Estamos en plenas fiestas patrias donde todos los mexicanos conmemoramos el grito de Dolores, del gran prócer de la independencia que fue Miguel Hidalgo y Costilla, quien en un acto de valentía y consecuencia con sus ideas progresistas, fruto de un estudio serio de los pensadores de la ilustración francesa, mostró a los mexicanos el camino para su redención, el comienzo de una larga jornada independentista que terminó formalmente 11 años después con el acuerdo entre Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide. Para entonces ya habían ofrendado su vida los más destacados héroes de la independencia, entre ellos figuraban Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama, los hermanos Galeana pero también el pueblo llano puso la mayor parte de la cuota de sangre en aquella guerra contra el imperio español. Al final se consiguió la tan anhelada independencia de España pero vino después la lucha interna entre liberales y conservadores por la dirección del país, y todavía en los años sesenta del siglo XIX hubo el intento conservador por imponer un emperador con Maximiliano de Habsburgo, cuyo fin fue el cerro de las Campanas en Querétaro, fusilado junto con Miramón y Mejía por traidores a la patria.
Sirva esto de preámbulo para lo que hoy quiero tratar en este espacio. El problema de la educación en nuestro país no es solo de calidad sino también de que miles de jóvenes no tienen acceso sobre todo a la educación media y superior por cuestiones económicas, falta de espacios educativos, etc. En este sentido, desde hace más de cuatro años un grupo de maestros, estudiantes y padres de familia iniciamos la lucha por la fundación de una preparatoria en el municipio de Emiliano Zapata. Son ya dos generaciones que han egresado y aún nos encontramos con la cerrazón del gobierno estatal y municipal para otorgar un terreno donde establecer la institución, requisito que pone la Secretaría de Educación para poder reconocer la escuela. A pesar de ello, la matrícula ha ido creciendo y en los últimos dos años contamos ya con dos grupos de nuevo ingreso, pero los obstáculos oficiales siguen en pie, aun cuando la demanda educativa está plenamente justificada y no hay escuelas suficientes en la zona. La próxima semana estaremos asistiendo a una comisión en palacio de gobierno para insistir en nuestra petición y en los compromisos que ha hecho el gobierno del estado para resolver el problema.
Sobra decir que no auguramos una pronta solución y es casi seguro que los funcionarios presentarán nuevas maniobras para no dar respuesta a nuestra legítima demanda educativa. Sin embargo, la juventud nos alienta, la energía y disposición de los jóvenes por salir adelante nos impulsa a no desfallecer, pues no solo nos asiste la razón, tantas veces manifiesta, sino también confiamos en la fuerza política que ha adquirido el Movimiento Antorchista, con todo ello estamos convencidos en conseguir el objetivo, más temprano que tarde. Y en el último de los casos, sin conceder y parafraseando a Trotski, si no ganamos la demanda de la preparatoria cuando menos ganaremos a la juventud para la gran causa que es una patria más justa, soberana y democrática para todos los mexicanos. A esto precisamente le temen las mentes cortas de espíritu, pues piensan que al dar la clave de la escuela es conceder un derecho que solo la clase política puede manejar a su antojo: la educación de las nuevas generaciones.
Finalmente, la educación es un derecho de todos los mexicanos y una obligación del estado brindarla hasta el nivel medio superior, por lo que hacemos votos para que ahora sí haya congruencia en la respuesta oficial, y si no, el camino para quienes estamos por una educación humanista y de calidad ya está trazado: la lucha, la denuncia de una injusticia contra la juventud (luego por qué se sorprenden de que hay millones de ninis, fácil presa de la delincuencia), cuando deberían apoyarla sin trámite, máxime cuando se dicen adalides de las grandes causas del pueblo.
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