MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Yucatecos exigimos lo que es justo

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A pesar de que hace un mes que muchos trabajadores meridanos fueron despedidos de sus empleos porque las empresas recortaron personal o de plano bajaron la cortina ante los ordenamientos oficiales, pocos han recibido apoyo de los diversos niveles de gobierno para enfrentar la crisis de covid-19.Es evidente que la situación en las zonas pobres de Mérida está al borde del colapso; colonias como Plan de Ayala Sur I, II y III, San José Tecoh, Nueva San José Tecoh, entre otras habitadas por gente humilde, siguen a la espera de recibir ayuda alimentaria de parte de las autoridades.Urge que los funcionarios más cercanos a la gente, encabezados por el presidente municipal Renán Barrera y el señor gobernador, Mauricio Vila Dosal, atiendan la problemática de la falta de alimentos en estas y todas las zonas populares de la ciudad.Pañuelos blancos que claman por ayuda ya se ven en distintas calles de la ciudad.

Mérida tiene mucha población vulnerable, no queda duda: según datos del Coneval en su Informe de Pobreza y Evaluación 2020 un total de 214,776 personas viven en pobreza en la ciudad capital del estado; además, hay 264,480 meridanos que trabajan en la informalidad, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2019, del INEGI.Solo hay que preguntarse, dados los bajos niveles de ingreso de las personas pobres y con empleos informales: si se han quedado sin empleo debido a la cuarentena ¿después de varias semanas de no percibir ingresos cuáles son sus condiciones de vida? ¿Cómo le hacen para llevar algo a la boca de sus hijos? ¿Se están deshaciendo de lo poco que tienen, malbaratándolo, dejándolo en la casa empeño? ¿Están consiguiendo préstamos? El proceso de empobrecimiento de las familias se está acelerando.Y después de que estas opciones ya no sean viables ¿qué sigue? El gobierno debe actuar ya para apoyarlas.

En Yucatán, el Congreso del Estado autorizó al gobernador, Mauricio Vila Dosal, la contratación de un crédito de 1,500 millones de pesos para, entre otras cosas, dotar de despensas alimenticias y seguro de desempleo a varios miles de yucatecos; sin embargo, los alimentos son totalmente insuficientes pues se están entregando despensas cuyo valor ronda los cien pesos, casa por casa, de manera quincenal; un trabajador cuya familia consta de 4 miembros ¿podrá subsistir 15 días confinado, sin ningún ingreso, y hasta que vuelva a entregarse la siguiente despensa? Imposible.Esa familia padecerá hambre, enfermedades y más.Si a esto le sumamos que no se está entregando más que una despensa por casa aunque vivan hacinadas en ella dos o más familias- y que menudean las quejas a lo largo y a lo ancho del estado porque en algunos domicilios no pasó el personal repartidor del beneficio, la cosa empeora.

En el programa de Seguro de Desempleo las cosas no marchan mejor: los beneficiarios del programa, que ya han empezado a recibir 2,500 pesos mensuales- solo son 46,800 yucatecos, mientras que el número de trabajadores informales es de más de cinco veces esa cantidad, solo en la ciudad de Mérida; además, miles de empleados formales han sido despedidos entre marzo y abril, y el presidente de la CANACINTRA Yucatán acaba de declarar que a partir de mayo los despidos masivos en la industria local podrían alcanzar los 35 mil empleados por mes.Por si lo anterior fuera poco, las redes sociales han sido un hervidero estos días por el tema de los empleados de gobierno, empresarios o profesionistas que fueron aprobados indebidamente en el Seguro de Desempleo; los casos se cuentan por cientos y han desatado la inconformidad de quienes ven injusto que quien sí requiere de la ayuda, ni siquiera haya tenido oportunidad de inscribirse en el programa.Hasta hoy el gobierno del estado solo ha dicho que daría de baja a todos aquellos que fueron aprobados injustamente, pero no ha dicho cómo redireccionaría ese recurso hacia los más pobres.

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Tanto la insuficiencia de los programas como los "errores" cometidos en su aplicación hacen que parezca que no es tanto el interés del gobierno por los trabajadores y su difícil situación, como el de hacer propaganda simulando preocupación por estos.Una mejor planeación haría que el recurso invertido fuera mejor aprovechado; de otra manera, todo parece un montaje con fines electorales para beneficiar al partido en el poder.Y lo peor, al final el mismo pueblo tendrá que apechugar, pues el dinero repartido proviene de un préstamo que se tendrá que pagar a más tardar en 2024 con dinero público: tras cornudos, apaleados.

Y más todavía.El sábado 25 de abril de 2020 el cabildo de Mérida dio su venia para que el alcalde, Renán Barrera Concha, realice los trámites para conseguir un préstamo de 400 millones de pesos para reactivar la actividad económica del municipio.Es lógico que cuando un gobernante ha analizado todas las posibilidades para sacar adelante a sus gobernados y las ha agotado, deba recurrir a este tipo de medidas excepcionales; sin embargo ¿es este el caso del alcalde de Mérida? ¿Por qué no demandó al Gobierno del Estado, por ejemplo, una aplicación más justa y rigurosa del préstamo dicho más arriba? ¿Qué ha hecho para demandar a AMLO que suspenda sus mega obras inútiles y caprichosas y destine más dinero al municipio que gobierna para enfrentar el desastre de hoy? Pero claro, estas eran soluciones más complicadas del problema, mejor ¡vámonos por otro préstamo, total, el pueblo paga!

Los gobernantes se burlan de la suerte de los pobres, esos a los que ensalzan en sus discursos diarios.Las víctimas de la terrible situación actual deben caer en la cuenta de que no pueden esperar más de quienes hoy tienen el poder; el pueblo debe dejar de esperar graciosas concesiones de éstos, denigrantes limosnas o supuestos rescates que el mismo pueblo tendrá que pagar en el futuro con grandes esfuerzos.

El nuevo tipo de gobernantes que sacará a México del atraso será el de aquellos que vean al pueblo como lo más preciado, que lo quieran y respeten, que reconozcan en él la principal riqueza del país, y que por eso procuren su educación, su preparación y su vida plena, para que pueda dar todo de sí levantando sobre sus hombros un país vigoroso y rico.Un pueblo así, aunado a un gobierno con altura de miras, realiza proezas como las de los chinos, que hoy, después de una dura batalla contra el nuevo coronavirus han reanudado su ciclo escolar.En México, en cambio, se nos ha acostumbrado a recibir limosnas y a pagar las crisis con sudor, hambre y muerte del pueblo.Pero de esto ya hemos tenido suficiente; ahora hay que organizarnos y actuar, nosotros sí, "unidos, como uno solo" para que al pueblo se le dé pronto y en cantidad suficiente lo que necesita para superar esta crisis.

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