Este año, mientras muchas familias mexicanas se preparan para celebrar el Día de la Madre, es crucial detenerse a reflexionar sobre la realidad que enfrentan las mujeres que son madres, especialmente aquellas que viven en situación de pobreza o pobreza extrema.
En México, más del 50 % de la población son mujeres, y la mayoría de las madres tienen menos de 20 años. Es alarmante observar que el 82 % de las madres en ese rango de edad están en unión libre o son madres solteras, lo que refleja una falta de recursos para celebrar incluso una modesta boda.
La participación laboral femenina en el país es menor que en otras economías emergentes, lo que agrava aún más la situación.
Una de las injusticias más flagrantes es la desigual distribución de la carga de trabajo no remunerado. Las madres mexicanas dedican cuatro horas diarias más al trabajo no remunerado que los hombres, lo que significa que, incluso si tienen trabajo, este suele estar mal remunerado y deben enfrentar también las labores del hogar y el cuidado de los hijos.
La organización defensora de derechos humanos Tlachinollan acompañó legalmente a 35 niñas víctimas obligadas a casarse en 2023 en Guerrero. En 2024, se han registrado otros tres casos.
La falta de servicios de cuidado infantil adecuados dificulta aún más su participación plena en el mercado laboral.
El Gobierno actual ha tomado decisiones que afectan negativamente a las madres trabajadoras, como la cancelación de recursos para estancias infantiles, dejando a muchas en una situación aún más precaria.
La falta de una política integral por parte del Estado para abordar esta problemática contribuye a perpetuar la desigualdad y la pobreza.
A nivel nacional, la mayoría de los hogares son de jefatura femenina, y muchos de ellos sufren carencias sociales que reflejan la difícil situación en la que viven estas madres y sus familias.
La desaparición de programas sociales bajo el gobierno actual, como el de abasto de leche y el apoyo a refugios para mujeres víctimas de violencia, agrava aún más esta situación.
Es fundamental cuestionar qué hay realmente que celebrar para la mayoría de las mujeres mexicanas en este Día de las Madres. La falta de atención a estas problemáticas por parte de las autoridades y la persistencia de la pobreza y la desigualdad ponen en tela de juicio el verdadero significado de esta festividad.
Mientras celebramos a las madres en su día, también debemos recordar la grave situación de las niñas y mujeres en Guerrero, donde la explotación y venta de niñas persiste a pesar de los esfuerzos por erradicar estas prácticas.
Es fundamental que las autoridades actúen con urgencia para proteger los derechos de estas niñas y mujeres y poner fin a estas prácticas inhumanas.
En la Montaña de Guerrero, las niñas tienen un precio. Se les vende desde los 9 años por cantidades que oscilan entre 40 mil y 200 mil pesos. También se han registrado casos en los que se paga con ganado o incluso cerveza.
Esta práctica está atribuida a “usos y costumbres” de las comunidades, y la pregunta es ¿y qué se hace al respecto aunque sean de usos y costumbres? Nada, no se hace absolutamente nada.
La organización defensora de derechos humanos Tlachinollan acompañó legalmente a 35 niñas víctimas obligadas a unirse en matrimonio durante 2023 en Guerrero. En lo que va de 2024, han registrado otros tres casos similares. Estas uniones forzadas ocurren porque se ha pagado dinero a las familias de las niñas.
A pesar de los talleres de sensibilización impartidos por las autoridades estatales, la venta de niñas persiste. Las comunidades a menudo realizan estas prácticas de manera más clandestina después de que los casos se visibilizan.
El Día de la Madre debería ser una ocasión para reflexionar sobre la maternidad en todas sus dimensiones, incluida la realidad de las madres que luchan contra la pobreza y la desigualdad. Es hora de que se tomen medidas concretas para garantizar un futuro mejor para todas las mujeres y niñas en México.
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