Se vuelve un tema inevitable hablar sobre la pandemia de covid-19, cuando la gente conocida te cuenta el sufrimiento que padece, desde la falta de medicamentos en los centros de salud, y la angustia de no tener dinero para surtir la receta recomendada; el aislamiento necesario a la que es sometido; la falta de un oxímetro, un aparato básico para comprobar la saturación de oxígeno en la sangre, prueba conocida también como gasometria arterial.
Cuando respiramos, nuestros pulmones inhalan oxígeno y exhalan dióxido de carbono. El desequilibrio entre los niveles de oxígeno y dióxido de carbono en la sangre puede ser un signo de que los pulmones no están funcionando bien. Esta vigilancia permite solicitar ayuda inmediata al hospital cercano cuando se agrava la respiración, ya que muchos decesos, demaciados diría yo, se han confirmado por falta de una atención vigilada apropiadamente, la mayoría de las veces se atiende el enfermo en su domicilio particular, y así el convaleciente no se atiende nunca con los cuidados médicos correctos por desconocimiento o por falta de recursos económicos, la mayoría de las veces.
Los datos oficiales de infectados y muertos por la pandemia de la covid-19, nos muestran la gravedad en qué se encuentra la salud mundial; sin embargo, investigadores serios estudiosos de la salud social, indican un mayor número de muertes, es decir, mucho más alarmante que los datos oficiales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa hasta el día de hoy un total de 9 millones 764 mil muertos, mientras la secretaria de Salud federal en México reporta un total, hasta este día, de 243 mil 733 fallecidos. La misma Secretaría de Colima, registra el día de hoy 6 de agosto, un total de 386 nuevos casos y 9 defunciones, acumulando un total de 16 mil 846 casos confirmados y 1,404 decesos; mientras el municipio de Tecomán registra 176 muertos. Cómo observamos, esta tercera ola del covid-19 es más letal.
Esta variante del virus, Delta, es aún mucho más agresiva, contagiosa y mortal, y es en los jóvenes donde ésta se agrava por arraigarse la idea de que son menos propensos a infectarse; sin embargo, la realidad se impone, y es ahí donde se registra los altos contagios. Han sido muy acertado los llamados y las manifestaciones estudiantiles de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR), y creo que es la única organización estudiantil que, a nivel nacional, se a pronunciado en favor de todos los estudiantes. No al regreso a clases presenciales, sin antes estar vacunados el 70% de la población mexicana.
El líder de la Coparmex, José Medina Mora, recordó que, entre abril de 2020 y junio de 2021, en el país han fallecido 569 menores de 18 años por el Covid-19, basado en datos de la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes. Pero hay más. Según datos del Inegi, el covid-19 se encuentra entre las principales causas de muerte de los 0 a los 14 años de edad, y alertó que la variante Delta es doblemente más transmisible que el virus original, está atacando más a los jóvenes y a los niños por ser población no vacunada y estar expuestos a una mayor movilidad.
En está semana, padres de familia preocupados, hicieron un llamado través de las redes sociales a las autoridades federales con el hashtag #VacunasParaEstudiates, por forzar al regreso a clases antes de que se apliquen las vacunas contra la covid-19 a menores de edad previo al regreso a clases presenciales.
Esto, después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador, confirmara que el regreso clases presenciales será el próximo 30 de agosto, pese al color rojo del semáforo Epidemiológico en al menos siete entidades. Llueve, truene o relampaguee.
Días pasados, me compartía por watsap su sentir la sra. Perla, enferma del Covid-19: “siento con mucha tristeza y aislada, sola, a nadie puedo ver, pareciera que no tengo amigos o familiares.
Otra señora, con profundo dolor por la muerte de un hijo, decia: “a mi hijo me lo mataron. Otra más dijo: “el esposo de mi hermana fue al hospital por unas anginas de pecho; llegando le atendieron y le diagnosticaron la covid-19. Entre cuchicheos escuchó el enfermo a los doctores que habrían de entubarlo; pero, en el ir y venir del personal de salud, decidió salir corriendo del hospital como alma que lleva el díablo, llegando a su casa en bata, encerrándose en su cuarto a piedra y lodo, y pidiéndo a su familia negar su llegada a casa, tal como sucedió. Cuando los doctores llegaron y preguntaron por él, la sra. dijo que había ingresado en el hospital por covid-19 y cuestionó que por qué lo buscaban en su casa. Una semana después llegaron nuevamente personal de salud al domicilio de aquel enfermo, pero ahora para entregar a la familia las cenizas del difunto. Sirvan las experiencias de los que han sufrido en carne propia la covid-19, para aprender en cabeza ajena.
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