Baja California es uno de los estados más jóvenes de nuestra República, apenas en 1952 se le reconoció como tal. Su población en esa década no llegaba a los 250 mil habitantes. Para ese entonces, ya Mexicali había consolidado la vocación agrícola de su Valle. La minería, que en la segunda mitad del siglo XIX fue una actividad importante, al final del siglo había llegado a su fin y los inversionistas, casi todos norteamericanos, se apoderaron de las tierras agrícolas y de las aguas del Río Colorado, explotaron la mano de obra que llegaba de diferentes puntos del territorio norte de la Baja California, de Sonora, Sinaloa e incluso desde China. Así se construyó el principal polo agrícola del estado, hoy con más de 147 mil has sembradas. Fue hasta la heroica lucha de los agraristas, que en 1937 organizaron el llamado ASALTO A LAS TIERRAS, que esas tierras se recuperaron para los ejidatarios. Aún resuena la respuesta que uno de los campesinos dio al Coronel Orozco, que pretendía desalojarlos de las tierras ocupadas, con el argumento de que eran propiedad de la Colorado River Land Company, "Me dispensa mi coronel... voy a hablar unas cuantas palabras... me admira y sentimos tristeza que siendo ustedes unos guardianes de nuestra república, nos digan que estas tierras que estamos pisando son extranjeras, nunca lo esperamos de usted, mi coronel... si aquí nos afusilan, que nos afusilen; pero estas tierras son de nosotros y nosotros las vamos a agarrar dentro de la ley".
Hoy Baja California, con más de cuatro millones es una de las once entidades más pobladas del país y Tijuana es el municipio con más habitantes; es la séptima entidad que más aporta al producto interno bruto nacional. El nuestro, es el quinto estado con más trabajadores en el país: las industrias aeroespacial, de electrónicos, electrodomésticos, productos médicos, biotecnología, tecnologías de la información y la comunicación, servicios médicos, transporte y vitivinícola entre otras, además de la agricultura y el sector servicios y turismo siguen creciendo. No es El Dorado que buscaron los españoles, entre ellos Hernán Cortez, pero playas, tierras, fábricas y sobre todo el principal agente de la producción, la mano de obra, muchas veces sobre explotada, no paran de generar riquezas y más riquezas.
Pero, al mismo tiempo que una tierra próspera, nos encontramos en una de las zonas más injustas del globo terráqueo, pues esas manos generadoras de todo tipo de bienes, siguen viviendo en barracas en el Valle de San Quintín, en colonias carentes de los servicios más elementales en las zonas oriente y poniente de Tijuana, donde los que sirven exquisitos manjares o llenan las copas con costosos licores a los privilegiados que acuden a las mesas de restaurantes y hoteles de lujo, no tienen asegurado el alimento diario para los hijos y viven en zonas inseguras y lúgubres. De acuerdo con las estadísticas oficiales, más del 70% de su ingreso es destinado por las familias bajacalifornianas para solventar su alimentación, transporte y vivienda, el dato empeora cuando se trata solo de las familias más humildes; en los últimos cinco años, tuvieron que incrementar en más de 70% el gasto para salud, como resultado no de la pandemia, sino principalmente del abandono oficial de las instituciones de salud pública, al mismo tiempo que tuvieron que disminuir en casi 40% su gasto en vestimenta, en 39% el dinero destinado a la educación de sus hijos, incluso en 2% lo gastado en alimentación. Por ello es que, con todo y programas de transferencias monetarias y maquillajes estadísticos, los datos oficiales no pueden ocultar que casi 7 de cada 10 bajacalifornianos viven en algún grado de pobreza y carecen de seguridad social, acceso a los servicios de salud y rezago educativo. Todo ello agravado, por si algo faltaba, por la sombra sangrienta de la inseguridad que nos envuelve y amenaza.
A veinte años de haberse fundado el primer grupo antorchista en la colonia Planicie de Tijuana, donde hoy se levanta fuerte y esplendoroso el edificio de la Secundaria Luis Córdova Reyes, el antorchismo de la Baja -como se acostumbra decir por estas tierras- se manifiesta consciente de las terribles condiciones en las que trabajan y viven las clases trabajadoras del campo y de la ciudad y, por tanto, plenamente convencido de la justeza y necesidad de un proyecto político social que logre los cambios estructurales, precisos para que ya no se reproduzcan estas relaciones de propiedad y de producción, generadoras de explotación y desigualdad; por esta razón reiteramos nuestra lealtad y compromiso con el único proyecto que se ha propuesto encabezar la lucha por un cambio en el modelo de desarrollo político, social y económico nacional, que no es otro que el que inició y encabeza el Ing. Aquiles Córdova Morán, nuestro querido Maestro. Maestra Hersilia Córdova, le ruego haga llegar hasta Tecomatlán, la cuna del antorchismo, al Maestro Aquiles, el compromiso del destacamento bajacaliforniano de nuestra Organización de acelerar el paso en la consolidación de la fuerza necesaria para lograr nuestros objetivos, verdaderamente transformadores.
Así como a Baja California la han levantado en medio de desiertos y peñascos las manos trabajadoras llegadas de diferentes latitudes, así como los campesinos que encabezó el michoacano Hipólito Rentería lograron rescatar las tierras agrícolas en poder de extranjeros, sabremos lograr una nueva hazaña para bien de las nuevas generaciones. Como lo escribió Alfredo Le Pera en su inmortal tango, “veinte años no es nada”, apenas estamos calentando el brazo como los buenos pitchers, porque nuestra lucha seguirá el tiempo que sea necesario y ¡ANTORCHA, CON EL PUEBLO, TRIUNFARÁ!
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