El presidente de la república mexicana NO es comunista ni socialista; es muy importante que el pueblo de México lo sepa y no se deje engañar. El socialismo y, posteriormente, el comunismo, son sociedades libres de egoísmo, colectivas, donde el ser humano piensa y trabaja por el bien de todos, donde no hay ambiciones perversas y donde el acento se pone en los intereses de toda la humanidad y no en el interés económicos de unos cuantos.
Ante el triunfo de la Unión Soviética contra los nazis, Estados Unidos, aliado en aquel entonces de los rusos, inició una nueva guerra: la Guerra Fría. ¿Por qué se llamaba Guerra Fría? Porque no lanzaba misiles directamente contra la potencia en cuestión, sino que se trataba de una guerra de desprestigio, de generación de odio, de sanciones económicas. Esta guerra inició con el lanzamiento de las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki a Japón (y no a Rusia). Algunos analistas han coincidido en el sentido de que las bombas, además de servir para someter a Japón (cuando ya estaba sometido), tenían el firme propósito de mandar un mensaje a los rusos soviéticos en el sentido de que ya tenían los norteamericanos bombas atómicas que funcionaban y que no dudarían en utilizarlas contra rusia y contra cualquier enemigo. Cuando los rusos ya tenían sus propias bombas atómicas, en los años 70, a punto estuvo de estallar la guerra nuclear con la famosa crisis de los misiles. Sin embargo, se llegó a las negociaciones que la impidieron, pero la guerra fría no se detuvo ahí.
La Guerra Fría tuvo muchas manifestaciones, pero la fundamental fue la campaña ideológica que se lanzó de manera sistemática para hacer que la palabra comunismo fuera símbolo de algo malo. Es decir, se buscó, por todos los medios, generar en la percepción de la gente la idea de que la palabra comunismo debía asociarse con algo malo. Recuerdo que estando en la secundaria se escuchaba decir que los comunistas te quitarían tus propiedades, tu casa, porque están contra la propiedad privada; que los comunistas no te dejarían elegir libremente tu ropa, porque impondrían un uniforme para que todos fueran iguales; que te quitarían a tus hijos para enviarlos a guarderías y entrenarlos como soldados; que no te darían de comer; que te lavarían el cerebro y no podrías pensar por ti mismo, que te decomisarían tus bienes y tu dinero; que los líderes eran dictadores, etc.
Generaron, pues, un ambiente de miedo. Por ejemplo, salió una película que se llamó, Moscú en Nueva York, en la que se racionaban los bienes y se generaba la idea de que si Estados Unidos fuera comunista, tendrían que hacer largas filas para recibir un pedazo de pan, que habría gran escasez y que las libertades quedarían totalmente coartadas. Otro ejemplo de películas propagandistas de la época fueron las de Rocky IV y la de Rambo III. En la primera, el boxeador neoyorkino Rocky logra derrotar al super ruso Drago, mismo que antes, supuestamente sin escrúpulos, mató a su amigo y estaba mejor preparado que Rocky, pero pudo más el “espíritu libre” de Rocky. En la segunda, un excombatiente norteamericano en Vietnam, Rambo, logra derrotar al poderoso ejército soviético en Afganistán ¡Increíble!
Pues bien, en las películas, en las revistas, en los libros de texto, en todos lados se hablaba mal del comunismo, del socialismo, que eran lo peor
Pues he escuchado, a propósito de las elecciones que la transformación de cuarta, perdón, la cuarta transformación, es un movimiento comunista o que quieren instrumentar en México el socialismo, pero esto es falso. Ejemplos: quieren comparar a México con Venezuela, con Nicaragua o con Cuba, pero lo que han hecho en dichos países no tiene nada que ver con el proyecto de AMLO.
El presidente de México no es comunista ni quiere instrumentar el socialismo en México. Muchos saben que el presidente profesa la religión cristiana: “En el 2021 y a pregunta expresa, AMLO dijo que él es cristiano y manifestó que si toda la población practicara el cristianismo con humanismo “profesar un profundo amor a los más pobres” se viviría en un mundo mejor. ¿Usted profesa la religión católica?”, se le preguntó en aquel momento. “Yo soy cristiano y quiero también aclararlo, hay en la iglesia evangélica hay una denominación cristiana, pero mi cristianismo, lo que yo práctico, tiene que ver con Jesucristo, porque soy seguidor del pensamiento y obra de Jesucristo”[1].
No sólo se demuestra a través de sus concepciones religiosas, sino también con base en la instrumentación de sus programas sociales, de sus proyectos de inversión y en cómo le va a la clase trabajadora y cómo le va a las clases poderosas, a las clases del dinero.
El comunismo es una fase superior del desarrollo de una sociedad socialista. La clave para comprender el fondo del planteamiento está en la siguiente condición: es la propiedad sobre los medios de producción lo que determina si la sociedad puede tener un carácter socialista y luego comunista. En México, como a todos nos consta, en el régimen de AMLO, persiste la propiedad privada sobre los medios de producción, no hay expropiaciones generalizadas y, por el contrario, se ha fortalecido a la propiedad privada sobre los medios de producción. Por ejemplo, el propio presidente retó a los ricos a que demostraran que en su gobierno había alguno que haya perdido dinero. Todos los ricos, por tanto, han ganado en el régimen de AMLO. Lo que pretende el socialismo es distribuir de mejor manera la riqueza, pero en México, los ricos son más ricos, y ahora hay más pobres.
Asimismo, el socialismo no se construye sobre la base del uso de las transferencias económicas directas, pues el principio socialista reza que “de cada cual, según sus capacidades y a cada cual, según su trabajo”; esto es, se solicitará a cada quien haga aquello para lo que está capacitado y se le retribuirá en función de su trabajo. Sin embargo, AMLO ha decidido darle dinero en efectivo a la gente, pero no en función de resultados, sino en función de reglas imprecisas, que, al final de las cuentas, hace de los mexicanos gente atenida y condicionada a ejercer su voto a favor del partido que le da el dinero.
Las megaobras, inútiles, no han desarrollado la capacidad del estado para competir con las empresas privadas, por el contrario, son un fracaso, pues para que funcione el aeropuerto de Santa Lucía hay que inyectarle dinero del erario; la refinería de dos bocas, sigue sin refinar y el Tren Maya está inaugurado pero aún no concluye y costará más su funcionamiento de lo que aportará por el pago de pasajeros.
En conclusión, para hablar de socialismo o de comunismo, es necesario que cambiemos la forma de apreciar las cosas y que el pueblo conozca que sí hay una forma de vida diferente en la que el hombre, como dice la poesía del ingeniero Aquiles Córdova: trabaje y viva sin llorar. En México debemos trabajar para organizarnos y educarnos, para construir el socialismo y posteriormente, el comunismo. AMLO no es comunista y no quiere construir el socialismo en México, que no queden dudas.
[1] https://www.eluniversal.com.mx/nacion/cual-es-la-religion-que-en-verdad-practica-amlo/
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