Le llamaban el pueblo de las Tres Mentiras a la localidad de Agua Gorda de los Patos, hace más de 20 años.
Porque en este lugar no teníamos agua, y por tanto, no estaba gorda y patos pues menos.Por eso se burlaban nuestros vecinos de otros pueblos y nos decían ustedes son del pueblo de las Tres Mentiras.Nos platica con nostalgia Ismael Flores, habitante del lugar y viejo compañero antorchista que esto escribe.
Este lugar ubicado a 13 km de la cabecera municipal de Villa de Arriaga y vecina de los estados de Jalisco y Zacatecas, la segunda entidad le disputaba a San Luis Potosí éste poblado aún en la actualidad está dividida su zona urbana a la mitad- pero ni la una ni la otra se preocupaban por la suerte de sus habitantes, cada día se intensificaba la marginación en este lugar; no contaban con el servicio del agua, drenaje, energía eléctrica; no tenían escuelas dignas, centro de salud y ni una sola calle tenían pavimentada y lo peor, los caciques de ésta región poco a poco los despojan de sus tierras de cultivo que por años labraban.
Por eso entró Antorcha a Agua Gorda hace más de 20 años, en apoyo de los ejidatarios de esta zona que disputaban unas tierras al cacicazgo de la región, y después de varios años de lucha ante la ex Secretaría de Reforma Agraria, se logró una importante extensión de tierras cultivables para varias decenas de campesinos, y bueno, también logramos lo más importante: el agua, gracias a Antorcha encontramos agua y logramos la perforación de un pozo profundo el cual, sigue abasteciendo del líquido a nuestra comunidad.Comenta don Ismael.
La falta de éste servicio y de otros más, de escuelas, luz, caminos, empleo; estaban formando un pueblo fantasma en este lugar, había mucha emigración hacia León, Guanajuato, a Lagos de Moreno, a San Luis Potosí y por supuesto a Estados Unidos, la vida de los pobladores de Agua Gorda era de mucho sufrimiento y desesperanza.
De todo batallábamos aquí, teníamos muchas carencias, pero lo más lacerante era la falta de agua; nos abastecíamos de un manantial, pero en época de sequía se secaba y caminábamos kilómetros para llegar a un pozo de cual obteníamos un poco de agua, por eso cuando la encontramos y nos hizo el gobierno el pozo; hasta brincamos de alegría, teníamos nuestra bendita agua y había que festejar.Nos explicó con alegría doña Francisca Flores, habitante del lugar
Para muchos de los que nacimos sin la carencia del servicio del agua, de los que la única molestia para obtenerla es abrir el grifo de nuestro domicilio, una obra de agua, puede no significar nada; pero para los marginado y sedientos, significa todo; una gota, un vaso de agua, es como tener el tesoro más precioso del mundo; por eso valía el festejo de apertura de este indispensable servicio en la comunidad, y compartir esta celebración con otras almas sensibles que cargan con muchos sufrimientos del mundo, que lloran, comparten las amarguras y también alegrías con los más humildes, una de esas almas formidables: el maestro Aquiles Córdova Morán, dirigente nacional del antorchismo en el país, invitado a la celebración.
Voy a Agua Gorda de los Patos, acompáñanos.
Me comunicó Aquiles Córdova, quien tomaba un café en céntrico restaurant de esta ciudad hace ya algunas décadas, en compañía de dos jóvenes antorchistas que junto con él, irían a la celebración de apertura de la obra de agua potable en esa comunidad que en aquella época era considerada perteneciente al estado de Zacatecas; era un día de frío de invierno, de esos inolvidables que se graban en la piel y en la memoria, y nos traen muchos recuerdos.
Llegamos a la comunidad a la inauguración del agua, los rayos solares amainaban y la temperatura bajaba más y más; pero no fue impedimento para la celebración y como es costumbre en las festividades de mis compañeros, se festejó con bailes que ejecutaron jóvenes antorchistas, hubo música y una jovencita declamó una bella poesía: El Sembrador, del autor Marcos Rafael Blanco Belmonte.
