MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Unión y violencia

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Ante los hechos violentos inéditos que está sufriendo el estado de Colima en los últimos tiempos, la palabra “unión”, se está volviendo elemento infaltable en los discursos de casi todos los personajes que quieren referirse al tema, como si la súbita invocación de este importante término, fuera suficiente para conjurar la terrible ola de violencia que hoy nos mantiene a todos en constante zozobra.

“Piden diputados unidad ante la ola de violencia”; así publicaron hace unos días casi todos los medios locales. Y luego, al momento que señalaron que por fin cesaron las muy conocidas y bochornosas confrontaciones en la tribuna del Congreso, difundieron también la esencia de la nota: “Legisladores de todas las bancadas señalaron que es tiempo de unirse para enfrentar la complicada situación del estado”. Casi al mismo tiempo, pero en su propio recinto oficial, la Gobernadora también dijo lo suyo: “Pide gobernadora unidad ante hechos violentos”, dicen que así se pronunció la mandataria a través de un video que difundió, cuando se reunía con el titular de la Secretaría de Marina.

Por obvio de espacio no citaré más ejemplos de lo que ya referí arriba. Pero, por tratarse de las opiniones de los personajes más encumbrados en el poder formal del Estado, creo que con estos ejemplos nos basta para despejar la duda de mi afirmación.

Ateniéndonos al plano de las generalidades del discurso, no hay duda. Sí, yo también considero que es momento de la unidad. Mal haría si no lo dijera. Pero el problema es el siguiente: ¿la unidad con quién, o con quienes? Porque, no olvidemos que los grupos de la delincuencia que hoy se enfrentan en tan sangrienta batalla, lo hacen también con mucha unidad entre ellos, dado que operan con una estructura organizada tal, que los resultados de sus acciones son más que evidentes. 

Por tanto, aquí lo más importante ahora es aclarar bien los siguiente: (repito mi pregunta) ¿unidad con quienes? Pero, además, ¿por qué ahora, y no antes, “es tiempo de unirse”, como dicen los diputados? ¿Acaso es necesario que la violencia exacerbada y la muerte, cual mortales mensajeros fortuitos, vengan ahora a decirnos qué tan desunidos hemos vivido los colimenses? Pero hay algo más importante aún: unirse, ¿para qué? Porque, yo puedo suponer que la “unidad” a la que llaman, es para combatir esta ola de violencia que hoy nos consume. ¿Y después? Afirmar que antes de esta ola violenta ya estábamos mejor, suponiendo que alguien tenga el atrevimiento de decirlo, me parecería ésta una locura muy loca.        

Yo afirmo aquí algo que ya he dicho en otros trabajos, y hoy sólo lo repito: el mal que representa la violencia en general, no es sino consecuencia de un mal aún mayor, es decir, de la pobreza y de la pobreza extrema. No cabe duda que los hombres y las mujeres que hoy delinquen mortalmente de manera violenta, sin descartar la maldad, que ya es casi inherente al ser humano moderno víctima de los sentimientos del modelo capitalista de producción, lo hacen así porque quieren tener para ellos o los suyos, lo que de manera lícita no pueden tener casi de ninguna otra forma. Es por esto que creo yo, que, frenar de manera seria y responsable el aumento desmedido de la pobreza que hoy sufrimos, es, frenar en gran medida, el aumento súbito de la violencia generalizada que padecemos por todo el país. 

Ayer leí en los medios de circulación local, una nota que afirma que diversos sectores manifestaron su respaldo a la Gobernadora. “No estás sola”; así le dijeron en uno de los desplegados que se hicieron circular, refiriéndose seguramente a la responsabilidad que sin duda tiene la mandataria en el tema de la violencia que hoy nos ocupa. Y es muy cierto. No está sola. No puede estar sola cuando tiene tras de sí casi a todo el aparato militar del país. Incluso celebro que no esté sola. Pero el verdadero problema lo tienen casi todo el resto de los colimenses, donde, muchos de ellos, dígase lo que se diga, sí que están enfrentando solos las consecuencias de la violencia.

Uno pudiera pensar entonces, que, la “unidad” a la cual llaman tan sensiblemente los señores y señoras diputadas del Congreso, es sólo con la Gobernadora, y, aunque esto no está nada mal, creo que la verdadera unión que en verdad se necesita en estos momentos, es con todo el pueblo, sobre todo con aquel que tiene que salir todos los días a ganarse el sustento diario para él y para los suyos.

Es por esto que yo considero, que el verdadero combate a la violencia se debe dar también, precisamente ahí en el origen mismo, es decir, ahí donde se nutre principalmente el crimen organizado, o sea, entre las familias más pobres del Estado.

Por eso es que digo hoy, que la verdadera unión que se necesita en estos momentos, es con todo el pueblo, y como ya dije, con el pueblo trabajador. Pero la unión que el pueblo colimense necesita ahora, no es sólo la “unión” del discurso hecho a modo, sino la de la “unión como acción”, tal como lo dice alguna de sus definiciones ya conocidas.

De nada nos sirve, por un lado, la “unión” para meter a la cárcel, en el mejor de los casos, a los cientos de delincuentes que hoy nos roban la calma y la seguridad, cuando, por el otro, la pobreza permite al crimen organizado reclutar por miles entre los jóvenes más pobres, a los elementos caídos en sus fatídicas batallas.

Si la “unión” que pregonan las autoridades es legítima y sincera, y es al pueblo colimense al que se le dirige tan importante llamado, entonces que comiencen por atender y resolver la falta de empleo, de salarios suficientes, de vivienda popular, de educación, de salud, de recreación, y muchos, pero muchísimos etcéteras más que lastiman a los colimenses. Cargar con las consecuencias de la violencia desbordada, cuando se tiene que cargar además con la zozobra de intentar sobrevivir en medio de la pobreza, sí que es una tragedia muy lamentable. Los colimenses más desamparados, son los que necesitan hoy de la verdadera unión de todos, pero para mejorar sus condiciones de vida. Esta es la unión, precisamente, a la cual llamamos los Antorchistas en estos aciagos momentos.           

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