Muy importante lección para el pueblo resulta ser el cochinero de las recientes elecciones de los representantes de Morena en todos lados; quedó claro que Morena no es otra cosa que más de lo mismo, aunque los morenistas juren y perjuren que son otra cosa, que son la transformación. Son lo mismo, no sólo en cuanto a las prácticas, los vicios y forma de concebir el poder, sino en que son idénticos, o peores, que los partidos de los que se supondrían contrarios.
Son más de lo mismo como partido político; es decir, desde el punto de vista de los intereses que representa, pues la palabra partido es un derivado de la palabra parte, que, en este caso, hace referencia a la parte de la sociedad a cuyos intereses sirve, defiende y representa.
Vistas, así las cosas, la coincidencia en las acciones, métodos y práctica política de Morena con los demás partidos, significa que todos son representantes, con diferente matiz quizá, de los intereses de la misma parte de la sociedad, que no es otra sino la que ha detentado y detenta el poder político y económico en el país.
Así se entiende que Morena y sus satélites, en todos lados apueste a mejorar las condiciones de vida de la gente con medidas efectistas, no efectivas; es decir, que lo son en apariencia pues en realidad no son sino la forma de esconder el fondo, pues son cosméticas que al impulsar el consumo, benefician más al empresariado consentido del gobierno vendedor de los productos que a la gente que consume unas cuantas cosas, que cada vez son menos por efecto de la elevación de los precios, pero que ya no puede resolver otras necesidades indirectas, pero indispensables, menos ver que las resuelva el gobierno; como el de la salud porque ya no hay seguro popular, la vivienda accesible, etc., porque ya no hay nada de nada. Por lo que se ve, de lo que se trata es sólo de mantener vivos a los pobres, pero como cautivos dependientes de las ayudas para contar con los votos que mantengan en el poder a esa misma fracción de la clase dominante y sus personeros políticos.
Nada hacen por acabar con la pobreza causa de todos los males sociales que padecemos (surgida a su vez de la injusta e inequitativa distribución de la renta nacional), por ejemplo, no se implementa un programa serio contra el desempleo; tampoco para mejorar sustancialmente el poder adquisitivo de las familias trabajadoras con salarios remuneradores que alcancen para satisfacer las necesidades más apremiantes de las familias incluidas la educación, salud y vivienda.
Nada de eso, y menos se implementa una política fiscal progresiva que cobre más impuestos a los que por sus elevados ingresos tienen las posibilidades de hacerlo sin que se lesione su economía al aportar a las finanza públicas, lejos de ello se inventan pretextos para ampliar la base gravable es decir que crezca la lista de los contribuyentes, dejando caer la carga, como siempre, en las clases laborantes y empobrecidas; y lo mismo se puede decir en cuanto al gasto social que se invierte enfocado en beneficiar y dar mejores condiciones a quienes ya las tienen de por sí por la riqueza que acumulan, en vez de emplearlo en obras y servicio en comunidades y colonias donde vive el pobrerío. Se sabe de antiguo que no es lo mismo mejorar la vida del esclavo, que acabar con la esclavitud.
La verdadera salida, ya se ve, no está en Morena y sus aliados, pero tampoco en volver al pasado sino mirar al frente: en la organización, educación y politización del pueblo. La verdadera salida está en el Movimiento Antorchista Nacional.
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