Empezamos con una cita alusiva al tema: “El programa S221 ‘Escuelas de Tiempo Completo’ se vincula a los Objetivos de Desarrollo Sostenible [ODS, de Naciones Unidas], contribuyendo a los objetivos de poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, y promover la agricultura sostenible, educación de calidad y reducir la desigualdad en y entre los países”. Son palabras que encierran grandes verdades, son claras y contundentes. No se crea que fueron pronunciadas por algún luchador social que pretende acabar con la sociedad dividida en clases sociales, menos aún por alguno de los muchos conservadores, aspiracionistas o fifís que tanto empeño ponen en desacreditar la monumental obra histórica del presidente Andrés Manuel López Obrador. Me arriesgo a que no me lo crea, pero esas palabras se encuentran en un análisis muy serio y completo que llevó a cabo la propia Secretaría de Educación Pública (SEP) cuando la dirigía, ya en este sexenio de la 4T, Esteban Moctezuma Barragán.
El estudio de referencia se llama “Escuelas de tiempo completo, diagnóstico ampliado” y está fechado en febrero de 2020. Ahora que la señora Delfina Gómez Álvarez está a la cabeza de la SEP, como mucha gente ya lo sabe se dio por terminado el Programa Escuelas de Tiempo Completo (PETC); es decir, en cosa de dos años la dependencia que dirige la educación de las nuevas generaciones de México, la que debiera educar con el ejemplo, por sí y ante sí, mediante un decreto, renunció a las bondades que la dependencia federal antes le veía al programa. Estas otras palabras que contenía el análisis de 2020, le deben parecer ahora a la SEP de Delfina Gómez Álvarez poco menos que sediciosas: “El PETC se orienta a desarrollar una Nueva Escuela Mexicana en la que se garantice una educación pública, gratuita, laica, inclusiva, equitativa y de calidad, que promueve oportunidades de aprendizaje integral a través de la ampliación y el uso eficiente del tiempo escolar, la mejora de las prácticas de enseñanza, el trabajo colaborativo y colegiado, así como la incorporación de nuevos materiales educativos, todo dentro de un enfoque de derechos humanos”.
Así que no se necesita buscar muy lejos para caracterizar suficientemente los daños generalizados e irreparables que causa la suspensión del Programa de Escuelas de Tiempo Completo anunciado por Gómez Álvarez hace unos días. Los daños -no nos confundamos- son directos a la educación popular porque es evidente que las clases altas disponen de recursos suficientes para enviar a sus hijos a estudiar en escuelas que proveen otras condiciones mucho mejores. Así de que la destrucción del Programa de Escuelas de tiempo Completo es una evidente agresión al pueblo trabajador de México. “Primero los pobres” pasará a la historia (y no sólo por el golpe descargado sobre las escuelas de tiempo completo), como una frase demagógica para conquistar votos, como una gran patraña.
En ese mismo análisis de 2020 de la SEP, se contiene información muy valiosa. Me permito citar ahora las horas que trabajan en la escuela los niños de diferentes países (insisto en que se trata de un estudio de la SEP de 2020). Veamos. Los datos siguientes aparecen en una tabla que lleva la cabeza siguiente: “Número de horas de la jornada escolar alrededor del mundo” y dice: China: 9 horas, 30 minutos; Corea del Sur, 8 horas; Francia, 8 horas; Kenia, 7 horas, 30 minutos; Australia, 6 horas, 30 minutos; Rusia, 6 horas, 30 minutos; Brasil, 5 horas y, finalmente, México, 4 horas, 30 minutos. Como es evidente, hay países más avanzados y más poderosos que el nuestro, como China y Francia, que les dedican a sus niños muchas más horas de trabajo. ¿Con 4 horas y media, vamos a tener los sabios que requiere nuestro desarrollo económico independiente?
El daño a los jóvenes y niños es irreparable. El programa de escuelas de tiempo completo estaba funcionando en 25 mil 134 planteles de educación básica de todo el país y beneficiaba a un total de 3.6 millones de niños y adolescentes. La verdad es que el programa no solamente debería de seguir funcionando, sino que debería de ampliarse a todas las escuelas oficiales de educación básica. Hemos citado aquí el diagnóstico de 2020, que es un diagnóstico ya realizado durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pero no es el único estudio; ya desde 2018, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), había considerado que el programa era uno de los programas educativos más importantes.
Existen investigaciones serias que demuestran que el aprendizaje en las escuelas de tiempo completo es mejor, que los niños aprenden más, están mejor preparados y eso es lo que necesita nuestro país: una mejor educación que sirva para potenciar las cualidades de los educandos y permita preparar a los jóvenes para que lleguen a los más altos niveles de la pirámide educativa, México está urgido de innovadores para dejar de ser comprador de tecnología, lo que sólo aumenta su dependencia. Hay que tomar en cuenta, también, que las escuelas de tiempo completo, al proporcionar alimentos a los niños y jóvenes, ayudan de manera decisiva a combatir el hambre en nuestro país, las evaluaciones que se han hecho indican que uno de cada cuatro niños que tomaban sus alimentos en la escuela de tiempo completo no ingerían ningún otro alimento en el día. Este es el México real, no el de las mañaneras, el hambre existe y se impone combatirla. Finalmente, aunque no menos importante, el horario ampliado de los niños y jóvenes, permite que las madres tengan algún empleo que ayude a la economía familiar, con las novedades que impone la 4T por medio de Delfina Gómez, o ya no podrá trabajar la madre y los ingresos de la familia se irán a pique o los niños quedarán solos en el hogar, mirando la televisión o deambulando en la calle sin ninguna disciplina ni control.
Aunque esa es ya una decisión tomada por parte de la SEP, es conveniente tomar en cuenta que ha habido declaraciones de varios gobernadores en el sentido de que el programa de escuelas de tiempo completo se mantendrá en los estados que gobiernan. Resalto el caso del gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, quien el pasado 6 de marzo declaró lo siguiente: “Les decimos a los padres de familia que tienen a sus niñas y niños en este esquema, así como a las y los maestros que trabajan en estas escuelas, que vamos a mantenerlas de tiempo completo”. El gobernador fue muy enfático y eso puede resolver el problema de niños y padres de 833 escuelas en el estado. A no dudarlo, es una muy buena decisión que merece todo el apoyo. No obstante, como ya la sabiduría popular lo ha sintetizado de manera genial, “del dicho al hecho, hay mucho trecho”, por lo que antes de echar las campanas a vuelo, todos los interesados deberemos esperar a que la importante promesa se haga realidad.
Mientras esto sucede, mientras desde las más altas esferas del poder público se decide la vida de 3 millones 600 mil niños y jóvenes, el presidente Andrés Manuel López Obrador difunde a la nación entera sus más caras preocupaciones que consisten en que el próximo lunes 21, fecha comprometida para inaugurar un nuevo aeropuerto de la ciudad de México, obra de la que no hará uso más allá del 8 por ciento de los mexicanos, él se va a levantar en Palacio Nacional a las cuatro de la mañana y “les voy a demostrar que voy a hacer media hora desde aquí hasta el aeropuerto, bueno, media hora, cuarenta minutos, porque me voy a ir como a las cinco, tengo que estar a la seis allá”. Un asunto que cambiará para siempre el rumbo de la patria. Algo para recordar, sobre todo, por los padres y los niños afectados.
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