Tal parece que al gobierno de la cuarta transformación que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, así como a entes emanados del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ya se les ha hecho costumbre visitar a los coahuilenses llegando con las manos vacías, con mayores promesas que nunca se cumplen, además de la cancelación de proyectos iniciados que se quedan en el abandono, a pesar de que ya se han invertido recursos para su realización.
Recientemente López Obrador, llegó a tierra coahuilense, donde lejos de anunciar beneficios para la entidad, alguna inversión importante, se consolidó como un perfecto mentiroso, en puro “jarabe de pico” que piensa que su sola presencia será suficiente para resolver los problemas que se tienen tanto en Coahuila, como en la mayor parte de Estados que visita.
Aún se recuerda como suspendió una obra importante en la Comarca Lagunera, consistente en el metrobús, echando mano del garlito de sus famosas “consultas ciudadanas” para echarlo por tierra a pesar del avance que ya se había dado.
Otro garlito más que le ha permitido al presidente engañar a los coahuilenses es el que se refiere al proyecto Agua Saludable en La Laguna, que lejos de reducir los graves índices de arsénico que afectan a la población, se ha convertido en una medida electorera, pensando que de esa manera habrá de conseguir que el partido de su propiedad el Movimiento de Regeneración Nacional, obtendrá así mayores triunfos en las urnas.
Pero eso no es todo, los de la llamada Cuarta Transformación siguen medrando con el dolor humano con la única finalidad de ganar adeptos, situación que se puede percibir tras la tragedia ocurrida en la mina ocho de Pasta de Conchos, en Coahuila, donde el 19 de febrero de 2006 se presentó una fuerte explosión debido a las condiciones deplorables en que se encontraba ese lugar y en el que 65 de los 73 obreros que se encontraban trabajando en ese turno, quedaron atrapados.
Han pasado los años, donde los familiares ya se han resignado, sintiendo que ahí están sus seres queridos, pero el gobierno federal insiste en llegar a remover los sentimientos de la gente, sobre todo cuando se acercan tiempos electorales, haciendo creer a los deudos que darán con los restos de los mineros caídos, sabiendo de antemano que esa simple versión, les generará votos en las urnas a las y los abanderados del partido del mandatario mexicano, Morena.
Inexplicablemente, las labores de rescate quedaron a cargo de la propia compañía responsable de las condiciones de trabajo: Grupo México, propiedad del multimillonario Germán Larrea. El 4 de abril del año 2007, después de rescatar únicamente dos cuerpos, y en una decisión inédita, la empresa decidió suspender el rescate argumentando que se ponían en riesgo las vidas de los rescatistas. Solamente se tiene registro de dos tragedias en las que se haya negado el rescate de los atrapados: en 1973, la de un ingeniero, y Pasta de Conchos; en ambos casos, la parte patronal es Grupo México.
Cabe destacar que tanto las familias como sus representantes legales han señalado que el gobierno federal es responsable por la inefectividad de las inspecciones laborales realizadas en su momento y aportaron pruebas para demostrar la demora injustificada y falta de debida diligencia en esclarecer y sancionar estos hechos.
O sea que no se actuó con prontitud, se dejaron pasar los años y ahora López Obrador viene con la novedad de que habrá de reabrir la mina para dar con los restos de los mineros sepultados en Pasta de Conchos.
Fue la Secretaria del Trabajo y Previsión Social del Gobierno Federal, Luisa María Alcalde Luján, únicamente hizo acto de presencia en ese lugar, pero para tomarse la foto con las familias de los mineros caídos, porque de ahí en adelante todo han sido promesas incumplidas.
Se suponía que se compraría el terreno de la mina para edificar un mausoleo en memoria de los fallecidos o seguir trabajando para rescatar los cuerpos. Ambas opciones incluían reparación económica de los daños, construcción de viviendas y aplicación de un programa de desarrollo, lo cual tampoco se ha hecho.
López Obrador sigue llegando a Coahuila para decir que se está avanzando en todo lo que ha proyectado para los coahuilenses, pero nada de eso es verdad, además de que no ha regresado los recursos que le ha esquilmado a la entidad, municipios y universidades.
En contraparte, siguen las promesas del gobierno federal, todo ha quedado en palabras y anuncios populistas que dan al traste con la realidad que se está viviendo en los lugares que visita, no hay una planeación o proyecto de nación que ponga fin a la enorme miseria que se está viviendo en México, todo ha sido y es pura lengua por parte del mandatario mexicano.
Traficar con el dolor humano de esa manera y lanzar promesas al viento, no tiene nombre, máxime cuando éstas no se cumplen y que se intensifican por parte de los morenistas cada que se habrán de celebrar contiendas electorales, situación que debe terminar ya para tranquilidad de la gente que aún sufre lo indecible en una patria mal gobernada, donde sus habitantes han confirmado que con López Obrador están abandonados a su suerte.
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