MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Antorcha es una importante arma de lucha con que cuentan los pobres de nuestra patria: Homero Aguirre

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Discurso del Ing.Homero Aguirre Enríquez, integrante del Comité Ejecutivo y vocero nacional
del Movimiento Antorchista, en la conmemoración del "Día de los Mártires Antorchistas", este domingo 12 de junio de 2016

Maestro Aquiles Córdova Morán.Fundador y dirigente del Movimiento Antorchista Nacional, la organización que hoy representa la posibilidad más cercana y realista de que el pueblo de México logre emanciparse de la pobreza y de la injusticia que ha padecido.

Compañeros de la Dirección Nacional y de su Comité Ejecutivo, responsables de la titánica tarea de guiar y hacer crecer a nuestra organización en todo México.

Compañeros de los plenos y los grupos aquí presentes en representación de todos los antorchistas del país, protagonistas principales e indispensables de nuestro Movimiento.

Familiares de nuestros hermanos caídos a lo largo de más de 4 décadas que llevamos de batallar en la lucha social de nuestra patria, y que hoy acuden a Tecomatlán, para abrazarnos una vez más en este homenaje.

Amigos que nos honran con su presencia, representantes de los medios de comunicación, estatales y nacionales:

Como lo hacemos cada año por estas fechas, hoy nos hemos reunido a rendir homenaje a nuestros caídos, a nombrarlos uno por uno, a recordar sus fisonomías y sus acciones con emoción y cariño entrañables, y a reafirmar que no han muerto ni morirán nunca, mientras tengamos memoria de ellos y de sus nobles actos dedicados hasta el último instante de vida a construir un país mejor, más humano y feliz.

A todos ellos venimos a agradecerles por su ejemplo y su vida entregada a la causa liberadora de los explotados, que ha sido siempre la más honrosa causa de todas cuantas ha emprendido la Humanidad en todas las épocas; a reiterarles a todos los que ya no están físicamente con nosotros, y también a sus padres, hijos y cónyuges, que nuestros mártires no morirán mientras Antorcha tenga el aliento del pueblo de México que acude a nosotros cada vez en mayor número.

También, teniendo como testigo insobornable el ejemplo y la memoria de nuestros compañeros fallecidos en nuestra lucha de más de cuatro décadas, venimos a reflexionar sobre el punto al que hemos llegado después de 42 años de haberse sembrado la primera semilla de este gran árbol llamado Antorcha, y a disponer todo nuestro ánimo para seguir creciendo hacia sus metas más trascendentales y benéficas para el pueblo mexicano.

¿Y qué podemos decir brevemente respecto a nuestro avance en la construcción de esa gran fuerza social indispensable para lograr un México justo?

Cuando Antorcha se formó, en 1974, nuestro país contaba con alrededor de 60 millones de habitantes; lo que quiere decir que por cada uno de los 32 antorchistas fundadores había casi dos millones de mexicanos que no estaban en nuestras filas: éramos una pequeña semilla casi imperceptible, depositada en la Mixteca poblana; ahora, en un país de 120 millones de habitantes, de cada cien mexicanos, uno es militante antorchista y por lo menos otros tres más simpatizan con nosotros; y dentro de algunos años, de acuerdo con la meta de crecimiento que nos hemos trazado, en el año 2024, de cada 13 mexicanos uno será antorchista y otros tres más simpatizarán con nosotros: de un pequeño grupo organizado en un pueblo olvidado en ese entonces, nos hemos convertido ya en una gran organización, donde milita un número cada vez más grande del pueblo mexicano.Antorcha no solamente no murió, como auguraron canallescamente algunos pitonisos fracasados; todo lo contrario: creció y se expandió a todo el país.Nos hemos convertido en una fuerza muy significativa, tanto, que muchas de las esperanzas fundadas que tiene nuestra patria de cambiar positivamente, están ligadas al desarrollo del Movimiento Antorchista y a su futuro ascenso al poder político de la nación.

