El pasado 21 de enero, el Movimiento Antorchista Nacional conmemoró en la ciudad de Puebla el fallecimiento de uno de los genios, políticos y estadistas marxistas más destacados que ha conocido la humanidad contemporánea; me refiero al revolucionario ruso Vladímir Ilich Uliánov, mejor conocido como Lenin.
Dado al inmenso aparato propagandístico en manos de las clases económicamente dominantes que sufrimos los pueblos en gran parte del mundo, la obra de este genio es poco difundida y conocida. Pero no la han podido ocultar, como no se ha podido ocultar al sol. Por eso, a pesar de todo, la humanidad informada conoce a Lenin como el guía y maestro de los trabajadores del mundo entero, como el genial continuador de la doctrina revolucionaria de Marx y Engels, como organizador del Partido Comunista de la Unión Soviética, genio de la revolución socialista, fundador del Estado Soviético, gran sabio y, a la vez, sencillo y el más cordial de los hombres. Pero para muchos, Lenin fue más que eso.
Dado que, para hablar con profundidad de la labor humanista y científica de los imperecederos genios gigantes del pensamiento humanista, se necesita otro genio de igual o superior tamaño y “quilataje”, considero que nadie en nuestro tiempo y país como el maestro Aquiles Córdova Morán, líder y guía de los antorchistas mexicanos podía llevar a cabo semejante e importante tarea. Y así fue.
Lenin tuvo que trabajar y padecer para conseguir su cometido, pues hasta entonces, nunca nadie en la historia lo había siquiera intentado tomar como base el marxismo.
La obra se cumplió con creces. Con la presencia de destacados representantes de las embajadas de Rusia, China y Cuba, más de cinco mil antorchistas llegados de los 32 Estados de la República, recibimos de voz del maestro Aquiles la conferencia: “Lenin: vigencia de su pensamiento a 100 años de su muerte”.
Y como nadie que haya escuchado semejantes razonamientos de un estudioso del marxismo-leninismo como pocos, acerca de la labor revolucionaria del principal organizador de la Revolución rusa de 1917, puede quedarse mudo mientras su conciencia le alienta a gritar a sus semejantes las verdades reveladas, yo también quiero atreverme a decir aquí lo que pienso, a riesgo de dejar expuesta mi ignorancia. Pero ni modo. Si así fuera, pido disculpas anticipadas.
Veamos. Lenin vivió sólo 54 años, pues nació un 22 de abril de 1870 en Uliánovsk, Rusia, y murió en su misma patria, en Gorki, el 21 de enero de 1924. Su padre, Iliá Nakoláevich, fue un hombre progresista y promotor de la educación entre los campesinos, profesor de enseñanza secundaria, inspector y director de escuelas públicas de la provincia de Simbirsk. Su madre, María Alexándrovna, era hija de un médico; había estudiado en casa, dominaba varias lenguas, conocía bien la literatura y le gustaba mucho la música.
Desde los 17 años, Lenin comenzó a sufrir la persecución del imperio de los zares. La primera desgracia llegó con la muerte de su padre en 1886, pero la segunda fue aún mayor. En marzo de 1887, Alejandro Uliánov, su hermano, que pertenecía a una sociedad revolucionaria terrorista llamada Voluntad del Pueblo, fue detenido en Petersburgo por participar en la preparación de un atentado contra el zar Alejandro III y ejecutado dos meses después en la fortaleza de Shlisselburg. El estudiante Lenin, que frecuentaba ya a los estudiantes de tendencias avanzadas y revolucionarias, fue expulsado en ese mismo año de la Facultad de Derecho de la Universidad de Kazán, y desterrado a la aldea de Kokúshkino.
Desde entonces, Lenin se dedicó a estudiar a fondo el marxismo, la doctrina revolucionaria concebida por Carlos Marx, su fundador. Marx y su amigo Engels consagraron toda su vida a emancipar a la clase obrera y a todos los trabajadores del poder del capital. A mediados del siglo XIX crearon la ciencia de las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad, y trazaron las vías de su transformación revolucionaria.
Así fue que Marx y Engels enseñaron que la lucha entre el proletariado y los capitalistas conducirá, en última instancia, a la revolución socialista; que la clase obrera derrocará el poder de los capitalistas e implantará en provecho del pueblo trabajador la dictadura del proletariado, es decir, su propio poder.
Lenin entendió de los maestros del proletariado como ningún otro hombre de su época, lo que puso en práctica con su propio genio muchos años después: “El gran mérito histórico-universal de Marx y Engels consiste en que señalaron a los proletarios de todos los países cuál es su papel, su tarea, su misión: alzarse los primeros a la lucha revolucionaria contra el capital y agrupar en esta lucha, en torno suyo a todos los trabajadores y explotados” (Esbozo Biográfico, Ed. Progreso 1975). La línea a seguir estaba entendida, faltaba crear el instrumento y las condiciones.
Y a crear el instrumento y las condiciones necesarias fue que Lenin dedicó toda su vida. Sería muy largo y extenso (aunque necesario), decir aquí todo lo que Lenin tuvo que trabajar y padecer para conseguir su histórico cometido, pues hasta entonces, nunca nadie en la historia lo había siquiera intentado tomar como base el marxismo. Pero Lenin lo consiguió. Como no dispongo aquí de mucho espacio para decir todo lo que quisiera, invito pues a toda aquel interesado en el tema que refiero, a leer la biografía de este gigante del pensamiento humanista. Ni modo.
Pero lo que no puedo dejar de decir, es que lo que el genio ruso descubrió para derrotar el imperio de los zares y sus aliados los capitalistas, y liberar con ello de la explotación al proletariado ruso y sus familias, es lo mismo que necesitamos hoy los pobres del mundo: organización y educación política.
Y como nunca nadie lo había hecho hasta entonces, a la educación de los pobres se dedicó Lenin. En 1892, organizó en Samara el primer círculo marxista, cuyos miembros estudiaban las obras de Marx y Engels. Su pasión para formar a los futuros partidarios no tenía comparación: “En ese joven de 23 años se combinaba la sencillez, la solicitud, el optimismo y el entusiasmo, por una parte —recordaba uno de los componentes del círculo—, con la firmeza y profundidad de los conocimientos, la implacable y lógica consecuencia, la precisión y diafanidad de los razonamientos y definiciones, por otra parte” (íbid).
El estudio consecuente del marxismo en esos círculos, era la condición necesaria para crear el instrumento que el proletariado necesitaba: un partido de nuevo tipo para toda Rusia.
En 1895, Lenin agrupó los círculos marxistas de Petersburgo en una organización política única, denominada posteriormente “Unión de lucha por la emancipación de la clase obrera”: brotaba el germen del partido.
En marzo de 1898, estando Lenin desterrado en Siberia, supo que se había convocado en Minsk el 1er Congreso del POSDR, el cual había proclamado la fundación del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. Era apenas el primer intento. Pero la convicción revolucionaria de Lenin era firme y decidida. Diecinueve años después, este partido llevó al proletariado ruso a tomar el poder de su patria y a dirigir su destino.
Lo que vino luego ya quedó en las obras de los historiadores serios. Lenin superó con creces a los conquistadores de que hablaba la historia hasta entonces; derrotó y conquistó imperios, el de los zares, y lo hizo casi sin ningún disparo. Sus armas fueron las ideas del marxismo; estas, lo llevaron a la formación del partido de nuevo tipo, y el partido, llevó al pueblo ruso a conquistar el poder.
La lección de Lenin debe ser comprendida por todos los pueblos explotados del mundo: la liberación del pueblo debe ser obra del pueblo mismo. Ojalá que así sea.
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