“El futuro de México” es como escuchaba en todos lados que los políticos se referían a los estudiantes cuando yo era una niña. Los discursos al respecto siempre fueron muy bonitos, alentadores, nos hacían soñar con la oportunidad de convertirnos en los mejores doctores, abogados, maestros, ingenieros, entre otras profesiones, de México.
Crecí y la historia real no es así. Y con eso creció mi capacidad de comprender que eran solo discursos. Y que, en realidad, a los políticos no les importaba para nada la educación de nosotros; cuando estuve en una escuela que no tenía la capacidad en infraestructura para atender la matrícula estudiantil que tenía y vi cómo una y otra y otra y otra vez los comisionados de la SEP, supervisores, candidatos a puestos del gobierno y mismos presidentes municipales asistían, no cambiaba nada de esta y seguía en las misma condiciones, me di cuenta de que entonces, al futuro de México le tocaba exigir educación de calidad.
En México, más 4 millones de niños, niñas y adolescentes no asisten a la escuela, mientras que 600 mil más están en riesgo de dejarla por diversos factores como la falta de recursos, la lejanía de las escuelas y la violencia, esto de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, en inglés (UNICEF).
Además, la calidad del sistema educativo de México se ha visto deteriorada en los últimos años. De acuerdo con el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), las oportunidades de crecimiento de los más de 30 millones de alumnos que actualmente cursan la educación obligatoria en México dependen en gran medida de la adquisición de conocimientos y el desarrollo de habilidades adecuadas a las actividades productivas del país. El hecho de que el sistema educativo mexicano sea de los más grandes del mundo implica la existencia de grandes retos y por ello grandes necesidades.
En el marco de la conclusión del ciclo escolar 2022-2023, es necesario revisar las condiciones de la educación mexicana, pues la deserción escolar, eliminación de programas, falta de evaluaciones y el cambio de programa educativo por uno aún mas deficiente, auguran un próximo ciclo escolar aún más retrasado.
A raíz de la pandemia se vio rezagado aún más el aprendizaje de los estudiantes, ya que las medidas implementadas por el gobierno no fueron suficientes para recuperar el aprendizaje y a los estudiantes que por diversas circunstancias abandonaron la escuela, sin contemplar que este ciclo escolar será recordado por la eliminación de las Escuelas de Tiempo Completo (ETC).
Y el hecho de que en estos cinco años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, haya habido tres titulares en la Secretaría de Educación Pública, explica que no existe continuidad alguna en los proyectos ni coordinación entre áreas.
No puede ser posible, que siendo México el 14 lugar dentro de las economías más grandes del mundo en 2023 de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), no tenga la capacidad de dotar a millones de niños y jóvenes educación digna. Se trata pues de un crimen en contra de la educación y todos debemos involucrarnos y exigirles a las autoridades gubernamentales que tomen en serio el papel de la educación en la sociedad.
El Instituto Belisario Domínguez de la Cámara de Senadores informó que nuestro país cuenta con tres millones 280 mil 64 niños y adolescentes (el 11.5 por ciento de las 28 millones 522,295 personas de cinco a 17 años) es decir, que tienen la edad reglamentaria para cursar la educación primaria y secundaria pero que no asisten a la escuela por trabajar.
Por todos estos niños y jóvenes que no tienen la oportunidad de regresar a un aula tras la pandemia, debemos organizarnos y trabajar arduamente por conseguir que ellos regresen a las escuelas, que se preparen, que se eduquen y conviertan a esta sociedad en una más justa.
El acceso a la educación debe garantizarse para todos los niños, niñas y adolescentes del país, el desarrollo de habilidades útiles y por supuesto, asegurarse una educación integral, que les permita realmente ser el futuro de México. En esta coyuntura es más que necesaria la aplicación de la consigna de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR): por una educación democrática, crítica, científica y popular.
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