El pasado 2 de junio, la ya de por sí caótica Ciudad de México sufrió una vez más las consecuencias del descontento social con el que la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum mantiene a la capital del país. Esta vez fue turno de los transportistas, quienes, a través de un paro de actividades y bloqueo de las principales vialidades, exigieron mejores condiciones de trabajo, poniendo, en primer lugar, una tarifa mayor para los usuarios, ya que la actual, resulta insuficiente.
Esto trae consigo opiniones encontradas ¿es una exigencia justa? ¿Cómo afectaría a los más de 9 millones de capitalinos y los millones de mexicanos que día a día usan el transporte público? ¿Sobre quién recae la responsabilidad de resolver esta exigencia?
Sobra decir, que el transporte público en la Ciudad de México es uno de los más baratos del país, con solamente 5 pesos es posible recorrer por lo menos unos 10 kilómetros, según declaraciones rescatadas por El País “Los chóferes aseguran que con esa tarifa no les alcanza para vivir. Con el poco margen de utilidad que se tiene, se vive una competencia por el pasaje, que es bastante bajo y vivimos situaciones críticas porque no hay una certeza del ingreso diario” (elpais.com, 2 de junio de 2022), esto, además de no alcanzar para el sustento de sus familias, no permite la remodelación de las unidades o el mantenimiento ideal de estas, lo que provoca un servicio que empeora cada día.
Por su parte, Sheinbaum sólo se ha limitado a decir que la petición de los transportistas no es posible “Sheinmbaum ha informado que el aumento que piden — el Gobierno habla de cinco pesos más, aunque los líderes de las protestas mencionan solo tres pesos extra— es inaceptable. «Nuestro deber es respetar la economía de las familias y mejorar la calidad del servicio», ha afirmado. Y ha agregado que su Administración ha tratado de apoyar al gremio para «mejorar el servicio y evitar el aumento de la tarifa»” (elpais.com, ibidem). Esto, sin embargo, no da una solución clara a un problema que objetivamente existe y que se puede demostrar con el costo de la gasolina “Desde 1995 la tarifa aumentó sólo 3.50 pesos, mientras el litro de gasolina se incrementó 21.66 pesos entre los 2.24 que costaba aquel año y los 24 actuales” (animalpolitico.com 2 de junio de 2022).
A pesar de que la exigencia es real, es innegable que los millones de ciudadanos que a diario usamos estos transportes veremos nuestros bolsillos afectados, dado que la pobreza y desigualdad en las administraciones de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinmbaum, no ha hecho más que crecer.
Uno de los datos más llamativos de su gestión viene de un informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que reportó que, desde 2018 a 2020 -inicio de la administración de Sheinbaum-, la pobreza extrema pobreza extrema aumentó 163 por ciento, esto significa que en dos años casi medio millón de habitantes de la capital pasaron a vivir en pobreza extrema multidimensional, es decir que tienen tres o más de las seis carencias sociales consideradas dentro del Índice de Privación Social: rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a seguridad social, calidad y espacios de vivienda, acceso a servicios básicos de vivienda y acceso a alimentación. Esto, sumado a la abismal pérdida de empleos y el aumento cada vez mayor de la situación no pinta para nada favorable.
Según El Financiero, “el consumo en México cayó en mayo y los analistas avizoran que perderá dinamismo en los siguientes meses, lo que repercutirá en el dinamismo de la actividad económica. Esto, ante las presiones inflacionarias, que impactan en el poder adquisitivo de la población” (Elfinanciero.com 3 de junio de 2022).
El descontento de los transportistas es una muestra más de los cuatro años de gestión de la 4T. No hay nada que presumir, más que una campaña presidencial adelantada y el favoritismo del presidente, pero, ante sus gobernados, el gobierno de Claudia Sheinbaum ha sido un gobierno mediocre, una gestión fracasada, llena de omisiones, violencia, pobreza, inseguridad y muerte.
El aumento a las tarifas no se podrá dar en una situación en la que el bolsillo del mexicano sangra, no se puede dar sin una estrategia y un modelo de gobierno que garantice que los mexicanos puedan comer y vivir dignamente, sin embargo, eso no llegará con la 4T.
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