En días pasados hubo una polémica porque una maestra de la materia de inglés permitió que durante su clase los alumnos escucharan las canciones de Peso Pluma. Obviamente había un sector de alumnos que la admiraron por permitir escuchar esas tonaditas, pero también hubo un grupo de docentes que se pronunció en contra de que los alumnos escucharan ese tipo de música.
Esta situación me animó a escribir mi posición sobre el caso, no porque esa situación me sorprenda, sino porque me interesa despertar en mis amables lectores una reflexión al respecto, no solamente a ese tipo de dizque música, sino a la forma en que sutilmente este sistema capitalista corrompe a la juventud, degrada la música mexicana, impone modas y modismos que nada tienen que ver con el arte.
El sistema promueve y aplaude a los dizque artistas que se atreven a cantar groserías y que casi se desnudan en un escenario, llevando a un altar a ídolos de barro que serán usados para controlar las acciones y pensamientos, no sólo de los jóvenes, sino del pueblo en general.
Para empezar con el tema debemos preguntarnos qué es el arte. Mucha gente se jacta de saber mucho de música, bailes, pintura o incluso se consideran buenos bailarines (quizá porque saben dos o tres sones de algunas regiones del país) o buenos cantantes, porque se saben todas las canciones de banda El Recodo, Paquita la del Barrio, J Balvin, Karol G, RBD, Bad Bunny, etcétera.
Incluso hay personas que dicen “yo sí sé de arte, además en mi barda ya pinté varios murales alusivos a la Navidad”, y se molestan si alguien se atreve a lanzarles un comentario en contra de lo que ellos consideran "buena música" o excelentes bailes modernos, incluso piensan que grafitear una barda es lo más extremo del arte.
Así, la situación se vuelve preocupante y delicada, y a esto hay que sumarle el analfabetismo cultural que se vive en las escuelas, ya que la educación artística ha sido casi suprimida de tajo del programa de materias que los alumnos deberían cursar.
La buena música mexicana, los bailes folclóricos de las distintas regiones del país, las artes plásticas, el aprendizaje de diversos instrumentos musicales, la enseñanza de la poesía, todas estas ramas del arte han sido casi borrados del mapa de la educación integral cultural, que deberían, desde la educación básica, servir como base para impulsar el amor por las bellas artes y la expansión de la conciencia del hombre.
Pero bien, regresando a la pregunta sobre qué es arte, ya lo dijo Auguste Rodin, escultor francés (1840-1017): “Es feo en el arte lo que es falso, lo que es artificial, lo que pretende ser bonito o bello en lugar de expresivo, todo lo que carece de alma y de verdad, todo lo que no es más que alarde de hermosura y de gracia, todo lo que miente”.
Para que alguna de las diversas expresiones artísticas sea considerada como arte, debe ante todo traer beneficios, primero al individuo que se dedica a alguna actividad artística y posteriormente a la audiencia que lo escucha y observa; debe transformar el espíritu de quienes se dedican al arte y es un primer requisito compaginar el pensamiento con la actividad artística.
Impulsar la verdadera cultura transforma la conciencia del hombre y lo pone de pie para encabezar la lucha por la emancipación de la clase obrera.
El maestro Aquiles Córdova Morán, a través de su libro "El arte, arma para la transformación del hombre", plantea que “el hombre hace arte por necesidad, porque se lo exige su conciencia: por tanto, el arte nace con el hombre mismo; precisamente porque nace con el ser humano, en la historia no se puede ubicar una fecha exacta de su origen, porque en cada lugar donde aparecen vestigios humanos aparecen, también, vestigios de arte”, y además enfatiza que “un artista popular, un artista revolucionario que quiere el bien de la humanidad, con su arte nos enseña a conocer la sociedad en la que vivimos, nos descubre las relaciones injustas entre los hombres, nos hace patente la miseria, el dolor, el sufrimiento, las carencias y también las pequeñas alegrías de los explotados y nos hace ver la desidia de los explotadores”.
Con respecto a lo que significa ser artista nos dice que “alivia al hombre de su tristeza vital de no poder detener el momento, al entregarle una obra que aunque sea durante un tiempo corto, dura y permanece y se reivindica a sí misma”.
Tal es el caso de grandes obras musicales como “La novena sinfonía” del gran compositor alemán Ludwing Van Beethoven, “El lago de los cisnes” del compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovsky, el retrato de Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo, mejor conocido como La Gioconda o Mona Lisa, gran obra pictórica del polímatarenacentista italiano Leonardo da Vinci y grandes obras artísticas de la literatura universal como Don Quijote de la Mancha del escritor Miguel de Cervantes Saavedra.
Espero que lo anterior expuesto por lo menos nos invite a la reflexión, ya que vivimos en un mundo cada vez más deshumanizado, donde los seres humanos permanecen impasibles y los gobiernos guardan un monstruoso silencio ante las masacres perpetradas por los israelíes contra los palestinos.
Diariamente los países poderosos pisotean y saquean los recursos naturales de los países tercermundistas, con la complicidad de la gran burguesía y los gobiernos en turno.
El gran capital envenena la mente de nuestros niños, imponiéndoles modas y modismos que envilecen la conciencia del hombre. Alguien tiene que poner un alto a tanta barbaridad.
Necesitamos impulsar la verdadera cultura, el arte, lo que transforma la conciencia del hombre, para ponerlo de pie y encabezar la lucha por la emancipación de la clase obrera. Para detener esas monstruosas guerras que promueve el capital, necesitamos generar conciencia en los hombres y la cultura es una gran herramienta para lograrlo.
Hoy como en las épocas más terribles de la humanidad que se conocen como esclavismo, la cultura puede ayudar a liberar al hombre del yugo de la gran explotación de los obreros de todo el mundo a manos del gran capital.
Exijamos una educación integral en las escuelas, juntos podemos cambiar el futuro de la humanidad. En el Movimiento Antorchista tienes una mano amiga. Sí se puede compañeros.
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