Se acerca el Día del Niño o, fecha en que por todos los medios se nos recordará la importancia que tiene “cuidar a la niñez”, más si tomamos en cuenta que estamos viviendo tiempos electorales, se inundarán las redes sociales de imágenes, donde los gobernantes de los diferentes niveles o candidatos que buscan ganarse la confianza de la ciudadanía, muestren su “preocupación” por los que acertadamente -dicen- son el futuro de nuestro país, pero ¿cuántos realmente hacen algo para cambiar la situación de pobreza y miseria en que vive la gran mayoría de estos niños?
Ya en el año 2017, el Inegi precisaba que en México se tenían a 3.2 millones de niños realizando alguna actividad económica de sobrevivencia, tras la pandemia las cifras se han disparado.
Se prevé que la crisis por covid-19 puede “empujar a millones de niños vulnerables al trabajo infantil. La Organización Internacional del trabajo (OIT) estima que hay en el mundo 152 millones de niños en situación de trabajo infantil, de los cuales 72 millones realizan trabajos peligrosos”.
Repasando la historia nos encontramos que el Día del Niño fue creado para conmemorar a todas las víctimas infantiles que dejó la Primera Guerra Mundial. En 1924, la Liga de las Naciones ratificó la Declaración de Ginebra sobre los Derechos de los Niños, que tenía como objetivo garantizar la protección de los pequeños. Donde se establece que los niños tienen derecho al "desarrollo material, moral y espiritual; a recibir ayuda especial cuando está hambriento, enfermo, discapacitado o huérfano; a que se le socorra en primer lugar en situaciones graves; a quedar exento de cualquier explotación económica y a recibir una educación que le inculque un cierto sentido de responsabilidad social".
En México, el Día del Niño se celebra desde 1924, cuando el gobierno de Álvaro Obregón y el Ministro de Educación Pública, el licenciado José Vasconcelos, aceptaron la ratificación de la declaratoria en Ginebra hecha por la Liga de las Naciones, y fueron ellos quienes establecieron como fecha oficial de celebración el 30 de abril.
En la actualidad vemos con gran preocupación que estos derechos de los niños son letra muerta, porque todos sabemos que se tiene una relación muy marcada y directa entre pobreza, bajos salarios y trabajo infantil, por lo tanto, no es sorprendente que 8 de cada 10 niños trabajen en pequeños talleres, en el sector de la agroindustria y servicios, y que la mitad de ellos no reciban un ingreso fijo por su labor.
A raíz de la pandemia la situación se torna más difícil, la deserción escolar alcanza cifras escandalosas, pero, por si fuera poco, ahora el gobierno federal hace grandes esfuerzos por convencer a padres de familia y maestros para que los niños regresen a las aulas, sin proporcionarles la más mínima garantía de protección para evitar contagios por covid-19, como sería, que todos los niños sean vacunados previamente.
Ante este aciago panorama, ¿los niños del país y el mundo tienen algo que celebrar este 30 de abril? Claro que no.
En México urge un cambio de modelo económico, para que sea posible una distribución más equitativa de la renta nacional y los niños tengan la posibilidad real de satisfacer sus necesidades elementales y desarrollar todas las aptitudes y cualidades propias de su edad.
Ha llegado el momento de que los mexicanos en edad de tomar decisiones concienticen que la única vía para cambiar la vida de los niños y del pueblo en general consiste en que se fortalezca y se desarrolle aceleradamente la organización de los pobres de México, para que tomen en sus manos el destino del país, es la tarea que el Movimiento Antorchista Nacional realiza desde hace 47 años.
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