Quienes actualmente nos gobiernan, pretenden convencer a la población de que ellos son los únicos honestos y los únicos defensores de la democracia y descalifican totalmente a los actores políticos del pasado. No debe desconocerse que la inmensa mayoría de la población considera que los gobiernos anteriores dañaron gravemente al país con sus acciones de gobierno o por impulsar reformas constitucionales que dañaron a sectores importantes de la población como por ejemplo la Reforma Educativa o la Ley Agraria. Por ello, durante la campaña de 2018 muchos ciudadanos cansados de los malos gobiernos buscaron ávidamente un líder que realmente se preocupe por el pueblo, y se volcaron en las urnas dando un voto de castigo a los partidos que nos gobernaron anteriormente y aventurándose por una opción diferente creyendo que no podíamos estar peor de como estábamos.
Hubo voces que trataron de alertarnos diciendo que podíamos caer de la sartén a la lumbre, pero fueron insuficientes para contener la ira popular. Dicho y hecho; mucha gente se arrepiente y se lamenta del error de haber votado por la peor opción pues la vida les ha demostrado con creces que sí podíamos estar peor, mucho peor; por ejemplo la vida tanto en el medio rural como en el urbano es cada vez más difícil por el empobrecimiento de la población y no hay un programa que ayude a mitigar la miseria pues los programas como “sembrando futuro”, el de los “ninis”, las becas “Benito Juárez” y el de los adultos mayores no compensan lo que perdieron quienes recibían “Prospera”. Si se agrega que no hay estímulos a las ramas agrícolas, industriales o de servicios, que desapareció el Seguro Popular y que ya se hizo crónico el desabasto de medicinas, desabasto letal en tiempos de pandemia, o que contrariamente al triunfalismo gubernamental, crecen desmedidamente el desempleo, la violencia, la inflación al grado de que la promesa insignia de campaña de bajar a 10 pesos el litro de gasolina no sólo resultó utópica sino falsa pues hay lugares donde ronda los 23 pesos por litro.
En fin, no se trata de hacer un recuento de todo lo malo que esté haciendo la actual administración; solamente refiero algunas cosas que ayuden a comprender por qué mucha gente se siente decepcionada del actual gobierno y del por qué también ya no siente el entusiasmo que en la campaña del 18 sentía por todas las promesas y hasta por las ocurrencias de los nuevos gobernantes; personalmente he escuchado a mucha gente decir que no mira ninguna ventaja del actual gobierno respecto a los gobiernos anteriores; es más, muchos consideran peor al actual.
Esto es entendible porque buena parte de la gente que confió en el actual mandatario pertenece a la clase media que sí lee y que por lo mismo tiene capacidad de formarse un criterio propio; este sector se sintió golpeado por medidas como la desaparición de los fideicomisos que fomentaban la cultura, el deporte, la ciencia, las becas de postgrado en el extranjero, la nula inversión para estimular a la pequeña industria y al comercio, etc. Por otro lado, está la población más pobre, los obreros y los campesinos a quienes más ha golpeado la crisis porque durante la pandemia perdieron sus empleos, los precios de los productos de primera necesidad aumentaron de precio precisamente cuando más padecían la falta de recursos para adquirirlos, este sector es el más golpeado y el que más muertos ha sufrido por causa de la pandemia; además, todo mundo sabe que México es el país que menos apoyo brindó a la población durante el confinamiento; algo que alarma demasiado, es la noticia que ha corrido en los últimos tiempos en el sentido de que nuestro país tiene el mayor número de huérfanos a causa de la covid-19.
En lo político, tampoco hay elementos que indiquen que la democracia mexicana haya tenido un avance significativo a favor de la población en general. Por el contrario, antes de las elecciones pasadas, proliferaron los ataques, los golpes bajos y hasta la represión injusta en contra de personas y organizaciones que ningún delito cometieron como es el caso del Movimiento Antorchista que ha sido blanco de ataque desde el inicio de la actual administración por el simple hecho de tener una visión y un programa de lucha diferente al que impulsa la actual administración.
También en éste terreno podría decirse mucho más, pero creo que basta con recordar que en la jornada electoral anterior hubo infinidad de anomalías cometidas por los representantes del partido en el poder que revivió el modus operandi de gobernantes de otros tiempos y que se creía ya superado. En otras colaboraciones he tratado de acciones de este gobierno que reflejan una actitud dictatorial y en esta ocasión agrego una más: la injusticia que mis compañeros poblanos, concretamente los de Santa Clara Ocoyucan y Huitzilan de Serdán a quienes pretenden arrebatarles el triunfo que legalmente obtuvieron en las urnas, desconociendo descaradamente a los presidentes municipales electos solamente por ser antorchistas. ¿No que muy democráticos?
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