Y ese resultado lo hemos logrado basados en la laboriosidad cotidiana e irrenunciable, en la teoría científica y rigurosa, en la consecuencia y en la unidad a toda prueba que nos ha inculcado nuestro dirigente nacional, el Maestro Aquiles Córdova, uno de los hombres más sabios y consecuentes que han surgido de nuestro suelo patrio; en el conocimiento cercano de la realidad del mundo y la de México, que los antorchistas hemos aprendido porque somos parte del pueblo y vivimos en los mismos lugares donde la gente padece la miseria y todos sus flagelos; una realidad que a gritos exige una transformación que beneficie a la mayoría de los mexicanos trabajadores, y también lo hemos logrado con base en una estructura financiera propia, arduamente construida durante muchos años, que garantiza nuestra independencia económica; estructura absolutamente inédita y creativa en la historia del financiamiento de las luchas sociales, terreno en donde han fracasado muchas de las experiencias revolucionarias del pasado, con muy buenas intenciones y con un enorme amor a la humanidad muchas de ellas, pero sin un solo centavo para concretar sus proyectos de organización y lucha sociales.

Pero no sólo hemos crecido en cantidad, también hemos logrado valiosos triunfos cualitativos…

Convertimos nuestra cuna, Tecomatlán, en una de las poblaciones en donde la gente goza de mayor bienestar a nivel mundial, según un certamen realizado en Barcelona, España.Los antorchistas transformamos a Huitzilan y lo convertimos de un pueblo triste y sufriente, anegado de sangre y atraso que era en los años ochenta, en un luminoso municipio indígena, progresista y digno; hemos convertido a Chimalhuacán, un municipio de casi un millón de habitantes, que cuando llegamos era nido de un cacicazgo que tenía sumida a la población en la basura, la violencia y en el control mafioso de todos los servicios públicos, en un municipio emblemático del progreso en todos sentidos, y en uno de los mejor gobernados de todo México, según diversas encuestas.Y algo similar podríamos decir de otros municipios que gobernamos en varios puntos del país, y de los buenos resultados que han dado nuestros diputados federales para beneficiar a quienes han votado por ellos, no solamente a los antorchistas: en resumen, hemos sido capaces de transformar positivamente la vida de muchos lugares marginados de nuestra patria, y convertirlos en verdaderos ejemplos de vida digna en lo que a sus condiciones materiales se refiere, en modelos a escala de lo que podríamos hacer si gobernáramos a nuestra patria.

Pero no sólo ahí donde somos gobierno hemos avanzado, durante más de cuatro décadas no hemos abandonado nuestra bandera de lucha contra la pobreza, motivo principal del surgimiento de Antorcha, ni la hemos olvidado ni la hemos tirado en el lodo de la apostasía, la simulación o el arribismo en que muchos grupos han caído; al contrario, hemos tenido logros muy importantes, porque con estadísticas en mano podemos demostrar que Antorcha ha cambiado para bien la vida de millones mexicanos y se ha vuelto proverbial la eficacia y tenacidad de los antorchistas para pelear y lograr que se mejore la vida de la gente, y también su honradez para aplicar los recursos.¿Alguien podrá decir ahora, que Antorcha es un elemento ajeno al pueblo mexicano, sin futuro y sin arraigo en la realidad mexicana? Sólo aquellos a los que el poder, el sectarismo, o ambas cosas a la vez, han vuelto ciegos y sordos, y también lo dirán quienes nos atacan porque les pagan para hacerlo, tipos que aunque les presentemos una montaña de evidencias, nunca tendrán la honradez de reconocer que tenemos razón; suponer que eso va ocurrir con esa gente es como esperar el milagro de que a los cerdos les crezcan alas.

Con orgullo legítimo podemos decir que ya somos, en verdad, una importante arma de lucha con que cuentan los pobres de nuestra patria, en su búsqueda por resolver los terribles dolores de la pobreza y la desigualdad, y en todo eso ha sido crucial la participación y el ejemplo de quienes ya no están físicamente con nosotros, pero dieron muestra de que se puede avanzar, a pesar de vendavales de persecución, infamia y crimen desatados periódicamente en contra nuestra.

