Cuando parecía que la ola de violencia iba a la baja y que por fin la tranquila y la paz llegarían a los hogares de Colima, que buena falta les hace, los hechos delictivos volvieron hacer acto de presencia. Conforme avanzaron los días de esta última semana, los medios de comunicación locales informaron sobre la localización de cadáveres y asesinatos a plena luz del día.
Como si no fuera suficiente, la cruz con la que cargan los habitantes de esta entidad desde hace años, y ahora me refiero a la falta de vivienda, las fallas que se tienen en el sistema educativo, la escasez de empleos bien remunerados y, por supuesto, la madre de todos los males; la pobreza.
Si lo mencionado anteriormente provoca insomnio en los hogares porque es muy difícil salir adelante cuando vives bajo un sistema económico capitalista donde los que realmente son beneficiados son unos cuantos, mientras que el resto recibe migajas por todo el esfuerzo inhumano que hacen para sacar a sus familias adelante. Ahora agréguele el problema en materia de seguridad que nos tiene desde hace más de cinco meses con los pelos de punta por escenas tan abrumadoras que vivimos, principalmente, en la zona conurbada de Colima y Villa de Álvarez, donde en varias de ellas, niños, adolescentes y educadores perdieron la vida, pero el nivel de violencia escaló cuando los ataques fueron dirigidos hacia elementos de seguridad pública; ahí la preocupación en Colima aumentó.
Veamos cuál ha sido el saldo hasta el momento de los policías fallecidos en estos últimos meses. De acuerdo con el registro realizado por medios locales se tiene conocimiento de 11 policías muertos a causas de la ola de violencia; varios de ellos eran padres de familias, ¿Las autoridades apoyaran las esposas e hijos de los elementos fallecidos? Esperemos que así sea.
Los ataques más recientes ocurrieron para dos elementos de la policía municipal de Villa de Álvarez, en hechos distintos; el primero ocurrió el 30 de junio, cuando Rafael Arreguín, quien fungía como director operativo de Seguridad Pública, fue atacado afuera de su casa ubicada en la colonia Los Ángeles de la capital. El otro caso ocurrió el 01 de julio, cuando sujetos desconocidos que iban abordó de una motocicleta dispararon contra un hombre, esto en la calle 20 de Noviembre, de la zona centro del municipio de Coquimatlán.
Al respecto, el Ayuntamiento de Villa de Álvarez sacó un comunicado de prensa donde hace referencia a que el elemento asesinando en Coquimatlán, era recién adscrito a la policía municipal de Villa de Álvarez:
«El oficial Carlos Alejandro Aguilar Regla, quien tenía 15 días de ingresar a la corporación, fue agredido por personas armadas, en el municipio de Coquimatlán.
Desafortunadamente falleció en el lugar de los hechos, a consecuencia de las heridas por los disparos de arma de fuego.
El gobierno municipal se solidariza con familiares y amigos y se une a la pena que los embarga, por el compañero policía fallecido».
En total son 11 los policías asesinados en este año en el estado de Colima y cinco más han sido lesionados con arma de fuego.
Hace unas semanas salió una declaración desde la bancada morenista del H. Congreso del Estado que hizo mucho eco entre la opinión pública colimenses y ni se diga de la sociedad en general, donde ellos destacaban el gran trabajo de la gobernadora de Colima en materia de seguridad, que ya se notaban los cambios. Y, sobre todo, su coordinador de dicha bancada mencionó que él y sus compañeros se sentían seguros al salir de las calles de Colima.
Está bien creer en una ideología, pero hacer semejante declaración cuando a diario se reportaban víctimas por la inseguridad en la entidad, resulta ser hasta irresponsable de su parte y más porque es un funcionario público.
¿Qué tan seguro se puede sentir uno a las calles, si se meten a los negocios a secuestrar a las trabajadoras, o avientan artefactos explosivos, y que personas que no tenían nada que ver, perdieron la vida? Por más que he buscado esa seguridad que mencionan los funcionarios de la transformación, no la he encontrado. ¿Será que ellos viven en otro Colima? porque el resto de los colimenses tienen otros datos.
Claro está, que la crisis de seguridad no es exclusiva de Colima, pues según una nota publicada en Animal Político menciona que «el gobierno de Andrés Manuel López Obrador rebasó la marca de los 120 mil asesinatos en tres años y medio de gestión, de acuerdo con las cifras más recientes del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP)».
Más adelante, en esa misma nota detalle las cifras anteriores; «Con ello, desde el inicio del sexenio de López Obrador en diciembre de 2018 hasta mayo pasado -un total de 42 meses-, se contabilizan 121 mil 655 asesinatos: esto comprende 118 mil 192 homicidios dolosos y 3 mil 463 feminicidios (homicidios en razón de género)».
Nos lo leyeron bonito, pero el contenido del discurso estuvo hueco. Con la llegada de la 4T nos decían que todo iba a cambiar para bien, que el trabajo mal hecho de las administraciones pasadas quedaría en el pasado, debido a que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, haría un gran papel como ejecutivo federal. Pero cuál fue nuestra sorpresa al ver que pasaba el tiempo y las cosas no cambiaron. Sí, el pueblo mexicano fue engañado nuevamente.
Para terminar esta participación, quiero mencionar que atacar directamente con las problemáticas que ya mencione en los párrafos anteriores, es necesario crear mecanismos que contribuyan a la disminución de la pobreza en México, esa debería ser la principal prioridad de agenda política, porque mientras no se haga nada para erradicarla, no se podrá arrancar de raíz la inseguridad, la deserción escolar, la falta de empleo y un largo etcétera.
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