Si nos referimos al consumo humano, el 26 % de la población mundial, es decir, más de 2 mil 200 millones de personas, son las que no tienen acceso al vital líquido; mientras que, en México, aproximadamente 21 millones de personas (el 16 %) viven sin acceso al servicio básico.
El problema de la explotación de los mantos freáticos y contaminación superficial del agua es más complejo de lo que nos imaginamos. Hay otras causas e intereses que se han gestado en las últimas décadas, provocando que nuestro país se encuentre en una crisis hídrica aguda: la sobreexplotación del agua del subsuelo y los ríos, realizada por agricultores, ganaderos, empresarios de bebidas y mineros; y las fugas de la deficiente infraestructura hidráulica del servicio doméstico, han logrado que nuestro territorio cada día esté más seco.
Exigimos un plan para tratar las aguas residuales, para que las grandes ciudades junto la industria y el comercio tengan sus plantas tratadoras y dejen de contaminar.
Nuestro país ocupa el cuarto lugar a nivel mundial con la mayor extracción de agua del subsuelo. A ello hay que sumarle la terrible contaminación que ocasionan la industria, el comercio y las grandes ciudades, al verter sus aguas residuales al mar, arroyos, ríos y barrancos, provocando la contaminación de las aguas superficiales y daños irreparables a la flora y la fauna, además de enfermedades peligrosas a millones de personas.
Urge elaborar proyectos gubernamentales para que el agua deje de ser negocio de pocos y carencia de muchos. La ambición por la ganancia está acabando con el agua.
Las estadísticas registran un incremento en el consumo del 1 % anual durante los últimos 40 años, debido al crecimiento demográfico, desarrollo económico en varios sectores productivos y cambios en los patrones de consumo.
El aumento es por el desarrollo de la gran industria, la agricultura y el comercio, si de verdad queremos encontrar los responsables de la sequía, ahí están: en pocas palabras, el gran negocio privado del agua está secando al territorio.
El agua está acaparada, controlada y es comercializada por unos cuantos empresarios millonarios, que explotan los mantos acuíferos, presas, lagos y ríos, sacando millones de pesos de utilidades, sin pagar impuestos. Mientras tanto, la inmensa mayoría que cuenta con el servicio tiene que pagar altos costos de los recibos en sus hogares, sufriendo tandeos al mes y cuando bien les va, dos o tres veces por semana.
Además, hay más de 20 millones de personas que viven en zonas conurbadas de las grandes ciudades y comunidades rurales alejadas que no cuentan con este servicio, y que durante décadas siguen esperando sin encontrar solución.
Los Gobiernos, después de tantos siglos, no han podido realizar un plan hídrico para dotar a la gente del líquido y deben acarrear el agua con bestias de carga o sobre sus espaldas, recorriendo largas distancias.
Se necesita invertir fondos para infraestructura que sea sustentable; que las autoridades de los tres niveles de gobierno implementen un plan nacional, seccionado por región, estado o municipio para asegurar el almacenamiento y suministro de agua en cada hogar y de otros sectores que consuman agua.
Una élite adinerada explota y contamina nuestras aguas mientras una inmensa mayoría paga a precios de oro el servicio y otra parte carece de este. Mientras tanto, montañas del dinero público se destinan a obras faraónicas, y no hay recursos para garantizar el acceso diario al agua potable para toda la población.
Por ello, los antorchistas de todo el país exigimos un plan nacional hídrico, para almacenar mediante la construcción de presas, bordos de almacenamiento, embalses, recolección de agua de lluvia, acueductos, desalinización, reutilización del agua y cuidar el consumo industrial, agrícola, comercial y doméstico, dando prioridad para dotar a cada hogar de este servicio.
Urgen programas para que la población cuide el consumo del agua, aplicar sanciones para que las empresas dejen de sobreexplotar y paguen lo que consumen.
Además, exigimos un plan para tratar las aguas residuales, para que las grandes ciudades, industria y comercio tengan sus plantas tratadoras y dejen de contaminar. Basta ver algunos ríos para ver la contaminación de todos los días, sin que nadie diga nada a las empresas contaminantes.
Llegó el momento de que todos cuidemos el vital líquido; hagamos uso racional, no contaminemos, dotar a todas las familias y hacer que todos paguemos lo justo, los escasez de lluvias, el calentamiento global, la sobreexplotación de los ríos y mantos acuíferos, la contaminación desenfrenada e irresponsable, están provocando que el problema del agua nos lleve a un callejón sin salida y entonces que se salve quien pueda.
Creo que estamos a tiempo: hagan algo, gobernantes, porque estoy seguro de que nadie querrá morir de sed.
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