De aquel rincón bañado por los fulgores
del sol que nuestro cielo triunfante llena;
de la florida tierra donde entre flores
se deslizó mi infancia dulce y serena;
envuelto en los recuerdos de mi pasado,
borroso cual lo lejos del horizonte,
guardo el extraño ejemplo, nunca olvidado,
del sembrador más raro que hubo en el monte.
La jovencita titiritando de frío, seguía recitando la emotiva poesía, en medio del árido paisaje de esta región del altiplano potosino, donde en aquella época, en Agua Gorda se respiraba a marginación, pobreza y abandono.Y en medio de éste ambiente, cerca de un centenar de campesinos escuchaban absortos la declamación, que entendían y la hacían suya, y comparaban a los jóvenes antorchistas y al propio maestro Aquiles, como al Sembrador de la poesía, de esos seres que siembran dicha, alegría y esperanza a los que todos los días comen amarguras por su condición de pobreza; de esos seres que cargan y comparten sufrimientos del pueblo humilde y que lloran también por tanta injusticia social.
Por eso cuando al mundo, triste contemplo,
yo me afano y me impongo ruda tarea
y sé que vale mucho mi pobre ejemplo,
aunque pobre y humilde parezca y sea.
¡Hay que luchar por todos los que no luchan!
¡Hay que pedir por todos los que no imploran!
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!
¡Hay que llorar por todos los que no lloran!
Hay que ser cual abejas que en la colmena
fabrican para todos dulces panales.
Fue tanta la emotividad de la joven declamadora ante el improvisado auditorio a pleno monte- de las personas que asistían al festejo de inauguración, que arrancó pequeñas lágrimas de los rudos rostros de los campesinos y también conmovió al maestro Aquiles, que no pudo ser ajeno a esta tan bella interpretación poética, en medio de ésta zona desértica; en medio casi de la nada; pero que se estaba sembrando en este lugar la semilla del antorchismo, en tierras fértiles; en manos y corazones ansiosos de justicia y esperanza
Hay que ser como el agua que va serena
brindando al mundo entero frescos raudales.
Hay que imitar al viento, que siembra flores
lo mismo en la montaña que en la llanura.
Y hay que vivir la vida sembrando amores,
con la vista y el alma siempre en la altura.
Estos fueron los orígenes de Antorcha en Villa de Arriaga, y hoy, después de algunas décadas volví al mismo lugar: a Agua Gorda y observé cambios significativos en éste hábitat rural, tienen agua entubada, su accesos de caminos pavimentados, centros educativos que van desde el preescolar hasta el nivel medio superior, energía eléctrica, centro de salud; y sobre todo empleo, por el apoyo que se les da a los agricultores, para la siembra de maíz, frijol y cebada.La suerte de los habitantes de éste lugar y de otras comunidades de éste municipio ha cambiado en sentido positivo en los últimos años, a partir de que Antorcha ha logrado, con el apoyo de la mayoría de los villarriaguenses, gobernar la administración municipal por tres periodos: el del presidente Francisco Ruíz Montejano (2009-2012), de Armando Bautista Abad (2015-2018) y el actual, Gustavo Torres Roblero (2019-2021).
Y la Antorcha se mantiene encendida en Villa de Arriaga, igual, que en los cincuenta y tantos municipios donde tiene presencia la organización en San Luis Potosí; la más fuerte, la mejor articulada y combativa a favor de los pobres, y que éste 11 de agosto, los antorchistas cumplimos nuestro compromiso con la historia, de reunir a más de 100 mil potosinos en el Estadio Alfonso Lastras, para decirle a los más humildes de éste país, que llegó su hora; de su lucha por el poder político de la nación, y que aquí está Antorcha en la formación de ese fuerte instrumento político que nos lleve a puerto seguro, y sobre todo, con la guía indiscutible del sembrador de conciencias y de corazones dispuestos a la lucha, que es el maestro Aquiles Córdova Morán.Punto.
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