Según palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador, su mayor anhelo es que, al término de su administración, en nuestro país exista menos pobreza y más igualdad; por eso su lema de gobierno es “por el bien de todos, primero los pobres”.
Desde luego que es un propósito con el que nadie puede estar en desacuerdo, pero se ha hecho muy poco para que, en la realidad, se refleje esta intención.
El gobierno está en manos de funcionarios incompetentes y, lo peor, son una caterva de embaucadores y mentirosos que por su mala gestión, en todos los problemas torales del país, los mexicanos estamos peor que al inicio de la administración de López Obrador.
Por la pésima conducción económica, tenemos 6.1 millones de mexicanos más que pasaron a engrosar las filas de los más pobres, de lo que culpan a la pandemia, sin embargo, objetivamente, el Coronavirus no tiene toda la culpa, recordemos cómo el Gobierno Federal se negó a instrumentar medidas que protegieran a la población y a las micro, pequeñas y medianas empresas; a los primeros, los encerró en sus casas sin proporcionarles una alternativa de solución del abasto de lo más elemental, que es la comida.
A las empresas no les otorgó exenciones fiscales, ni paquetes que les permitieran posponer sus obligaciones fiscales para mejores tiempos, lo que obligó a muchas de ellas a cerrar sus operaciones dejando sin su fuente laboral a millones de trabajadores, que trajo consigo la caída del PIB en ocho puntos porcentuales en 2020, sin olvidar que México ocupó el nada honroso cuarto lugar mundial en muertes por la pandemia.
Que de pasada, colapsó el de por sí deficiente Sistema Nacional de Salud, que constituye otro de los fracasados anhelos del presidente, de llevarlo al nivel del que existe en Canadá o Dinamarca y de eso, ya no se menciona ni una palabra. A más de cuatro años de gobierno, no han podido solucionar la falta de medicamentos para los niños con cáncer y para los pacientes con enfermedades crónico degenerativas como el cáncer de mama en las mexicanas; la diabetes, segunda causa de muerte en nuestro país; los enfermos de V.I.H, entre muchos más.
Contra todo lo que diga López Obrador cada mañana, los programas sociales no han funcionado, las cifras son elocuentes. Más bien, los ha utilizado para comprar conciencias y votos con la entrega de las famosas tarjetitas de transferencias monetarias individuales. Y, los programas sociales que sí tenían una repercusión más efectiva en la atención de las desigualdades, como las estancias infantiles, las escuelas de tiempo completo entre otros, los cerró.
En el caso de las estancias infantiles, el pretexto fue la corrupción que existía en su funcionamiento, pero con haber tomado las medidas pertinentes para erradicar este mal hubiera bastado, sin embargo, dejó en el desamparo a medio millón de niños y a sus padres al quitarles la posibilidad de seguir en el mercado laboral y con esto reducir sus ingresos; en el caso de las Escuelas de Tiempo Completo, sucedió algo similar.
La inseguridad sigue tan campante y en constante aumento, el más reciente informe de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH), establece que en nuestro país la violencia ha desplazado de sus hogares a más de 379 mil 322 personas, ocasionando una crisis humanitaria de desplazamiento interno forzado.
El actual sexenio de López Obrador se perfila como el más violento, se estima que antes de que concluya el primer cuatrimestre de 2023 rebasará las más de 156 mil muertes violentas acumuladas durante la administración de Enrique Peña Nieto.
Otro fracasado anhelo de López Obrador, es la lucha contra la corrupción, múltiples estudios, encuestas y análisis muestran que funcionarios federales, estatales y municipales siguen cometiendo actos de corrupción, estos desmiente el dicho del presidente de que ya no hay corrupción. El Índice de Percepción de Corrupción (IPC), difundido en enero de 2022, que clasifica a 180 países en una escala de 0 (totalmente corrupto) a 100 (totalmente limpio), México, con 31 puntos, ocupa el lugar 124, lo que significa que hay 123 países menos corruptos que el nuestro y 56 más corruptos.
Toda la problemática antes expuesta, que es el pan de cada día de los mexicanos, debería ser suficiente para que los ciudadanos se dieran cuenta del desastre en que López Obrador tiene sumido a nuestro país, pero la realidad nos indica que no es así. Que la pobreza en que estamos sumidos cerca de 100 millones de compatriotas, nos ciega y, que el trabajo cotidiano de todo mexicano bien enterado debe ser organizar y educar políticamente a esa gran masa de ciudadanos para que aceleren su concientización de que estos grandes males que padecemos tienen una solución y, que ésta, radica en que el pueblo que es en última instancia, el que tiene esos padecimientos se decida de una vez por todas a tomar en sus manos el destino de la patria, mediante el fortalecimiento de su organización.
Los cantos de sirenas deben quedar rebasados, es tiempo de despertar a la realidad y, construir el instrumento político que nos permita tomar el poder para realizar un verdadero cambio del modelo económico, que es la alternativa inmediata, trabajemos en este sentido y confiemos en el despertar de los más humildes que son los únicos que pueden hacer la tarea.
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