Antes de ser presidente Andrés Manuel López Obrador criticaba la corrupción del gobierno. El discurso le salía bien en los mítines y la gente le aplaudía y lo ovacionaba. Todos estaban cansados de las grandes fortunas de los políticos y, bajo esa lógica, López Obrador hizo campaña política con los lemas primero los pobres y alto a la corrupción.
Ganó las elecciones de 2018 y muchos mexicanos que confiaron en el discurso de Morena esperaban los resultados de “la izquierda mexicana” en el poder: un gobierno sin corruptos y preocupado en serio por los más pobres.
Desde hace varios años, el Movimiento Antorchista criticaba el discurso de la izquierda mexicana y de López Obrador, porque no es científico y no se sostiene con la realidad. Se trata de una serie de consignas nacidas al calor del mitin que logran enfurecer a la gente, pero que, al mismo tiempo, la engañan porque no son serias. Lo dijimos mucho tiempo antes. Y fuimos duramente criticados por esa izquierda que hoy está en el poder. El mismo López Obrador nos incluyó en los primeros lugares de su lista personal de enemigos y hemos tenido que soportar el duro embate del Estado contra nosotros. La fuerza de masas de Antorcha, nuestro trabajo legal y nuestra honradez nos ha hecho resistir.
Andrés Manuel López Obrador utilizó a la Unidad de Inteligencia Financiera, dirigida por Santiago Nieto, para iniciar una persecución de sus enemigos políticos. Le dio manos libres a Santiago Nieto y este desató la cacería de brujas. Al Movimiento Antorchista se le acusó, sin pruebas, de corrupta, mochera y de haber vivido del dinero del gobierno en los gobiernos anteriores. Se nos formularon juicios y acusaciones en la prensa nacional en boca de Santiago Nieto y del propio presidente de la República. Pero cometieron un grave error: jamás pudieron probar ninguno de sus dichos y, en todos los juicios, hemos salido airosos, porque somos una organización que actúa conforme lo dictan las leyes de este país. Una vez más, le demostramos a los pobres de este país y a todo México que Antorcha es una organización limpia y legal.
Santiago Nieto, sin embargo, cayó en la desgracia política por dos razones, a pesar de que desató una cacería criminal contra los enemigos de su jefe. Primero: no ha logrado hacer que México sea un país menos corrupto y, según las mediciones actuales, el país ha superado los niveles de corrupción anteriores y nos hemos colocado entre los cinco países con más corrupción, dado que solo nos gana Uganda, Camerún, Cambodia y República del Congo. La clase política sigue gozando y viviendo del presupuesto, mientras la mayoría de la población se vuelve cada día más pobre. En México, actualmente, hay 97 millones de pobres, porque las políticas económicas del presidente son peores que las de los sexenios anteriores. El segundo error de Santiago Nieto es que él mismo es parte de esa clase política que vive entre lujos. Hace unos días, tuvo que renunciar a su cargo de director de la Unidad de Inteligencia Financiera luego de que fuera criticado a nivel nacional por su lujosísima boda realizada el 6 de noviembre en el Hotel Santo Domingo, en Antigua, Guatemala. A esa boda acudieron la gobernadora morenista de Campeche y el nuevo gobernador de Sinaloa, así como otros políticos y periodistas cercanos a López Obrador.
¿De dónde salió el dinero para pagar la boda de Santiago Nieto? Del presupuesto de los mexicanos. Así de sencillo. Esos que dijeron que iban a combatir la corrupción y que gobernarían para los pobres han demostrado, en los hechos, que son parte de la misma clase política que, desde hace años, ha vivido entre lujos y riquezas aprovechándose del trabajo de los mexicanos trabajadores.
A los mexicanos les decimos: no crean en las promesas de un partido político cuando este partido es más de lo mismo. Mejor construyamos el partido político de los pobres de este país y, ahora sí, hagamos de México un país próspero para todos.
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