Desempleo, hacinamiento de familias, desplome económico, pobreza, pobreza extrema, entre otros muchos son los males que hoy distinguen a Quintana Roo, ocupando desafortunadamente los primeros lugares a nivel nacional, en la que también se destaca la falta de acción de los tres órdenes de gobierno para frenarlos y en apoyo a las familias más necesitadas.
Hoy más que nunca, ante el gris panorama que se pinta en el estado de Quintana Roo, es vital que tanto el Gobierno estatal y federal se pongan a la altura que las circunstancias exigen y emprendan para bien de toda la ciudadanía dejando a un lado los distingos partidistas, para que implementen programas y acciones cuya finalidad sea contrarrestar los efectos negativos del mal económico que ha dejado la pandemia de la covid-19.
Ante este desalentador panorama se hace un atento y respetuoso llamado al gobernador Carlos Joaquín González, para que se convenza que en el estado existe muchas carencias y desigualdad, y delegue a la brevedad posible que todas las dependencias gubernamentales, en su ámbito de competencia, atiendan y resuelvan las demandas que los antorchistas han venido planteando desde hace dos años y que el mandatario estatal se comprometió a darle puntual solución.
El pueblo está severamente golpeado por la crisis económica –por lo mismo está desgastado, sin dinero— y por la pandemia de la covid-19, es una triste realidad que no hay el recurso para alimentar, como se debe, a los seres queridos, no hay siquiera para comprar el paracetamol para aliviar, como es recomendación médica, los primeros síntomas de la desbastadora enfermedad.
Por eso el gobernador debe iniciar desde la titularidad del Poder Ejecutivo y desde la Secretaría de Gobierno, acciones encaminadas a prestar con urgencia ayuda al pueblo que lo llevó al poder político. Para nadie es un secreto las grandes necesidades que tienen las familias en Quintana Roo, la extrema pobreza que se vive en el medio rural, en las colonias de la periferia de la capital del estado y en los municipios, donde desde hace más de un año las familias han pedido ayuda, principalmente alimentaria, y que no ha llegado.
Más de 35 mil de esas familias no ocultaron su beneplácito cuando se enteraron que el gobernador Carlos Joaquín González, tras dialogar con la dirigencia del Movimiento Antorchita, ofreció que a la brevedad posible les entregarían despensas alimentarias y ayudarlos a sobrellevar el confinamiento al que las autoridades les sometieron. Sin embargo, el tiempo pasó y la ayuda prometida no ha llegado. Se ignoran los motivos de ese incumplimiento, puesto que el mandatario en varias ocasiones, en reunión con la dirigencia antorchista, ante los propios ciudadanos, manifestó su intención, su voluntad de contribuir para ayudar a las miles de familias que claman ayuda.
Un buen gobernante delega responsabilidades, quizá en uno de esos eslabones, en uno de esos engranes quedó atorada la orden y por ende la voluntad de emprender la acciones acordadas, es cuestión de revisarlo y encaminarlas de nuevo. Los campesinos están a la espera de insumos para el campo, fertilizantes, granos y otros que les ofrecieron para poder hacer producir con cuantía la tierra; no tienen para sembrar y enfrentan graves dificultades para hacerse de recursos y llevar el alimento a sus familias. Para ellos urge la ayuda prometida.
Ése es el panorama de lo que se padece en Quintana Roo. El Gobierno del estado y de los municipios debe responderle al pueblo, a ese que les otorgó la confianza de su voto para gobernarlos.
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