Ha sido estudiada la nula preocupación por parte de Sócrates ante la inminencia de su propia muerte, una vez que ha sido condenado.[1] ¿Por qué Sócrates se mantiene sereno aun sabiendo que enfrentará la muerte?, esto es lo que se pregunta Critón. El diálogo de Critón registrado por Platón es un testimonio del proceso dado antes de la muerte de Sócrates y descubre la valentía de Sócrates -al menos desde el retrato de Platón, pues es sabido el problema de intentar definir la imagen completamente verdadera de Sócrates: no sabemos cuál es la imagen auténtica: si la que retrata Xenofonte, Aristófanes o Platón-.
A Critón, como amigo de Sócrates, le preocupa qué pensará la gente al percibir que Sócrates no fue ayudado por él y sus amigos -siendo que le ofrecieron un escape pagado-; le preocupa su reputación. A lo que Sócrates responde que poner atención en eso significa poner atención a cuestiones superficiales, pues poco importa lo que piensen, ya que, en el fondo, sus decisiones políticas se apegan al razonamiento, sin dejarse llevar por las apariencias. En términos éticos: Sócrates ha elegido el camino del deber ser. De modo que se enfoca un problema fundamental: no se trata de vivir; sino de vivir bien. Esta afirmación le presta vida y voz a las leyes de Atenas.
Las leyes, como conformación de la comunidad política, preceden al ser humano como individuo; romper esta legalidad es romper el fundamento de la ciudad. Cabría cuestionar quién, efectivamente, modifica las leyes y en favor de quién son impulsadas, pero aquí se expone la personalidad socrática bajo el supuesto de que las leyes son, idealmente, justas. El humano naturalmente necesita de la comunidad política, es por eso que las leyes, dentro del diálogo citado, toman realidad e intervienen en el diálogo como un personaje más. Las leyes posibilitan la existencia de los individuos.
Por una parte, Sócrates obedece a las leyes pero esto no es el fundamento de su decisión para quedarse y esperar su muerte en lugar de huir. Por otra parte, obedece a la conciencia moral: la filosofía es una misión moral para Sócrates. Esta moral es guiada por la razón, por el logos (entendido como resultado del acto de razonar): “Porque yo, no sólo ahora sino siempre, soy de condición de no prestar atención a ninguna otra cosa que al razonamiento que, al reflexionar, me parece el mejor”. (Critón, 46 b-c).
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