Santiago Nieto Castillo, poderoso ex director de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), intentó, por todos los medios a su alcance, destruir al Movimiento Antorchista Nacional, encarcelando a sus integrantes, congelando las cuentas bancarias de algunos negocios que con mucho esfuerzo ha creado la organización, difamándola al filtrar información falsa en los medios de comunicación y hasta le dedicó un capítulo lleno de calumnias en su libro “Sin filias ni fobias, memorias de un fiscal incómodo”. Sin embargo, la realidad se encargó de ponerlo en el lugar que le corresponde, en el basurero de la historia, al ser destituido de forma fulminante el pasado 8 de noviembre de este organismo dependiente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Mientras que el Movimiento Antorchista sigue vivo y trabajando en la grandiosa tarea de organizar y concientizar al pueblo trabajador mexicano, quien debe construir una patria distinta a la que vivimos ahora: una Nación en la que no exista tanta desigualdad entre los seres humanos.
Tenemos claro que recibía línea del presidente López Obrador de atacar al Movimiento Antorchista, pues es la tónica con que todo el gobierno de la “Cuarta Transformación” actúa en contra de una organización popular que durante 47 años ha luchado por combatir la pobreza en México; sin embargo, Santiago Nieto en lo personal, tenía y tiene un odio acentuado en contra de Antorcha. Así lo pone de manifiesto en su libro publicado por la editorial Grijalbo en 2019, en donde narra la campaña persecutoria que implementó en contra del antorchismo, desde la Fepade en años anteriores y concluye con una amenaza de que seguirá actuando en contra de nuestro Movimiento.
Cayó Santiago Nieto y varios medios de comunicación han querido dejar la impresión de que la destitución se debió a la “escandalosa” y “ostentosa” boda que organizó en la ciudad de Antigua, Guatemala, pues se llevó a cabo en un hotel de súper lujo, en un destino turístico de caché y a la que invitó a personas a quienes el presidente López Obrador considera adversarios; a que el escándalo fue magnificado por políticos de su propio partido, para afectar al grupo político al que pertenece en la sucesión presidencial de 2024; y, a que Santiago Nieto estaba haciendo su propio juego político porque quería ser gobernador de Querétaro. En forma velada sugieren que estas fueron las razones que molestaron al presidente López Obrador y lo llevaron a removerlo del cargo, pero conforme han pasado los días empiezan a surgir otras versiones que, desde mi punto de vista, son más de fondo, más graves y que hablan, por sí mismas, de la descomposición política que está sufriendo la actual administración cuatroteísta.
El 11 de noviembre, el portal electrónico Eje central, en la portada, señala que existen quejas de empresas que sostienen que fueron víctimas de chantajes y presiones para beneficiar económicamente a Santiago Nieto; que en todos los casos se pidió dinero por descongelar las cuentas o no presentar toda la documentación ante la Fiscalía, cantidades que fluctuaban entre 2 y 15 millones de pesos.
Se dice en el portal citado, que estas acusaciones, en un principio, fueron desechadas en Palacio Nacional, pero que pocos meses después Nieto se compró una casa en San Ángel, tasada entre 24 y 26 millones de pesos, y que, de acuerdo con los ingresos de Santiago Nieto, era difícil adquirirla, aunque fuera a través de un crédito. Se dice también que López Obrador siguió dudando que fuera un caso de corrupción, porque no había pruebas claras.
Pero que más adelante, llegó información adicional al escritorio presidencial sobre la forma de obtener dinero por parte de Santiago Nieto, quien utilizó mecanismos muy bien elaborados, utilizando a dos personas de confianza que colocó en las distintas direcciones generales de la UIF. Operaba de la siguiente manera: en la estructura de la UIF aparecen cinco direcciones generales: la de Análisis, la Asuntos Normativos, la de Procedimientos Legales, la de Amparo y la de Garantías de audiencias; pero estas dos últimas son eventuales y no aparecen en el Reglamento Interior de la Secretaría de Hacienda. Y eran precisamente en esas dos áreas en las que, según los denunciantes, operaban, a partir de aplicar o no la garantía de audiencia a las personas investigadas. Si lo hacían, les era más difícil a los investigados conseguir un amparo, pero si se omitía este derecho, ganaban los juicios y descongelaban las cuentas. Es decir, la acción u omisión de la audiencia era lo que supuestamente constituía la estrategia que un grupo de empresarios señalaron como una de las vías para extorsionarlos, para obligarlos a entregar recursos a Santiago Nieto.
Esta mañosa forma de armar los expedientes fue una de las causas de los enfrentamientos con el fiscal de la República, Alejandro Gertz Manero, quien se quejó precisamente de que no se le entregaban todas las pruebas a la Fiscalía.
La Unidad de Inteligencia Financiera fue utilizada por el presidente Andrés Manuel López Obrador como supuesto brazo ejecutor anticorrupción, pero a esta se le pudrió la cabeza, su director, Santiago Nieto, con lo cual, el gobierno de la “Cuarta Transformación” vuelve a recibir un duro golpe y muestra su agotamiento. Muestra que no están combatiendo lo que tanto ha prometido y que, ahora, hasta en los foros internacionales, como el Consejo de Seguridad de la ONU, López Obrador anda esbozando, para burla de los países miembros de este organismo.
Así como vimos caer a Santiago Nieto, seguiremos viendo caer a encumbrados políticos del actual gobierno, porque son individuos arribistas, ambiciosos, sin ninguna filosofía progresista que busque el bien de la nación, y más tarde veremos caer a todo este gobierno que está hundiendo al país en la miseria, la inseguridad y en el atraso. Los antorchistas seguiremos de manera paciente organizando y creando conciencia entre los trabajadores sobre la necesidad de cambiar el actual estado de cosas.
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