El pasado fin de semana me llamó la atención una nota en el portal El Sol de México titulada: “Busca 4T recortar 79% del presupuesto a Liconsa”, en la cual se compartía el análisis de la asociación Pacto por la Primera Infancia en torno al Proyecto del Presupuesto de Egresos 2022, en donde se adelantaba cómo dicho producto de la canasta básica de los sectores populares en el país, -surgió desde la década de los 40’s-, tendrá una reducción de más cuatro mil 622 millones, es decir, 79 por ciento menos respecto al año en ejercicio.
El análisis de esta iniciativa ciudadana destaca cómo los principales afectados con la reducción del suministro de litros de leche a bajo costo, serán los más pobres para quienes originalmente fue diseñado dicho apoyo en los temibles gobiernos neoliberales, entre ellos menores de edad, como las principales víctimas.
Volvemos al fallido eslogan de “primero los pobres” y una vez más se comprueba. La cuestión de la leche es sólo un ejemplo de cómo el gobierno de la 4T busca acabar con el “programa neoliberal” porque le apuestan a los programas asistenciales de su mandato, los cuales tampoco no están llegando a quienes más los necesitan, sino a su base electoral. Así se llama tanda para el bienestar, gas bienestar y un largo etcétera, discriminando a millones de beneficiarios que sí lo requieren con urgente ante los efectos de la pandemia.
El problema de la leche comenzó en el primer semestre de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, con el incremento en los precios, principalmente, en municipios considerados con alta marginación.
Esta denuncia la hizo Mexicanos contra la corrupción y la impunidad en agosto de 2020, cuando publicaba la investigación titulada “En el primer año de AMLO, Liconsa afecta a los más pobres”, destacando cómo durante 2019 se le quitó este alimento a casi 500 mil mexicanos en situación de pobreza, además de incrementarle 150% al precio del litro también otro duro golpe a los más pobres.
Pero el problema no quedó ahí, comenzaron a registrarse en varios estados, tales como Puebla, Hidalgo, Chiapas, Estado de México. Varias lecherías cerraron, pues el servicio no llegaba completo o simplemente ya no tenían qué ofrecerle a los beneficiarios. Esa misma investigación denunció que se dejaron de suministrar 205 mil litros menos en tan solo en seis meses, es decir, se privó de este alimento a los más pobres.
Los beneficiarios no fueron los únicos afectados, pues el problema venía incubándose desde los mismos productores y el trato dado por la paraestatal. En septiembre de 2020, alrededor de 10 mil pequeños y medianos productores de leche de 20 estados del país, denunciaron varias irregularidades en los procesos de pago del líquido vendido a Liconsa, desde la falta de recursos hasta cambios administrativos. Esta situación trajo afectaciones a los mismos productores pues la mayoría vive de la venta de su producto, no pasa de las 40 cabezas de ganado, poniéndolos en una desigualdad abismal con las grandes empresas productoras. ¿Y entonces qué se hizo con los 43.3 millones de pesos más que recibió la paraestatal por el incremento en los precios durante los primeros meses de administración de la 4T? Este gobierno guarda silencio ante estas y otras irregularidades.
Fueron los mismos productores quienes también denunciaron la intensión del gobierno morenista contra este programa de abasto popular. Aseguraron que el volumen anual de leche adquirida regularmente Liconsa en los tiempos neoliberales era de 700 a 750 millones de litros. Sin embargo, desde 2019, sólo se comprometió a comprarles alrededor de 600 millones de litros. ¡Ya ven que no todo estaba planeado!
Este año la Federación Mexicana de Lechería (Femeleche) ha solicitado el incremento de los precios en el líquido ante un encarecimiento en los alimentos para las vacas, tras la crisis sanitaria así como sequías que también asolan al país, además de la urgencia de un apoyo real a los pequeños ganaderos desde la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER).
A los problemas de desabasto, incrementos de precios así como falta de pagos de la paraestatal, también se suman las aclaraciones por millones de pesos, como lo registró la Auditoría Superior de la Federación, al exigirle la rendición de cuentas de 413.5 millones que no ha presentado a la Secretaría de Bienestar.
Como dije líneas arriba, Liconsa es sólo un ejemplo de la situación de los programas enfocados a los más pobres, a esos que dijeron poner en primer lugar, ahora quieren sustituirlos por los programas monetarios, sumamente cuestionados, como han advertido expertos, entre ellos el Doctor Julio Bolvinik.
Ya desaparecieron los comedores comunitarios, las estancias infantiles, los albergues a mujeres violentadas, el apoyo a la vivienda, a jornaleros y próximamente el de la leche Liconsa. No vamos bien como dice el presidente, Andrés Manuel López Obrador, no es cierto que primero estén los pobres como se ha repetido hasta el cansancio, tampoco es real el combate a la corrupción, una eterna promesa de acabar con los males de millones de mexicanos, mientras la desaparición de los programas “neoliberales” y su sustitución por los de transferencia monetaria condena a los sectores más empobrecidos a perder los pocos apoyos reales existentes en el gobierno. Ahora ni pan, pero sí circo para el pueblo, urge despertar del sueño veraniego ofrecido por la 4T, estemos alertas y organicemos para luchar contra la desaparición, por la vía del presupuesto, de estos apoyos alcanzados por el pueblo mexicano.
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