MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Ante un país que se derrumba, Antorcha siembra arte

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El arte, en cualquiera de sus manifestaciones, ha servido al hombre de todos los tiempos para expresar muchos de sus sentimientos, entre ellos, el de la rebeldía, pues ha sido una de las válvulas de escape más importantes dentro de las sociedades para alzar la voz y protestar contra la fuerza de aquellos que oprimen a las grandes masas trabajadoras. 

Y es, hasta la fecha, algo que sigue ocurriendo; tan es así que, al momento de escribir estas líneas, el antorchismo michoacano se encuentra desarrollando su IV Concurso Nacional de Declamación en honor al gran poeta tangancicuarense Rubén C. Navarro. Asimismo, el sábado 30 de septiembre, es decir, un día antes, en Maravatío se desarrolló la I Jornada Nacional de Voces con excelentes participantes que provenían de todo el estado purépecha. 

“Que el arte regrese a sus orígenes, al pueblo”, ese ha sido siempre uno de los propósitos del Movimiento Antorchista Nacional y, precisamente, en cada uno de nuestros eventos ponemos todo nuestro empeño para que eso se haga posible, pues somos fieles creyentes de que todo el pueblo debe ser partícipe de las diferentes expresiones artísticas.  

Desde hace casi 50 años, la lucha del antorchismo por un país con mayor acceso a la cultura, no ha cesado; muchas de las entidades, sedes de nuestro encuentros nacionales, han sido testigos de ello:  las Espartaqueadas culturales y deportivas que se realizan en Tecomatlán; el Concurso de Coros en Huitzilan de Serdán, Puebla; el Encuentro Nacional de Teatro en San Luis Potosí; el Concurso Nacional de Declamación en Querétaro; el Concurso de Folclore Internacional en la Guelaguetza, Oaxaca y el Concurso Nacional de Voces en Pachuca, Hidalgo. 

Desafortunadamente, y obligados por la realidad económica y el sistema capitalista en el que se desarrolla el mundo, el acceso a un evento cultural de calidad es posible sólo para aquellos que tengan las facilidades de pagarlo, mientras que, para el resto, quedan los programas mediocres en la televisión, mismos que no llevan al pueblo algo que lo ayude a crecer y a educarse, sino a mantenerlo al margen de los problemas sociales que lo azotan. 

A diferencia del Gobierno, los antorchistas sí trabajamos por llevar arte de calidad al pueblo más humilde; a ese pueblo que trabaja todos los días para seguir sobreviviendo.

Todo lo que se desarrolla en el sistema capitalista se ha vuelto una mercancía, y el arte, desafortunadamente, no es la excepción. En un mundo donde impera ese sistema, la preocupación máxima de los trabajadores es mantenerse y mantener a su familia; el poco salario que perciben es destinado a las necesidades más básicas, como alimentación y vestido, pues en la gran mayoría de los casos sólo para eso alcanza; no hablemos ya de la educación, la salud y menos de la recreación pues son, casi siempre, imposibles de alcanzar.

En México, por ejemplo, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), al menos 32 millones de mexicanos tienen un empleo informal, lo que significa que el 55.4 por ciento de la población mexicana no cuenta con un salario fijo, prestaciones o seguridad social; y por otro lado, quienes sí cuentan con un empleo formal, perciben salarios precarios.

Entonces, en un país que vive bajo esas condiciones, lo primero que se trata de asegurar es cubrir las necesidades básicas de la familia como alimentación, vestido, educación, salud, vivienda, entre otros; difícilmente se buscará la recreación educativa, pues los ingresos no alcanzan para tanto. 

El abandono en el que el gobierno tiene a los mexicanos, los ha obligado a buscar e ingeniarse maneras para sobrevivir. No es extraño que ante situaciones así se hayan incrementado en el país robos, secuestros y extorsiones, los que a su vez, han acarreado un despunte de la inseguridad, los homicidios, feminicidios y un derramamiento de sangre que nos ha puesto en los titulares de nota roja de los medios internacionales. 

Por eso, luchando contra corriente, los antorchistas sí trabajamos por llevar arte de calidad al pueblo más humilde; a ese pueblo que trabaja todos los días para seguir sobreviviendo en un país que los ha olvidado y los ha relegado a vivir en la más indigna de las pobrezas. Es precisamente por ello que el trabajo cultural del Movimiento Antorchista toma mucha mayor relevancia.

El esfuerzo y los sacrificios que se hacen para llevarle al pueblo arte de calidad quedará marcado en la historia, y algún día, lo que hacemos, rendirá sus frutos.

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