Desde el inicio del sexenio lopezobradorista se ha dado un vuelco hacia la concentración extrema del poder en el titular del poder ejecutivo federal. Prácticamente ningún funcionario tiene capacidad de decisión en lo que respecta a su área de responsabilidad. Todas las dependencias de gobierno han quedado reducidas a simples ejecutoras de la voluntad del presidente de la república. Así, el programa de trabajo de las mismas queda reducido a un simple catálogo de tareas para cumplir la voluntad del presidente; solo se hace lo que dice este sin importar que esté bien o mal; nadie se atreve a refutarlo.
Que esto es así quedó otra vez muy claro en la respuesta que el Gobierno de la República dio al Parlamento Europeo, en la que el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores ni siquiera estaba enterado del documento que se publicó. Esta forma de actuar limita la profundidad y alcance de las políticas públicas, hace que su resultado sea directamente proporcional a la preparación, cultura, capacidad de análisis y realización de una sola persona, y si estas cualidades no se encuentran en el individuo que todo lo decide o se encuentran en muy escasa medida, así será la suerte de sus gobernados.
Llevamos ya tres años de la actual administración y no hay duda de que las cosas van de mal en peor. Tengo a la mano la encuesta de Mitofsky que evalúa la semana 171 del gobierno de la 4T que muestra que la aprobación de Andrés Manuel López Obrador cayó seis puntos porcentuales del 2 de enero al 13 de marzo de los corrientes, al pasar de 64 a 58 por ciento. El documento también muestra que entre la primera y la segunda semana de marzo del presente año la población percibió un empeoramiento de la situación económica y de inseguridad en México, lo cual coincide con la incontenible alza de precios y desempleo, así como con la ola de asesinatos y masacres que, aunque ocasionan la risa del presidente no provocan la del pueblo mexicano. Un dato más que debería de remover la consciencia de quienes aún confían en los dichos del actual mandatario: la percepción de que hay mucha o regular corrupción en el país también va en ascenso y alcanza a 79 por ciento de la población; esto, en el gobierno que dice que se acabó la corrupción. El discurso presidencial choca con lo que la gente ve. La gente mira negro el panorama, pero el presidente insiste en describírselo claro.
Y como lo mismo que ocurre arriba se reproduce abajo, se ha generalizado la forma de conducción unipersonal del poder. No hay en las presidencias municipales ninguna capacidad de decisión por parte de los funcionarios “de confianza”. Todo mundo dice que no se aprueba nada si no lo dice el primer edil. Y aquí estamos en Culiacán con una situación que reproduce en pequeño lo que pasa a nivel nacional. El pueblo quiere pavimentaciones, agua potable, seguridad jurídica de los predios que ocupa o un predio para vivir, drenaje pluvial y sanitario, alumbrado público y mejores servicios de todo tipo y no se ve que se le escuche y atienda. El presidente municipal sigue una agenda distinta a la que demanda la mayoría de los culiacanenses.
Los funcionarios públicos, al haber perdido de vista que se deben a la mayoría de los electores, no tienen otra opción que callar y obedecer los designios de su jefe; sin embargo, los electores sí tienen otra opción: y esta es elevar la voz por todos los medios posibles hasta que se les escuche. La movilización popular es necesaria para lograr que se destine a las obras que demandan los culiacanenses el recurso que previamente pusieron en quienes creyeron que los servirían.
El Movimiento Antorchista ha venido solicitando de múltiples maneras y desde el inicio de la administración del licenciado Jesús Estrada Ferreiro que las peticiones de obras y servicios de la gente que representa sean tomadas en cuenta en la asignación del presupuesto de 2022; sin embargo, hasta la fecha, no ha encontrado ningún eco. Esta es la razón de que iniciemos una campaña de denuncia y movilizaciones para pedir que los culiacanenses organizados sean tomados en cuenta por el gobierno municipal. A la gente que pueda verse afectada de alguna manera por nuestras legítimas actividades le pedimos que escuche nuestros argumentos y que evalúe, primero, si no está siendo afectada por la misma insensibilidad que denunciamos. De ser así, pudiera ser más benéfico unirnos todos los afectados por los gobiernos de un solo hombre.
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