El título de este artículo podría suscitar simpatía entre los partidarios del nuevo candidato y de su corriente política: "Ah, más del mismo lópezobradorismo, qué bueno&rdquo, dirán. Pero aclaro de entrada que "más de lo mismo” entraña desde ya, un sentido negativo y crítico, que debo sustentar, si me lo permite la amable atención de los posibles lectores. Veamos.
Juan Carlos Loera de la Rosa resultó vencedor en las encuestas de Morena para la elección a candidato a gobernador para el 2021, según información que brindó el diputado federal Ulises García Soto este domingo.
Este personaje triunfó (no se han dado a conocer detalles todavía, ni números de la elección) sobre los otros aspirantes registrados para convertirse en candidatos a gobernador por esta fuerza política, a saber: Cruz Pérez Cuellar, Rafael Espino, Martín Chaparro, Víctor Quintana, Armando Cabada y Carmen Almeida.
Loera de la Rosa: ¿cuál ha sido su trayectoria y sus servicios para los chihuahuenses? ¿Con qué méritos se va a presentar el señor ante los electores para que voten por él y lo conviertan en el próximo gobernador de Chihuahua? Según mi apreciación, el candidato va a verse obligado a recurrir a la propaganda mentirosa y se va a tener que santificar mediante el gasto de amplios recursos registrados y extralegales para dulcificar su figura y presentarse como el salvador de los chihuahuenses.
¿Por qué?
Fiel seguidor y hacedor de la voluntad del presidente Andrés López Obrador, Juan Carlos Loera acaba de perpetrar (junto con los otros 5 diputados de Morena por Chihuahua) el peor atentado presupuestal no sólo en contra de los chihuahuenses, sino del país entero. La entidad norteña sufrirá, a partir del mes de enero ya muy próximo, una disminución de 3 mil 144.4 millones de pesos provenientes de las participaciones federales, una de las mayores afectaciones económicas de toda su historia. Brillante mérito que nadie debe olvidar en medio de la vorágine de la propaganda electoral que se nos viene en 2021 y que puede nublarnos el seso y la memoria.
En su período como delegado de la Secretaría del Bienestar federal (interrumpido para irse a la contienda interna morenista), Loera se distinguió por su papel de intérprete lacayuno y barbero de las políticas de López Obrador en Chihuahua. Pero ¿cómo se concretaron estas políticas "sociales”? Cero aportaciones a obras públicas, cero apoyos a quienes no hayan sido censados por la pandilla morenista de los "servidores de la nación", que no anotan, no registran, ni por error, a familias que no demuestren que ya son o que se comprometan a ser partidarias de la "cuarta transformación". Nada de nada a lo que se encuentra fuera del guion obradorista, pues.
¿Cuál fue la respuesta del flamante candidato para los antorchistas que denunciaron discriminación en su contra a la hora de aplicar las becas dizque universales a estudiantes de nivel medio superior? La pura negación y la discriminación plasmada en la indiferencia planeada.
¿Cómo respondió a la petición de un apoyo alimentario de emergencia para no permitir que cayeran en la hambruna los cientos de miles de familias que en la pandemia (y sin pandemia) están excluidas de los programas de compra de votos del sistema de López Obrador? ¡Nada para ellos!
Y nada tampoco para los indígenas de la Sierra Tarahumara que han realizado tres caminatas desde Bocoyna hasta la capital para pedir ayuda y exigirle a la Secretaría del Bienestar, la aplicación de los programas sociales en sus comunidades y ejidos lastimados, heridos de muerte por el abandono oficial, por el subdesarrollo planificado y sistemático que condena a estos sectores a una marginación criminal. Para el nada de nada, salvo las vueltas desgastantes, las reuniones inútiles y las palabras evasivas y mareadoras, con las que Juan Carlos Loera de la Rosa y sus empleados en la delegación estatal de la Secretaría del Bienestar, se atrevieron a insultar y a burlarse de las auténticas necesidades de este sector de la sociedad, el más marginado y oprimido.
Asimismo, bajo la carcajada y la burla de los diputados federales de mayoría morenista, con Loera en primer término, se ejecutó el recorte mayor al gasto pública ¡en plena crisis social y económica por la pandemia! Recortes a educación, desaparición de 109 fideicomisos, entre ellos el FONDEN, que dejó sin indemnizaciones a todos los agricultores de Chihuahua (más del 90 por ciento de los productores de la región temporalera) que fueron víctimas de la peor sequía en más 50 años sufrida aquí; desaparición también de casi todos los programas de apoyo a los agricultores; corte mortal al Ramo 23, con el que los municipios podían destinar fondos, ahora inexistentes, para realizar obras públicas y servicios públicos indispensables para las colonias y comunidades más pobres. Juan Carlos Loera se jactó públicamente de semejante "victoria política” y anunció de manera soberbia que en Chihuahua, en el 2021, no habría presupuesto federal para obras, pues todas se harían directamente por el gobierno de López Obrador. Que este anuncio es una mentira, lo demuestra el desempeño federal de los dos años anteriores, con su sequía de recursos, y para el 2021 lo dejamos a la comprobación de la práctica. Al tiempo.
¿Algo más?
¿Así, o más perjudicial para los chihuahuenses? ¿Así o más nefasto? Pues sí hay más, como por ejemplo las denuncias que el propio dirigente estatal de su partido, y rival suyo en la precandidatura, Martín Chaparro, y otros personajes del morenismo de Chihuahua, interpusieron ante las instancias del partido y en el sistema estatal de procuración de justicia, por haber incurrido Loera de la Rosa en nepotismo y en corrupción al favorecer a personas de su misma familia en puestos derivados de su encargo oficial en la delegación del Bienestar. Todo está documentado ampliamente en cada caso y enunciado sin falta en la prensa local, para quien se quiera enterar de los detalles.
Hay más, pero lo dicho nos basta para saber qué tipo de alacrán se están echando los chihuahuenses encima. Por ello: ¡Ni un solo voto partido por la mitad para Morena en 2021!
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