Los antorchistas hemos avanzado, pero el camino aún es largo y peligroso.El mundo y nuestro México requieren una transformación muy importante que resuelva el problema principal que padecemos, que es la mala distribución de la riqueza, o lo que es lo mismo, la desigual distribución de la felicidad, en la medida en que lo material nos alegra la vida.De ese problema se derivan prácticamente todos los males sociales: la delincuencia, la prostitución, la ignorancia, el hambre, la enfermedad, la drogadicción, la emigración de fuerza de trabajo que se va a Estados Unidos, entre otros males.

Una y otra vez hemos sostenido, con estadísticas oficiales en mano, que esa pobreza de millones no es la resultante de la falta de riqueza natural de nuestro suelo ni de la pereza de nuestro pueblo, pues resulta que México es de los territorios mejor dotados de recursos naturales de todo tipo, y los mexicanos nos ubicamos desde hace siglos entre los más trabajadores de la tierra.

Pero no basta tener razones y datos irrefutables como estos.El problema es social y lo tiene que resolver la clase social que es dañada por esa injusticia: o sea, los más pobres.Aunque hemos avanzado un buen trecho, resolver ese problema descomunal sigue siendo la tarea que nos queda por delante a los antorchistas y a todos los mexicanos que quieran unírsenos.

En nuestro país y en todo el mundo sobran las evidencias y los síntomas que denuncia la inoperancia y la falta absoluta de viabilidad de un sistema económico que ha producido riqueza material como nunca en la historia, pero que ha sido incapaz de repartirla de una manera equitativa y humana.contra un sistema que mantiene en el hambre, la enfermedad y la mugre a más de 4 mil millones de seres humanos, al mismo tiempo que a su lado unos pocos acumulan y gozan de montañas inacabables de riqueza que se produce con el trabajo de todos.

Desafortunadamente, millones de mexicanos aún piensan que sus problemas se pueden resolver con un simple intercambio de posiciones entre los poderosos, con un simple enroque de los actuales hombres que forman la clase política.Mucha gente, envenenada por la propaganda mentirosa de los grupos pudientes, aún mantiene la esperanza de que los prevaricadores y corruptos de ayer serán los honrados de mañana, sólo porque ellos así lo dicen; que por algún extraño milagro, los que ensangrentaron y empobrecieron todavía más al país en su respectivo turno como gobernantes, han sufrido una transformación milagrosa, solamente porque tienen la lengua muy larga y son muy cínicos para prometer lo que no hicieron cuando les tocó gobernar.

Por eso, aunque hemos logrado mucho en cuatro décadas, aunque es un gigantesco logro histórico haber llegado a ser los que somos y debemos sentirnos orgullosos de haberlo conseguido, no es aún suficiente para conformar la fuerza social formada por la mayoría más pobre y marginada de mexicanos, que saque al pueblo de su error y la convenza de tomar el poder en sus manos para cambiar verdaderamente al país.

Hoy, con motivo de un aniversario más de nuestros mártires antorchistas; delante de la tumba y la memoria de nuestros respetados compañeros fallecidos en la lucha, los que seguimos vivos debemos refrendar nuestra decisión de lograr que el antorchismo se multiplique en cantidad y aumente muchas veces su calidad, para estar a la altura del reto que la realidad nos pone enfrente: organizar y educar a una cantidad cercana a diez millones de mexicanos, de aquí al año 2024, con los que podamos transformar ya no a uno o a varios municipios, sino a la nación entera, y aplicar un programa que dé trabajo, salarios dignos, servicios, educación, salud y vivienda para todos los mexicanos.

Si nos mantenemos unidos y luchamos cada vez más; si hacemos crecer el trabajo en cada uno de nuestros estatales y redoblamos nuestro trabajo financiero, si curamos los defectos y evitamos deformaciones personales y políticas cada uno de nosotros; si seguimos el ejemplo de estudio, trabajo y tenacidad del Maestro Aquiles Córdova y el de otros revolucionarios, debemos concluir con optimismo que nada nos detendrá, y que Antorcha y México tienen un destino común y superior perfectamente alcanzable.

