Sabido es que las zonas rurales son las aportadoras de alimentos, de mano de obra y la barrera contra el calentamiento global, pero en el querido México que nos tocó vivir, las políticas públicas hacen nada o muy poco para recompensar todo lo que aportan.
Al gobierno sólo le interesan los votos que se pueden obtener con propaganda política que engaña a las familias rurales que están en la marginación y la pobreza, al grado de encontrarse en situación de quiebra ante los altos precios de los insumos que vuelven improductivas las parcelas.
Cualquier ciudadano que sale de la ciudad, podrá ver que hay tierras sin siembra y muchas inmobiliarias ofrecen lotes para vivienda a altos precios.
Hay quienes, inocentemente, creen que los productores de maíz, que representan a pequeñas unidades de producción campesina, están beneficiándose del incremento de los precios de algunos alimentos como la tortilla, los limones, el jitomate, pero no es así porque ellos son víctimas del injusto intermediarismo que les paga precios ridículos por sus cosechas y las revende al consumidor final en elevados precios.
Mientras la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) persigue a la sopa Maruchan, los intermediarios amasan grandes fortunas al abusar tanto de productores como de consumidores.
En el caso de la tortilla, por ejemplo, quien se enriquece es Grupo Maseca o MINSA, mientras el campesino carece de capital para comprar su fertilizante y, por tanto, sus rendimientos son muy bajos, esas grandes empresas importan maíz del extranjero.
A pesar de que los precios internacionales de maíz se incrementaron un 25 por ciento, en México no se apoyó a las unidades de producción campesina, y como consecuencia de ello hay un desabasto en el país.
El gobierno no es ingenuo y seguramente algún funcionario está haciendo fortuna de la necesidad de los mexicanos. Se niega el apoyo al campesino; el campesino no puede comprar fertilizante y su cosecha se ve diezmada, y para compensarla baja producción la SADER autorizo la importación de maíz del extranjero.
Resulta increíble que el gobierno prefiera proteger a los grandes industriales de la tortilla (GRUMA y MINSA) que son inmensamente ricos, que compre maíz en el extranjero, a pesar del pronóstico de que el precio internacional del maíz seguirá al alza, primero por la pandemia y ahora por el conflicto de Ucrania.
Más curioso es que los países productores de maíz incrementaron la superficie sembrada, implementaron tecnología de punta y subsidios, pero en México es al revés.
El gobierno de la 4T, en lugar de definir una política clara de apoyo al campo, está provocando la quiebra de miles de unidades de producción campesina, que al no contar con subsidio no sembraron y, por tanto, se tendrá que buscar el grano en el extranjero, más caro, y los precios de la tortilla subirán a niveles históricos.
Como lo puede entender usted, amable lector, la política de desarrollo económico de Morena incluye la quiebra de las unidades de producción campesina, afectando no sólo a las familias campesinas del campo, sino también a los millones de familias de trabajadores que consumirán alimentos más caros, que enriquecerán a los ya de por sí ricos empresarios.
Sin duda, el escenario es trágico, el gobierno de Morena hace más ricos a los empresarios y más pobres a los campesinos y trabajadores de México. La única salida es organizarnos para protegernos de un gobierno criminal e insensible a la miseria.
Seguramente, por eso Antorcha Campesina es calumniada desde Palacio Nacional, porque es la única organización que le está haciendo frente a la política neoliberal de la Cuarta Transformación. El único camino que les queda a los pequeños campesinos para salir a flote es organizarse para sobrevivir a la estrategia aniquiladora del gobierno de Morena.
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