La migración a Estados Unidos (EE. UU.) sigue en aumento. El 23 de octubre de 2021, BBC News Mundo digital dijo: “Estados Unidos publica la cifra de detenciones más alta jamás registrada en la frontera con México… más de 1.7 millones de migrantes en los últimos 12 meses”. El 18 de abril de 2022, sandiegouniontribune.com
Como se sabe, el origen fundamental de la migración es la pobreza, y ésta tiene dos causas; por un lado, la concentración de la riqueza en unas cuantas manos dentro de los respectivos países y, por otro lado, la concentración del capital a nivel planetario. La concentración y centralización del capital es inmanente a la economía de mercado, es decir, al neoliberalismo.
La dependencia económica y el saqueo de los recursos materiales y humanos en Centroamérica han estado acompañadas con la imposición de gobiernos ad hoc a la política del imperialismo mundial, y aquellos que han buscado liberarse de ese dominio han sido víctimas de las peores restricciones como el bloqueo económico que lleva años impuesto al socialismo cubano.
Por tanto, la falta de empleo, de buenos salarios, de vivienda, de salud, de educación en las naciones de la región, no sólo es culpa de los diferentes gobiernos al servicio del capital local e internacional, sino consecuencia inevitable del desarrollo de la economía de mercado que predomina en el mundo.
El aumento de migrantes en 2022 solo puede explicarse por la mayor agudización de la pobreza en los países pobres y la mayor concentración de la riqueza por los países ricos, pero EE. UU., no quiere migrantes en su territorio ni en sus fronteras, no solo por causas económicas, sino también por cuestiones raciales que, como sabemos, para eso se pintan solos.
Por ello, han construido muros, han colocado policías y militares y han tomado medidas como el llamado Título 42 que consiste en una orden de salud pública emitida a partir del 20 de marzo de 2020, durante el gobierno de Donald Trump. Esta orden señala que las autoridades migratorias norteamericanas podrán expulsar inmediatamente a los migrantes sin necesidad de retenerlos en las áreas congregadas, con el argumento de detener la propagación de la covid-19. La medida se termina el próximo 23 de mayo, por lo que la alarma de un incremento masivo de migrantes ha generado polémica entre aquellos que solicitan su terminación y quienes piden que se extienda el periodo de dicho ordenamiento.
La verdad es que con esta orden o sin ella, con muro o sin muro, el número de mexicanos y centroamericanos migrantes hacia EE. UU., va en aumento; ante esta situación el presidente Biden le pidió “apoyo a López Obrador ante una ola migratoria [sin precedentes]… discutimos la importancia de trabajar juntos en nuestra agenda amplia y profunda, incluida la competitividad, el crecimiento regional y los esfuerzos humanos y efectivos para reducir la migración irregular” (noticieros.televisa.com del 30 de abril de 2022). En respuesta AMLO dijo que se trabajará de manera coordinada con Estados Unidos, “ayudando, y sí, tenemos que proteger la frontera sur para proteger… a los migrantes, porque no conviene la travesía por el país, es muy riesgosa y tenemos que cuidarlos” (el financiero.com.mx del 5 de mayo de 2022).
El presidente de México no solo ha hecho declaraciones, sino que ha puesto manos a la obra. El jueves 5 de mayo inició una gira en Centroamérica para cumplir su papel como “emisario de EE. UU.” e intentar detener la creciente ola migratoria. Viajará a Guatemala, El Salvador, Honduras, Belice y Cuba. “Su agenda contempla el tema migratorio, de desarrollo, así como programas sociales como “Sembrando Vida y Jóvenes construyendo el futuro” (infobae.com).
Por lo que se observa, AMLO no solo ayuda al imperialismo a no permitir el paso a migrantes en condición irregular provenientes de Centroamérica y de paso por México, sino que le hace el trabajo a Biden llevando su política a aquellos países, también sumidos en la miseria. Pero el problema radica en que esos programas sociales y el dinero invertido para combatir la pobreza y la migración, no han funcionado en décadas, incluyendo las administraciones pasadas.
Si se quiere acabar con la migración primero habría que repartir la riqueza equitativamente. Tendría que existir una verdadera política para crear empleos bien remunerados; un plan para recaudar un impuesto progresivo y un plan de distribución equitativo de ese ingreso principalmente para obras y servicios de las grandes masas de trabajadores de la ciudad y el campo para atender sus ingentes necesidades de vivienda, salud, educación, infraestructura, etc. solo así podrá frenarse la emigración.
Y si esta política se aplicara para todos los países de la región y el continente, entonces no habría necesidad de emigrar por causa de la pobreza, sino solo con motivos culturales, de educación, salud. En un mundo así, se eliminarían las barreras nacionales y seríamos una sola nación en todo el mundo; desaparecería la discriminación y podríamos transitar libremente para conocer las culturas de otros pueblos, para aprender nuevos idiomas, y todo esto no sería exclusivo de una clase social, sino de la humanidad entera.
Pero estos sueños guajiros no podrán lograrse en un mundo dominado por la economía de mercado, no podrán lograrse por gobiernos al servicio de unos cuantos millonarios, sino cuando existan verdaderos gobiernos populares.
Y en México quienes actualmente gobiernan, como dijo Aquiles Córdova Morán, secretario general del Movimiento Antorchista, son “una mezcla confusa y heterogénea de comunistas, excomunistas, socialdemócratas, izquierdistas teñidos de progresismo, trásfugas y trepadores profesionales de los viejos partidos que perdieron el poder y uno que otro ricacho que aprovecha el poder de Morena para proteger y acrecentar sus negocios” y, por tanto, es un gobierno que aplica una política económica y social heterogénea y confusa que solo busca eternizarse en el poder para su beneficio.
La gira de López Obrador queriendo apantallar a los gobiernos de Centroamérica con el argumento de que tiene la solución al problema de la pobreza y la migración, a través de la implantación de programas sociales y la entrega de dinero mexicano y extranjero (4 mil MDD), no avizora nada bueno; lo que traerá es mayor pobreza y desigualdad como está pasando en México.
Las más de 200 mil personas que intentaron cruzar la frontera con EE. UU., en marzo de este año, son prueba irrefutable de que en México seguimos estando mal y nos encaminamos a una devastadora crisis económica y social. Pero los hechos hablarán más que las palabras.
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