En el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2023 podemos notar que el gasto que el presidente Andrés Manuel López Obrador contempla dentro de éste es, nada más y nada menos, que la inyección desmedida a sus obras capricho, sus programas de entrega monetaria y al presupuesto de los estados, son de los principales rubros dentro del documento enviado por la Secretaría de Hacienda a la Cámara de Diputados.
En el presupuesto parece que queda olvidada la inversión pública, que bien ayudaría a mejorar las condiciones de vida de millones de mexicanos que viven en un panorama de desolación, cuestión que preocupa, si recordamos lo que ha pasado en los últimos años: los diputados, en su mayoría de Morena, no moverán ni una coma a dicho documento para desquitar un poco el puesto que ostentan.
A las y los mexicanos nos debe inquietar el tema, ya que de esto depende el futuro de todos nosotros y a mi parecer les diré el por qué de tanta insistencia. No es algo nuevo que para López Obrador sea más indispensable realizar obras irrelevantes, que no contribuyen al bienestar de la población. En la actualidad, los gobiernos de Morena prefieren seguir con el falso discurso de primero los pobres antes que buscar una estrategia que permita el fortalecimiento de la economía mexicana; no está de más repetir que en México la cosas están cada vez peor, la delincuencia que azota al país solo es un problema de muchos otros, derivados de la injusta distribución de la riqueza generada por todos nosotros.
Lo que debe de importarle al mandatario federal es resolver todo aquello que durante más de 18 años condenó de los gobiernos anteriores, buscar alternativas en temas de inversión con las cuales bien podría generar empleos que ayuden a mermar las condiciones de precariedad tanto laboral como social en las que la mayoría de los mexicanos nos encontramos sumergidos gracias a las políticas erróneas de éste y otros gobiernos. Pero no es nuevo que para él que sea de mayor reelevancia la inyección de recursos público a obras como el Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas, el aeropuerto Felipe Ángeles, la entrega de apoyos monetarios y ahora el apoyo a los diferentes estados de la república, en especial a todos aquellos que en el 2024 tendrán cambio de gobernadores.
A estas alturas, está claro que el Gobierno federal solo ve por los intereses de sus acólitos que, como perros fieles, resguardan la integridad de López Obrador y de Morena para seguir manteniendo a toda costa el poder político del país, aun cuando los resultados catastróficos en todo el territorio nacional sean evidentes. No es normal que en pleno siglo XXI millones de personas vivan en la pobreza, a pesar de tener trabajo. No es una verdad oculta que por más que los mexicanos se maten trabajando para solventar los gastos de la familia, no logran salir de su condición social y que, parte de esta desgracia que tiene a ciudadanía en este panorama, son las medidas erróneas tomadas desde Palacio Nacional.
Pero ¿existirá una solución para cambiar esta realidad tan lacerante para los mexicanos? Claro que sí la hay, el verdadero cambio no llegará solo por la bondadosa voluntad de un individuo charlatán. Si queremos corregir el rumbo del país la única salida es la educación y organización de la inmensa mayoría de la población, de esa que viaja en el transporte público arriesgando su vida, de la que se levanta temprano para ir a laborar a un empleo donde el salario no da más que solo para poder medio recuperar esas fuerzas perdidas a lo largo de la jornada, de esa que a la falta de oportunidades decide autoemplearse con el riesgo de ser perseguido como vil delincuente; sí, de esa gente trabajadora ha sabido salir a delante y que debe estar sabedora del gran poder que representa cuando está organizada y sobre todo consciente de que solo ella puede lograr cambiar las condiciones materiales de México. No nos dejemos engañar nuevamente por falsos profetas y los cantos de sirena que Morena implementará para garantizar la victoria rumbo a las elecciones de 2024.
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