En mi colaboración del 9 de septiembre de 2020 me referí a los graves problemas que estaba viviendo el poblado de Maya Balam del municipio de Bacalar, Quintana Roo. Esta población de ex refugiados guatemaltecos compuesta por gente humilde y trabajadora, que sufrió el éxodo de su país de origen, y que buscaba salvar a su familia de la guerra civil, ha tenido conflictos por malos entendidos, por intereses de unos cuantos y porque los que, en su momento, pudieron ayudar a solucionar los problemas, los empeoraron.
El encono causó mucho daño, desafortunadamente hubo heridos por armas punzocortantes y de bala, se destruyeron casas, vehículos y granjas; se metieron a pobladores a la cárcel; algunas familias salieron huyendo del pueblo por temor a ser agredidos, otros, fueron denunciados ante las autoridades correspondientes y, otros más, con orden de aprehensión acusados de diversos delitos. Es decir, el pueblo vivió un verdadero viacrucis por la ambición de “líderes” que, aprovechándose de la nobleza y lealtad de los pobladores los incitaban a la violencia.
El modus operandi de quienes en años anteriores encabezaban el liderazgo de Maya Balam, lejos de tener una verdadera calidad de líder; es decir, tener esa cualidad especial de saber guiar a su pueblo con inteligencia y creatividad, llevarlos a mejorar las condiciones de vida de todos, hicieron lo contrario. Solo se “aprovecharon” de la gente para hacerse de condiciones económicas acaparando la mayoría de los apoyos que como ex refugiados obtenían de las diferentes autoridades. A la gente por el contrario, le sembraron odio, rencor y la idea de que todo se tenía que resolver por “usos y costumbres” que normalmente era por la vía violenta.
La comunidad de Maya Balam, de acuerdo al último censo del Inegi, tiene dos mil 657 habitantes, es de alto grado de marginación, el 90 por ciento es indígena con un grado máximo de estudio de quinto año de primaria y un 17 por ciento es analfabeta, lo cual los hace vulnerable ante personas o grupos que lejos de ayudar solo los utilizan para sus fines mezquinos.
Las viejas rencillas tuvieron su momento más violento a finales de 2019 y principios del 2020 cuando los pobladores inconformes, cansados de las maniobras de los viejos líderes, decidieron tomar justicia por su propia mano, fue entonces que les exigieron que les regresaran lo que era propiedad de todo el pueblo y no de unos cuantos, como, por ejemplo; la Cooperativa de Transporte Unido Maya Balam S.C. de R. L., que mediante argucia legaloides de unos cuantos, sacaron a la mayoría del pueblo de esa cooperativa, sin derechos a percibir beneficios de lo que se suponía era de todos.
A los que antes incitaban a la violencia, el pueblo ya no les obedece y, ahora, ese mismo pueblo se vuelca hacia ellos exigiéndoles lo que por derecho les corresponde, pero lo hacen mediante la violencia, porque así fueron enseñados. Fue entonces que se dieron todos los actos violentos que ya mencioné.
Los pobladores más mesurados y conscientes de que la forma como estaban haciendo las cosas no eran las correctas, pues lejos de que mejorarán empeoraría ya que las rencillas pasarían de generación en generación y siempre había conflictos, decidieron buscar apoyo del Movimiento Antorchista Nacional, organización que tiene una fuerte presencia en Quintana Roo, que siempre ha trabajado respetando las leyes y con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los que menos tienen.
Antorcha, buscó todos los canales para que el pueblo de Maya Balam volviera a la tranquilidad y pudieran trabajar la tierra y sus pequeños negocios con la seguridad de que tanto el jefe de la familia como el resto de la familia no serían víctimas de actos violentos.
Con la ayuda de los abogados de la organización antorchista se pudo poner en libertad a los presos que injustamente habían sido encerrados, se formó un comité con los pobladores más destacados, incluyendo al delegado y otras autoridades del poblado para que, de manera colegiada, se pudiera tomar decisiones que ayudara a resolver las viejas rencillas y llevarán a la pacificación del poblado. Antorcha como organización, como siempre lo ha hecho, trabaja dentro del marco de la ley y del respeto y ahora, trabaja intensamente para que Maya Balam regrese a su vida normal.
Finalmente, llamo a todos los pobladores de Maya Balam a contribuir para que este proceso siga avanzando de la mejor manera y sean un ejemplo de ciudadanos en todo el estado. Déjense dirigir por Antorcha, que como dije, es una organización honesta, trabajadora, con dirigentes con mucho compromiso y abnegación que sabrán llevarlos a puerto seguro. Vale.
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