Para terminar, quiero leer estas palabras que me fueron enviadas el 12 de febrero de 2008:

“La inspiración del himno a Antorcha vino a Mí.Cuando, escuchando las palabras del Ing.AQUILES CóRDOVA MORáN, supe que ANTORCHA llegaría a toda la República.

El himno se cantaría para denunciar la enorme injusticia de la distribución de la riqueza, la insultante corrupción del gobierno y el hecho innegable de que sólo ANTORCHA lucha por ayudar a los explotados.

De ahí que tenemos la convicción de que:

ANTORCHA CON EL PUEBLO TRIUNFARá; GOBERNARá NUESTRA NACIóN”

Firma:

Juan Manuel Celis Ponce

Así será, querido doctor Celis, amigo y compañero antorchista.Memoria y honor eternos a usted que hace pocos meses se despidió de nosotros y nos dejó el recuerdo y el ejemplo de su generosidad a toda prueba, su bondad de médico y su fraternidad antorchista en forma de himno que ahora el pueblo canta, tal y como usted lo deseó desde su enorme corazón de hombre bueno.

Honor a Christian Ramos Melchor, activista asesinado vilmente hace unos días en el Estado de México, para el que exigimos justicia.

A todos nuestros caídos vaya hoy nuestro homenaje sincero de hermanos de lucha: a los que con todo en contra y siendo unos cuantos hombres y mujeres sembraron la semilla de Antorcha en Tecomatlán y sufrieron los primeros zarpazos de las fieras que aquí dominaban y querían matar al antorchismo en la cuna; a los que amorosamente y con mucho valor llevaron el mensaje de Antorcha a otros municipios y a otros estados, en donde algunos fueron asesinados por atreverse a desafiar al poder terrenal que se cree eterno y todopoderoso, pero que no lo es; a los que enfermaron irremediablemente y aún en sus últimos días latían con el mismo pulso de nuestra lucha; a los que sufrieron accidentes mortales mientras luchaban en nuestras filas, al acudir a una asamblea o a resolver algún problema que formaba parte de sus obligaciones como activistas; a los que con su conducta ejemplar, su energía y su ternura permanentes dieron alas a nuestra causa desde que esta parecía una utopía más de las que el mundo ha conocido, y hasta el último aliento de sus vidas nos llenaron de valor para no desalentarnos por las tormentas políticas, cobijándonos y queriéndonos a todos como si fuéramos sus hijos biológicos.

A doña Margarita Morán, don Luis Córdova, don Manuel Serrano, Clara Córdova, Gabriel García, Edgardo Campos, Wenceslao Victoria, Mariel Huerta, Humberto Gutiérrez, Juan Manuel Celis Ponce, Christian Iván Ramos Melchor, Marlene Geraldine Castillo Morales, Vitálico Silva, Everardo Villalobos, Víctor Puebla, Humberto Vidal, Paulino Urióstegui, Benito Quezada, y a todos, absolutamente a todos los que murieron por la causa de los pobres de México, en Tecomatlán, en Huitzilan, en Chimalhuacán y en todo el territorio nacional, gracias una vez más por su entrega y por el enorme legado de su ejemplo.

Y a usted, querido maestro Aquiles Córdova, que ha sido el constructor principal de esta hermosa y justiciera construcción humana llamada Antorcha, le dedico estas palabras, tomadas prestadas al poeta cubano Héctor de Arturo: “a usted que nos tiene acostumbrados a este camino recto, que nos ha dado lecciones de coraje, que nos ha dicho siempre las verdades por amargas que sean y que ha puesto las cosas en su sitio.A usted que mueve multitudes sin que importe el idioma diferente o el color de la piel.A usted que nos enseña la fuerza de su ejemplo y que nos ha impregnado de amor a los hombres y a sus obras....A usted, aunque parezca poco, gracias.

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