Después de haber pugnado por ser presidente de México, en varias ocasiones, una vez que logró llegar al Gobierno de México, Andrés Manuel López Obrador, no supo qué hacer con él, se enredó en una serie de fracasos que hoy lo colocan como el peor mandatario que ha tenido el país. El que pensando que está haciendo bien las cosas, ha cometido graves errores que han condenado a sus compatriotas a transitar por caminos de mayor miseria, de extrema inseguridad y de abandono.
López Obrador es un presidente que sigue creyendo en su populismo, ese que primeramente fue aceptado, pero que hoy es rechazado, incluso por los mismos miembros del partido al que le pertenece, el del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), donde sus huestes se han percatado de que la Cuarta Transformación se ha extraviado y por ello han comenzado a emigrar a otras fracciones partidistas.
Desde su llegada al gobierno, López Obrador instruyó a los legisladores pertenecientes a Morena, a quienes lejos de ver como aliados, los trató como súbditos sometidos a sus caprichos para eliminar desde la más alta tribuna de la nación, programas y fideicomisos que permitían la subsistencia de miles y miles de mexicanos.
Bajo el garlito de combatir la corrupción, se siguieron eliminando instituciones que contribuían en la atención a las clases más necesitadas del país, como el Seguro Popular, para en su lugar colocar el llamado Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) que dejando mucho que desear también fue eliminado y cambiado por el IMSS-Bienestar, que tampoco ha dado resultado.
En contra parte, se canceló el servicio de las empresas farmacéuticas que se tenían, pero sin tener la precaución de contar con otras industrias del ramo, por lo que se dejó a la población sin medicamentos y el costo de los mismos se elevó, afectando de sobremanera a pacientes con cáncer, diabetes y otras enfermedades, ni siquiera las vacunas para recién nacidos se han suministrado a los diversos centros médicos como se hacía antes del actual gobierno morenista.
De acuerdo con el economista en jefe para América Latina, Ernesto Revilla de Citigroup; “la gran tragedia de México particularmente es el pobre crecimiento económico que tendremos en este sexenio”.
Fue en su participación durante el seminario de “Perspectivas Económicas, Pluralidad y Contrastes en Tendencias para 2023″, que el experto dijo que la economía mexicana crecerá 1.4 por ciento, un crecimiento muy bajo que nos da en promedio en la administración de Andrés Manuel López Obrador de 0.6 por ciento de crecimiento anual del producto interno bruto (PIB).
De tal forma que la actividad económica retrocedió en esta administración y no hay un sexenio con un crecimiento tan bajo promedio como el actual, siendo que la tragedia de México ahora es de crecimiento porque la diferencia, entre 0.6 por ciento que estimamos en promedio de este sexenio frente el 2.1 por ciento de la administración anterior, son 400 mil empleos al año y la reducción de pobreza más acelerada de dos millones de personas.
A pesar de que los fracasos están presentes en la 4T, el mandatario mexicano sigue presumiendo lo que considera grandes logros de su gobierno, entre ellos, que ha combatido con eficacia la corrupción, que ya se terminaron los privilegios de los poderosos y que en el país hay paz y gobernabilidad, lo que lo hace atractivo para la inversión extranjera, cosa que es una verdadera mentira.
La gran mayoría de mexicanos se muestran preocupados frente a la sarta de falsedades que esgrime en sus acostumbradas mañaneras el presidente, porque mientras él afirma tener otros datos, el país se sumerge, cada vez más, en la desolación, con grave inseguridad, falta de servicios médicos, nula atención a los sectores empobrecidos, encarecimiento de los servicios y productos de la canasta básica, entre otros.
Aunado a ello, con la mano en la cintura, López Obrador le ha arrebatado recursos millonarios a estados y municipios, así como a universidades, a la educación, a la ciencia y tecnología, para contar con dinero que le permita concretar sus obras faraónicas del aeropuerto Felipe Angeles, el Tren Maya y demás.
Pero hay más errores cometidos en el actual sexenio, una vez que López Obrador ha recrudecido su política de movilización y polarización en torno a temas prioritarios de su agenda de gobierno, entre ellos la consulta de revocación de mandato, la reforma energética y la reforma político electoral, aumentando los riesgos de concentración de poder, incertidumbre jurídica e ineficacia gubernamental.
No se puede pasar por alto el hecho de que el crimen organizado siga sembrando de muerte y tristeza entidades completas en el país, interfiriendo además de forma activa en procesos electorales, significando un tremendo descalabro para la tranquilidad de los mexicanos y un revés al sistema democrático de la nación.
Se podría decir que la llegada de la pandemia de covid-19 dejó al descubierto la ineficiencia de la llamada Cuarta Transformación, abandonando a su suerte a sus compatriotas, sobretodo a las familias más pobres que en su momento debieron colocar en un acto de protesta multitudinaria mantas y banderas blancas en sus casas, después de que el gobierno federal no implementó alguna medida eficaz para enfrentar ese mal.
Es decir, no se aplicó una cruzada nacional alimentaria, tampoco se suspendieron los cobros de los diversos servicios, se abandonaron las escuelas que fueron saqueadas, la educación se vio tremendamente afectada bajo la recomendación de que los alumnos deberían estudiar desde sus hogares a través de la televisión o el internet, cuando en millones de hogares no se contaba con esos aparatos.
A estas alturas, el presidente de México va de picada, su populismo ha bajado de intensidad y pretende hacer creer a sus compatriotas que todo se encuentra bien, que el país está entrando a mejores niveles de bienestar, aunque en la realidad se sigan incrementando la miseria extrema, la hambruna, la falta de empleo, la inseguridad y el abandono de los diversos sectores de población.
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