Recientemente el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) presentó su informe de medición de la pobreza 2022, en el que se afirmaba una reducción de la población en situación de pobreza en el país.
Veamos los resultados de este informe para Michoacán en el periodo de 2018 a 2022: supuestamente, menos de la mitad de los michoacanos (el 41.7
% de la población, 11º lugar nacional) está en situación de pobreza; la pobreza se redujo en 4.5 puntos porcentuales (o un 10 % menos), lo que supondría también, siguiendo la tendencia de 1.1 puntos porcentuales (pp) menos por año, que al término de este sexenio se tendría en Michoacán el 39.4 % de población pobre, y en sólo siete años más, una tercera parte de los michoacanos será pobre.
Sin embargo, de acuerdo con el economista e investigador Julio Boltvinik, experto analista de la pobreza en México, el Coneval esconde la verdadera cifra de la pobreza al segregar la población en términos como “población vulnerable por carencias sociales” y “población vulnerable por ingresos”.
De acuerdo con Boltvinik, al resultado que presentan como “población pobre”, debe sumársele la “población vulnerable” (tanto de ingresos como de carencias). Así pues, para Michoacán, al 41.7 % de población pobre, debemos sumarle el 36.3 % de población vulnerable por carencias sociales y el 4.6 % de población vulnerable por ingresos, dándonos como resultado el 82.7 % de la población michoacana.
Coneval esconde la verdadera cifra de la pobreza al segregar la población en términos como “población vulnerable por carencias sociales” y “población vulnerable por ingresos”.
El engaño está, dice Boltvinik, en el método usado por el Coneval para medir la pobreza pues, en aquel, se relacionan únicamente dos variables: la población con al menos una carencia social (78.1 % en el caso de Michoacán) y la población con ingreso inferior a la línea de pobreza por ingresos (46.4 % en el caso de Michoacán), siendo la intersección de ambas, la población que cumple con una y otra variable, a la que llama “población pobre”.
Si a la suma de ambas variables (78.1 % más 46.4 % en el caso de Michoacán) se le resta esta intersección (41.7 % en el caso de Michoacán), obtendremos el 82.7 % antes mencionado; una cifra más apegada a nuestra realidad. Considerando el mismo ejercicio para las cifras de 2018, la población pobre de Michoacán habría disminuido en tan sólo 1.7 pp, del 84.4 % al 82.7 %. A ese ritmo tendrían que transcurrir 95 años para alcanzar el porcentaje de pobreza que Coneval señala actualmente.
Pero no es todo, aquí brevemente algunos tétricos indicadores que el mismo Coneval nos presenta: el rezago educativo aumentó en 1.9 pp siendo ahora el 28.9 % de la población (sosteniéndose en el 3er lugar nacional); la población con carencia por acceso a la salud aumentó en 30 pp alcanzando ahora al 51 % de la población (4º lugar a nivel nacional); la población con carencia por acceso a la seguridad social, si bien disminuyó en 4.2 pp, la sigue padeciendo más de la mitad de la población (62.8 %, sosteniéndose en el 6º lugar nacional); la población con carencia por acceso a los servicios básicos de la vivienda aumentó en 4.1 pp llegando al 21.8 % de la población (11º lugar nacional); la población con carencia por acceso a la alimentación nutritiva y de calidad, que aumentó en apenas 0.2 pp, llega ahora al 23 % de la población michoacana (pasando del 14º al 4º lugar nacional).
A toda una aparente izquierda que trata de simular bienestar, habría que preguntarle ahora; ¿Cuánto han aumentado las fortunas de los grandes consorcios de Michoacán?
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