“Con este INE sí”, dijo sin tapujos el presidente Andrés Manuel López Obrador, al reunirse con los consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE), en el palacio nacional, encabezados por su nueva presidenta, Guadalupe Taddei Zavala que representa un organismo electoral desgastado, sumiso y complaciente, encargado de organizar y calificar la validez de las próximas elecciones en 2024. Con este INE se perfila el panorama: “sí gana Morena no hubo fraude, si pierde Morena, obviamente, hubo fraude”.
Como no se trata de criticar las acciones que realiza el Gobierno federal por necedad y sin sentido, como dicen sus más fervientes y fanáticos apoyadores, “dejen de hablar mal de Morena”, resulta que “todo es contra Morena”, pues que “no han visto los avances del gobierno en manos de Morena”, “tienen morenafobia”, señalan. Visto de bulto pareciera que tienen razón, pero no es así. Se prepara el fraude histórico más descarado y abierto en la vida democrática de México, utilizando los recursos económicos de los ciudadanos, con un INE sumiso, doblado y el ataque constante con la pretensión de pulverizar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), por si las elecciones terminan en los tribunales.
Bajo estas acciones, López Obrador es también el coordinador de campaña de sus corcholatas, más conocidas por su nombre despectivo y vulgar que por los resultados (iguales a cero) que han dado en los cargos públicos que han ocupado. Pese a que la Comisión de Quejas y Denuncias del INE estuvo dividida en el tema, unos se pronunciaron por dictar medidas cautelares a quienes violaron la ley electoral, otros por apoyar las acciones de Morena que al final consistió en, tienen vía libre, y el INE rechaza frenar actos de corcholatas de Morena.
Ni tardos y perezosos, las corcholatas gastan a manos llenas, supuestamente solo cinco millones cada uno, proporcionados por su partido para recorrer el país, transportar y darles tortas a los acarreados que ellos llaman simpatizantes. Con pronunciamientos huecos y propuestas poco realizables en beneficio de la población, se dedican a atacar a los personajes opositores a su partido. Así, ordena López Obrador y así se conducen sus corcholatas.
Es pues, evidente, que López Obrador ha violado la ley electoral. Rechazó que el Consejo Nacional de Morena violara la ley al anunciar las reglas para elegir sus precandidatos presidenciales para el 2024, que incluye mítines por más de setenta días, con billetes en la mano para lo que se ofrezca porque, según él, se elige a un “coordinador de la transformación”.
Viola abierta y descaradamente la ley al llamar a no votar por otros partidos. Viola la ley al iniciar el proceso electoral dos años antes de su arranque legal, el próximo mes de septiembre; viola la ley al hacer proselitismo todos días desde sus mañaneras; viola la ley al llamar a los gobernadores morenistas hacer campaña para su corcholata favorita; viola la ley al inundar cabeceras municipales, distritos electorales, carreteras federales con vinilonas con su foto acompañando con su corcholata favorita, #EsClaudia, la publicación en espectaculares al por mayor en carreteras federales y en lugares estratégicos de las principales ciudades de México, cuya renta obviamente no cuesta un peso.
López Obrador viola la ley, al ignorar los plazos establecidos en el calendario electoral, no permite la fiscalización y no respeta los principios de equidad y legalidad en la contienda, como veremos, una vez más, el primero de julio con su evento con el pretexto de festejar su triunfo de hace cinco años.
A partir del primero de julio inicia, afortunadamente, el fin del gobierno lopezobradorista que terminará definitivamente en 15 meses dejando un pueblo empobrecido y quedando marcado con la sangre de los más de 160 mil mexicanos asesinados y miles de secuestros y ejecuciones en todo lo ancho y lo largo del territorio nacional. Dentro de poco, más de un año, en 2024, el pueblo bueno tendrá la oportunidad de no cometer otro error político de dimensiones catastróficas que México ya no aguanta.
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