víctimas por parte de los gobiernos, tanto estatales como federales, sino que también, estamos viendo una violación a los derechos humanos de los ciudadanos mexicanos.
“El 28 de julio de 2010, a través de la resolución 64/292, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos. La resolución exhorta a los Estados y organizaciones internacionales a proporcionar recursos financieros, a propiciar la capacitación y la transferencia de tecnología para ayudar a los países, en particular a los países en vías de desarrollo, a proporcionar un suministro de agua potable y saneamiento saludable, limpio y accesible y asequible para todos” (ONU).
A pesar de los datos citados anteriormente, parece que, a los gobiernos les importa poco lo que pase con el servicio del agua potable en los hogares mexicanos.
Datos del portal web esnoticiahoy, menciona que, en México, el 47% de las personas no tiene acceso al agua potable. A pesar de que en el país existe infraestructura hidráulica, esta no es suficiente para garantizar el suministro del líquido vital a toda la población. Además, mencionó, que, para alcanzar la sustentabilidad y seguridad hídrica a nivel nacional se necesitan al menos 21 años, con un ritmo de inversión anual por el orden de los 49 mil millones de pesos, de acuerdo con cifras del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA).
Por si esto fuera poco, en medio de la pandemia por covid-19, la escasez de agua en nuestro país, hizo que la situación para millones de familias fuera más complicada. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el país, una de cada tres casas registradas no recibe agua todos los días, es decir, 8 millones 500 mil personas, la obtienen cada tercer día, una o dos veces por semana o de vez en cuando, mientras que 3 millones de personas no cuentan con el servicio y por lo tanto deben conseguirla de otras casas, llaves públicas, pozos, ríos, lagos o mediante pipas.
¿Será posible que, a estas alturas del desarrollo de nuestro país, siendo uno de los más ricos en el mundo, aún pueda haber gente que no pueda ni lavarse las manos?, ¿será posible tanto desprecio a las clases trabajadoras de nuestro país?, lamentablemente así es.
Ya ni decir del Gobierno federal encabezado por López Obrador y su Cuarta Transformación, que recomienda lavarse las manos diariamente para minimizar el contagio por covid-19, sabiendo que millones de familias no cuentan con el vital líquido en sus hogares, vaya burla por parte de nuestro mandatario.
Pero en Colima, no nos quedamos atrás, pues, en lo que respecta a la carencia por acceso a los servicios básicos en la vivienda, hubo un aumento de 4.4 puntos porcentuales en el periodo de 2008 a 2018. En términos absolutos, se traduce en un aumento de aproximadamente 41 mil 800 personas en esta situación, al pasar de casi 38 mil 600 en 2008 a alrededor de 80 mil 400 en 2018. Las características de la población que vive con esta carencia son las siguientes: el agua se obtiene de un pozo, río, lago, arroyo, pipa o el agua entubada la adquieren por acarreo de otra vivienda o de la llave pública o hidrante; no cuentan con servicio de drenaje o el desagüe tiene conexión a una tubería que va a dar a un río, lago, mar, barranca o grieta.
Y así, el problema de la falta de agua potable se va agudizando en diversas colonias y comunidades del estado. Sólo como ejemplo, se encuentran mis compañeros de la comunidad de Chiapa, del municipio de Cuauhtémoc, donde han denunciado que el servicio del agua llega a sus casas cada tercer día, ocasionando situaciones insalubres en sus hogares.
Sin olvidar también, a nuestros compañeros de la zona oriente del estado, principalmente en las colonias: nuevo milenio, miradores de la cumbre, milenio y Gustavo Vázquez, donde han sido víctimas de la insensibilidad gubernamental, pues a falta del pago, debido al desempleo que vino a agravarse con la pandemia, les ha sido negado el servicio del abastecimiento del agua potable en sus casas.
¿De esta manera, buscan los gobiernos ganarse la voluntad popular, es decir, no resolviendo lo más necesario para el pueblo? Las campañas políticas están en puerta, y los candidatos están listos para visitar casa por casa a todas las personas, prometiendo lo que de antemano saben que no van a cumplir.
Los colimenses deben estar atentos, no dejarse engañar. Ahora es tiempo de que el pueblo exija resultados a sus gobernantes, que vea por sus intereses y sus necesidades, sólo así se le podrá regresar un poco de lo mucho que le ha sido negado.
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