La historia ha demostrado que la educación es el motor de desarrollo económico y social de un país; es, por tanto, un pilar para el Estado, que debería ser prioridad en las políticas públicas.
Sin embargo, cada uno de los gobernantes que han pasado por la silla presidencial, realiza propuestas de atención a la educación, casi siempre con diferencias extremas entre cada uno de ellos, lo que no permite consolidar un proyecto definitivo y uniforme.
Este cambio, ya esperado por todos, que se da cada sexenio, ataca siempre a la forma y no a la esencia de la educación, es decir que el cambio solo es estético; por ejemplo, se cambia de nombre al modelo educativo, o se modifican los planes y programas, o hasta los libros de texto gratuitos, pero en el fondo todos persiguen lo mismo: crear más peones para el sistema, y dejan de lado la liberación del ser humano, la creación del hombre nuevo que el mundo necesita.
El caso del gobierno de la 4T y sus decisiones respecto a la educación, han excedido en mucho los desatinos, que hasta el más inculto puede notar por ser tan evidentes y que no coinciden para nada con las promesas de campaña que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, hizo ante el sector magisterial y estudiantil.
En campaña electoral hizo 10 compromisos puntuales, de los cuales mencionaré algunos a manera de recordatorio:1) Fortalecer la educación pública gratuita y de calidad en todos los niveles escolares, bajo la premisa de que la educación no es un privilegio es un derecho del pueblo, 2) Habrá alimentación en todas las escuelas de educación básica de las zonas pobres y marginadas del país.
En el caso del punto un, por ejemplo, en cuestión de inversión, se ha presupuestado la cantidad más baja en 10 años, que representa una reducción de 64,868 millones de pesos (politica.expansion.mx), cuando debería ser lo contrario, pues la pandemia hizo evidente la urgente necesidad de mejorar la infraestructura educativa, la capacitación tecnológica del docente, el uso de las tecnologías de la información en la práctica de enseñanza -aprendizaje.
En el punto dos, que sonaba más coherente, sucedido que los recortes presupuestales indiscriminados han hecho de las suyas sin medir, creo yo, las consecuencias. Ejemplo claro es la desaparición del programa de Escuelas de Tiempo Completo que tenía beneficios tangibles, como ofrecer a los niños 3.5 más horas de clase al día, lo que permitía a las madres de familia trabajar más y por tanto ganar mejor, y los niños y niñas lograban un 30 por ciento de mejor aprendizaje. Unos 3.5 millones de niños se beneficiaban en 25 mil escuelas, y de esos, un millón 75mil niños eran de alta y muy alta marginación, que hacían su comida más fuerte del día en los comedores de las escuelas.
Y si a eso agregamos que por la reducción de horas clases, hubo miles de despidos docentes, que, en medio de la pandemia, hicieron más compleja la situación económica de los mismos. Estos estragos, no tienen nada que ver con el ideal prometido, y aunque se diga desde palacio nacional, que vamos avanzando, y que seguramente se trata de perspectivas, reitero que la realidad solo es una, y no se puede negar lo que en ella sucede.
En Colima, la 4T también vino a hacer promesas y después de la mitad del sexenio, seguimos esperando el cumplimiento, pero tal parece que vamos en retroceso. Pues se dejaron de construir escuelas, por lo que el progreso se detuvo; con la intención de eliminar la corrupción, famoso slogan de campaña, se eliminaron varios programas en educación básica, y en media superior lo que desencadenó inevitablemente en despidos. Pero también nos prometieron que no volvería a haber atrasos en los pagos de nómina, lo que lejos de corregirse, se ha venido agravando.
Pero por qué sí hay dinero para partidos políticos y para aumentar los programas federales y hacer mega obras, no hay recurso para mejorar la educación ¿A dónde se va tanto dinero que se reúne por el pago de nuestros impuestos? Tantas preguntas que hacerse, pero la respuesta, aunque nos resistamos a entenderla así, es que la educación no es una prioridad para el gobierno de López Obrador, y para ello, basta echarle un ojo a la cantidad de dinero que se va a gastar en la revocación de mandato, o lo que se gastó en la pasada encuesta para enjuiciar a los presidentes. Ahí puede notarse claramente cuáles son los verdaderos intereses de este nuevo gobierno, el poder y más poder.
Urge frenar los desatinos en la educación y exigir que verdaderamente sea un derecho del pueblo y que ejerza con justicia, que se lleve a la practica y no solo se quede en papel y discursos.
Ante la nueva dinámica mundial, de la deshumanización y la avaricia de poder que está matando a hombres, mujeres y niños inocentes, urge que nuestro país tenga condiciones óptimas para educar a su patria, para liberar al ser humano de la esclavitud moderna en la que vive, y en el salvajismo y barbarie en que hemos caído la humanidad, esa creo yo que es la verdadera esencia de la educación.
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