México enfrenta una crisis persistente que amenaza con socavar las estructuras estatales y desestabilizar la sociedad en su conjunto: el narcotráfico. Este fenómeno, enraizado en la compleja red de factores sociales, económicos y políticos, ha tejido una cultura y estructura que permea en casi la totalidad del país, generando un desafío inmenso para las autoridades y ciudadanos de a pie.
?La penetración del narcotráfico en México ha llegado a un punto crítico, donde sus terribles tentáculos se extienden más allá de las fronteras de lo ilegal, para corroer las instituciones gubernamentales y erosionar los cimientos de la sociedad. Los cárteles de la droga han demostrado ser entidades astutas, capaces de eludir la justicia y subvertir la autoridad, poniendo en jaque a un Estado que lucha por mantener el orden y la paz.
?El narcotráfico ha permeado las capas más profundas de la sociedad mexicana, a través de la música, la moda y los medios de comunicación; se ha glamorizado un estilo de vida vinculado al crimen organizado. Este fenómeno cultural no solo perpetúa la violencia y la impunidad, sino que también mina la moral social y debilita el tejido mismo de la convivencia pacífica.
López ha hecho lo que nadie para erradicar el narcotráfico: nada. Sólo declaraciones de su estúpido humanismo con “abrazos no balazos”. ¿Resultado? lo que vemos hoy: sangre, sangre, sangre.
?En este devenir, la administración de López ha hecho lo que nadie para erradicar el problema: nada. Ha hecho varias declaraciones de su estúpido humanismo con “abrazos no balazos”. Resultado lo que vemos hoy: sangre, sangre, sangre.
?El acto de los pobladores, los campesinos de la “heroica Texcaltitlan”, como se le ha dado reconocimiento social, es el ejemplo más estricto del desprecio y el rechazo que muchos mexicanos sentimos por las organizaciones criminales. Les costó la vida a cuatro campesinos, pero ganaron, tal vez, una bocanada de aire fresco.
Quien no sienta que las personas hicieron lo correcto, pues debería reflexionar sobre estas frases que a menudo repetimos: “Tierra y Libertad”, “Patria o muerte” o, estos versos de Antonio Mediz Bolio:
“Y entonces, entre el asco de toda la mentira, de toda la cruel befa del mundo sintió ira,ira trágica noble de león provocado
que se ha dormido libre y despierta enjaulado.
Y oyó que de él reían como de simple y bobo,
de él, que igual que un hombre estrangulaba a un lobo,
¡Ya no pudo más! ¡Un día se alzó contra el tirano
y le arrancó la vida!
¡Con su plebeya mano
se hizo justicia el siervo!”
Sí, porque de no armarse valor, sólo les quedaba esperar la nula justicia del Estado morenista, encabezada en el Estado de México por Delfina Gómez; ineficiente en toda la extensión de la palabra.
Los mártires de Texcaltitlán no deberían serlo, pero las circunstancias tan adversas los obligaron a derramar su sangre: que en paz descansen y pronta resignación a sus familias. No podemos seguir esperando a que la sangre del pueblo siga haciendo ríos; es hora de estrangular al verdadero lobo: ¡el sistema capitalista, sustantivado en Morena y López!
La violencia es terrible y la violencia combatida con violencia sólo genera más, cierto, pero la realidad le dijo a los campesinos que si les abofeteaban, no debían poner la otra mejilla. No hay condena de eso, por lo menos no de mi parte.
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