En la incertidumbre se encuentran padres, maestros y estudiantes ante el inminente regreso a clases. El problema no es la urgencia de abrir las escuelas, sino la disyuntiva en la que se encuentran: arriesgar la vida de los estudiantes y exponerlos al contagio, o permitir que su nivel académico siga anquilosado.
La postura que fijó el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, al respecto es que el regreso a clases presenciales no supone un riesgo para la propagación del Coronavirus, por lo que se ha considerado como una actividad esencial y, por lo tanto, no habrá restricciones; eso lo dijo durante una reunión virtual con gobernadores y autoridades estatales. La del presidente Andrés Manuel López Obrador: “llueva, truene o relampaguee” los estudiantes deberán regresar, pero quien debe asumir esa responsabilidad son los padres. Tal vez para el señor presidente, para López-Gatell y para la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez, la decisión es fácil, pues con sus posturas se deslindan de todo compromiso con la salud y educación de la comunidad estudiantil; además de que el retraso académico, la pésima estrategia y los malos resultados de la educación a distancia urgen el regreso.
Sin embargo, los padres deben considerar varios escenarios antes de tomar una decisión, y el panorama es incierto: primero, porque del 12 de abril de 2020 al 01 de agosto de 2021, los casos de Covid-19 entre la población de cero a 17 años pasaron de 84 a 59 mil 127, según datos reportados por la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y adolescentes (SIPINNA), teniendo como principal protagonista a los adolescentes con 33 mil 958 casos y un total de 605 defunciones; la mayoría de los casos presentados mostraron padecimientos adicionales como neumonía, inmunosupresión, renal crónica entre otras; la curva de contagios entre las edades analizadas va en aumento, sobre todo en esta tercera ola, y eso que aún no hay clases presenciales. Segundo, los padres se enfrentan a la gran responsabilidad que representa enviar a sus hijos a la escuela: porque se viene un elevado gasto para la adquisición cubrebocas N-95 o triple capa que garanticen eficacia, gel antibacterial, materiales de higiene tanto para lavar manos como mantener desinfectados sus pupitres y sus accesorios, la pregunta es si ¿tendrán el recurso suficiente para comprarlos?, seguramente que no; también se espera que las escuelas eleven sus cuotas, pues se necesita implementar medidas sanitarias para toda la comunidad estudiantil y personal docente, así como las que garanticen la sana distancia; y por si fuera poco, estar conscientes de que si se llega a contagiar algún niño o joven y su situación de salud se complica, el gasto para la adquisición de medicamentos y atención médica correrá a cargo de los padres, porque el sistema de salud se está saturando y cada día se reduce la posibilidad de que se brinde el servicio en un hospital público, a causa del incremento de casos. Tercero, no hay un plan de vacunación y mucho menos de inversión que permita un regreso a clases seguro.
Pero veamos algunos comentarios de los padres. Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a una reunión en la que la dirigente de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR) en Ahuacatlán, Andrea Nieto Salazar, explicó a un grupo de padres pertenecientes a la comunidad de Totutla, Huitzilan de Serdán, la preocupación de su organización por el regreso a clases, sobre todo porque no hay un plan de vacunación ni de apoyo que permita el regreso seguro. Desde luego, destacó los estudiantes adheridos a esta se han organizado para exigir al gobierno federal y a la SEP que implemente un plan de vacunación y otorguen las condiciones necesarias, invitó a los padres a sumarse a la lucha, ya que son quienes enfrentarán los problemas que se deriven de la decisión presidencial. Tras su intervención, doña Guillermina Martínez Galindo aprobó la lucha de la FNERRR y manifestó que “sería mejor que primero vacunaran a los niños y a la juventud, porque si se van a exponer, les va a afectar. Los maestros tienen que viajar y los pueden contagiar. Tengo un nieto y no me gustaría que se enfermara y contagiara a sus compañeros”. Marisela Herrera, madre de una estudiante de nivel primario, también externó su preocupación por la salud de su hija y que no le gustaría que se contagie solo porque al presidente López Obrador se le ocurrió enviar a los niños de regreso a clases, y menos sin las condiciones ni el apoyo a las escuelas para enfrentar el problema. Doña Filogonia Romero dijo: “nuestras aulas no están en condiciones; como padres tenemos que dar prioridad a la salud de nuestros hijos, quisiéramos que el regreso sea seguro para ellos, que no se vayan a contagiar; si van a la escuela no estamos hablando de un día, son más y eso sí va a generar muchos gastos para los padres, más de lo que de por sí hay”.
Tanto los estudiantes como los padres coinciden en que es peligroso el regreso a clases sin que antes se vacune a los niños y sin que se les garantice lo necesario para mantener las medidas de higiene, y por eso se han sumado a la lucha de la FNERRR que es una lucha verdadera y genuina, para exigir al Gobierno morenista que sea responsable de la salud y educación de los niños y jóvenes, pues no sólo tiene la obligación de garantizar los servicios, sino que gracias a sus medidas económicas y políticas que han llevado al país a una crisis insostenible, ahora los padres no pueden dar las condiciones para evitar que sus hijos se contagien si regresan a clases, por lo tanto tiene el deber de cumplir.
Desde el inicio de la pandemia se envió al matadero al pueblo trabajador, al no brindarle el apoyo alimentario o económico para poder confinarse y evitar el crecimiento de los contagios; ahora, se envía a los hijos del mismo pueblo, que con año y medio de pandemia ya sufrió la pérdida de más de 240 mil ciudadanos y que ahora lo obligan a echarse otra responsabilidad: la de evitar que se genere un caldo de cultivo que detone el incremento de los contagios por covid-19 y la muerte de sus hijos, y el gobierno, como siempre, como Pilatos: lavándose las manos.
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