El discurso edulcorado del presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, con los sectores más desprotegidos de nuestro país, muestra la imagen de un mandatario verdaderamente preocupado por sus gobernados, en particular con los más desfavorecidos, que son la mayoría de México; datos del informe de pobreza realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), entre 2018 y 2020, el número de pobres aumentó en 3.8 millones al pasar de 51.9 a 55.7 millones de personas, mientras el porcentaje de la población en pobreza extrema pasó de 8.7 a 10.8 millones de personas.
El Gobierno de la 4T, autodefinido como “el Gobierno de los pobres”, pregona con propios y extraños su “compromiso” de velar por los intereses de las mayorías y de una política de combate a la corrupción para generar ahorros significativos y mejorar el entorno social que lacera la vida de millones de mexicanos, además que, con el apoyo del poder Legislativo ha modificado leyes, según él, con el interés de borrar de tajo los malos manejos que administraciones anteriores hicieron de programas y fideicomisos, para ahora sí ayudar en forma significativa a quienes lo necesiten.
Sin embargo, el discurso contrasta con la realidad. Para empezar, la eliminación de programas y fideicomisos sin ton ni son, sin un análisis profundo de los pros y contras de estos, así como mejorar el funcionamiento de aquellos que paliaron de alguna manera las necesidades de los más desvalidos, afectando, precisamente, a los sectores que el Presidente dice abanderar y defender en sus discursos.
La desaparición de programas como el Seguro popular, Prospera, los comedores comunitarios, las guarderías infantiles, los refugios para mujeres violentadas, entre otros, lo dejan ver crudamente, y ya ni hablar de los 281 fideicomisos desaparecidos, dirigidos al desarrollo de la investigación, la ciencia, la tecnología, la cultura, el deporte de alto rendimiento y el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), pensado en auxiliar a los afectados por los fenómenos naturales como los sismos, huracanes, inundaciones, deslaves, por mencionar algunos.
El mandatario federal dijo que con el combate a la corrupción el Gobierno ahorraría 500 mil millones de pesos anualmente, ahorro que hasta el momento no se sabe dónde está y menos se ve materializado en obra social y servicios que tanto requieren comunidades campesinas y colonias populares a lo largo y ancho del país; esto sin contar que a través de un decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación, López Obrador, indicó que los 250 mil millones de pesos, antes destinados a los 281 fideicomisos desaparecidos, se concentrarán en la Tesorería de la Federación para “reforzar” programas sociales.
Pero la política social del Gobierno de la 4T se ve rebasada con creces por las necesidades de millones de mexicanos que en este año y medio de pandemia, afectó la salud de tres millones 619 mil 115 compatriotas y provocó la muerte de 274 mil 703; además de las grandes afectaciones sufridas por sismos, inundaciones, huracanes, tormentas tropicales, deslaves, entre otras, ocurridos en varias entidades del país durante este periodo, dejando en el desamparo y la orfandad a miles de familias que requieren el apoyo del Gobierno y a las que nada llega.
Así pues, pese a los programas sociales impulsados por el Gobierno federal, los impactos económicos derivados de la crisis sanitaria hacen que en México sigan aumentando los niveles de pobreza y por tanto incrementando el número de pobres, ya que los programas sociales de transferencias directas de dinero, no significan una atención integral para evitar carencias en la atención médica, educación, alimentación y seguridad en el ingreso y mucho menos resuelven las necesidades de servicios y de obras e infraestructura social, tan indispensables para mejorar los niveles de vida de los pobres.
Ahora cabe preguntar, ¿es cierto que, para el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, son primero los pobres? Si consideramos lo expuesto más arriba, la respuesta es obvia, no son los pobres los beneficiados de la política del gobierno, pero sí son, primero los pobres, quienes ponen los miles de muertos y desempleados de esta crisis sanitaria y económica; las víctimas y muertos de la inseguridad, de los desastres naturales como el huracán “Grace”, las lluvias torrenciales e inundaciones en Tula, Hidalgo y en Ecatepec, Estado de México, el sismo del 7 de septiembre, el derrumbe en el Cerro del Chiquihuite, por mencionar tan sólo los últimos; son primero los pobres, los que carecen de verdaderos programas que ataquen de fondo el problema de la pobreza; los que piden a gritos se resuelvan sus necesidades de obras y servicios, que hagan menos dolorosa su existencia.
Pero no olvidemos que los pobres se cuentan por millones y también son los primeros y casi únicos productores de la riqueza social de este país, son quienes con sus manos laboriosas crean con generosidad los alimentos y demás satisfactores para la vida humana y, por tanto, los verdaderamente importantes para vida de todos.
Por tanto, el discurso melifluo de López Obrador es eso, mero discurso, pero que en los hechos, ha puesto en el cesto del olvido a aquellos que hasta el hartazgo repite que representa y defiende. Los pobres no debemos caer en el engaño, tenemos que exigir congruencia entre discurso y hechos, porque el primero no resuelve nada y sólose echa humo a los ojos del pueblo que no se atreve a exigir sus derechos y cuando más escondidos son los propósitos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje.
Lo que México necesita es un cambio de modelo económico, pero un cambio real y somos los pobres que de manera unida y organizada debemos ser los promotores y ejecutores de ese cambio, porque ya lo decía Martha Harnecker, intelectual y revolucionaria chilena: “Las revoluciones sociales no las hacen los individuos, las “personalidades, por muy brillantes o heroicas que ellas sean. Las revoluciones sociales las hacen las masas populares”. Por eso el Movimiento Antorchista llama a todos los mexicanos pobres a sumarse a este gran proyecto social para que de manera organizada y educada logremos la transformación que tanto necesitamos en nuestro país.
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