Llegaron las campañas políticas, y en un abrir y cerrar de ojos llegó la Navidad, con sus arbolitos, luces, gorros rojos, posadas, piñatas, y la miseria y las carencias de la población mexicana también desaparecieron como por arte de magia, como si nunca hubiera existido. Todo es felicidad, abrazos, felicitaciones, fiestas, etcétera, y junto con ello, palabras sensibleras, mensajes bonitos, y poses de los posibles precandidatos y candidatos que no cambian absolutamente en nada.
En las próximas elecciones de junio de 2024 se elegirá presidente de la república, nueve gubernaturas, 128 senadores, 500 diputados federales, 31 congresos locales, mil 580 ayuntamientos, 16 alcaldías y 24 juntas municipales, que suman en total 20 mil cargos de elección popular y podrán acudir a las urnas, unos 98 millones de electores que elegirán servidores públicos por un periodo de tres o seis años. El calendario electoral para las precampañas abarca del 20 de noviembre de 2023 a 18 de enero de 2024, las campañas comprenden del 1 de marzo al 29 de mayo de 2024 y la jornada electoral será el 2 de junio de 2024.
Como lo establecen las leyes electorales, las y los aspirantes deben respetar los lineamientos generales para regular y fiscalizar los actos, actividades y propaganda realizados en los procesos políticos. Se prohíbe la entrega de cualquier tipo de material en el que se oferte o entregue algún beneficio de manera directa, en especie o en efectivo, que condicione la participación en el proceso electoral.
La propaganda debe estar regulada y en este cuento de terror electoral, el INE informa que se invertirá la cantidad de 10 mil 450 millones de pesos de financiamiento público, resultado de las aportaciones de los mexicanos.
A pesar de la enorme cantidad de datos y “candados” para que no haya fraudes, trampas o violaciones a las disposiciones electorales, los primeros actos fraudulentos los comete todos los días el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, abusando de la confianza y el poder que el pueblo le confió, igual que los gobernadores, independientemente del partido al que pertenezcan, sin descartar a los presidentes municipales, último eslabón del derroche de recursos públicos.
Como es muy sabido, toda la estructura electoral está previamente diseñada para respetar el mismo esquema sobre el que se mueve. Los candidatos están previamente elegidos por las cupulas de los partidos políticos, por lo que la participación de los electores es un mero trámite para justificar, con papeleta en mano, que el ganador tiene la mayoría que lo respalda.
Los primeros actos fraudulentos los comete todos los días el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, abusando de la confianza y el poder que el pueblo le confió.
Pero la verdadera democracia no existe para el pueblo mexicano poco enterado de las maniobras de las cúpulas partidistas, pues sólo los humillan, arrojandoles “utilitarios electorales” mediatizadores: despensas o tinacos y calentadores solares para “amarrar el voto”, como sucede en todos los municipios del estado de Querétaro, donde los actuales funcionarios del Partido Acción Nacional (PAN), con Roberto Sosa a la cabeza, para mantener el poder y por tanto en el cajón del dinero, tratan a los ciudadanos como rebaño, confiado en que no necesita ninguna alianza para ganar la diputación federal.
Claro, tiene a su disposición los recursos de la admistración municipal (¿si no entonces, para qué es el poder?), que reparte entre sus “operadores” a través de los cuales obligan a la población a votar por él o su partido, o de los contrario, atenerse a las consecuencias de no atender y menos resolver una sola de las necesidades de su pueblo, colonia o centro de trabajo, como lo hacen con las colonias organizadas en el Movimiento Antorchista del estado. ¿Así se quieren ganar los votos de la población?
0 Comentarios:
Dejar un Comentario