De acuerdo a la opinión de expertos economistas y de algunos organismos nacionales e internacionales (CONEVAL, OXFAM) quienes se encargan de analizar la situación social, económica y política del país y del mundo, la crisis económica que nos aqueja en pleno siglo XXI no tiene en lo más mínimo una idea clara de cómo salir de esta situación tan desigual, en la que día a día se debaten entre la vida y la muerte millones de seres humanos, por el contrario, señalan que esta situación tan crítica pone en serios problemas al sistema mundial y concluyen que urge un cambio de modelo económico de las bases de la sociedad. Ciertamente, ante una situación económica tan grave, varios fenómenos sociales se empiezan a palpar en el seno de la población humana.
Oaxaca, cuenta con 570 municipios y es uno de los estados con más dispersión geográfica; según datos del CONEVAL, su extensión es de 93,758 km2, ocupa el 4.8% del territorio nacional, su población es de 3,801,962 habitantes, el 3.4% del total del país, la distribución de su población es del 78% en zonas rurales y el 22% urbana, es decir, la concentración de su población se encuentra sobre todo en el campo oaxaqueño; los sectores económicos que más aportan al Producto Interno Bruto (PIB) del estado, son las industrias manufactureras, destacan la producción de los derivados del petróleo y del carbón, industrias petroquímicas, de plástico y de hule, las industrias azucareras y algunas otras en menor escala, las cuales suman casi el 1.5% de PIB. Esto quiere decir, que podemos ser un estado modelo en la implementación de nuevas formas de desarrollo en pro de una vida mejor.
Desafortunadamente al analizar la otra cara de la moneda, de la situación real en la que vive el pueblo oaxaqueño, nos damos cuenta de las inconsistencias que se presentan en varios aspectos sociales, esto quiere decir, que la realidad se torna bastante complicada. Y como muestra de ello, con la finalidad de tener una visión clara, doy algunos datos relevantes que pudieran sustentar lo que se viene señalando. Por ejemplo, según datos de la CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) el 61.9% de la población vive en pobreza, el 23.3% vive en pobreza extrema, esto demuestra nuevamente una nula distribución de la riqueza que se produce en nuestro mercado interno, en el sector estudiantil el 30% de los estudiantes no tienen acceso a la educación "publica", es decir que no cuentan con los recursos económicos para garantizar lo establecido en el artículo 3 de la carta magna, una "educación laica y gratuita", el 20.9% no tiene acceso a servicios de salud llegando al grado de que la gente se muere de insalubridad y en algunos momentos a fuera de los hospitales por falta de atención a la gente pobre, el 75.7% a la seguridad social, el 58% acceso a servicios de vivienda y el 31.7% acceso a la alimentación. Como podemos apreciar, las clases vulnerables no tienen acceso a muchos servicios sociales que por ley tendrían que recibir por parte de las instituciones del estado.
Ante tal panorama deberíamos mínimamente cuestionar; ¿Por qué se da tal situación de pobreza en un estado tan emblemático para la sociedad mexicana? ¿Quiénes son los causantes de tan bestial atropello a las garantías constitucionales de los mexicanos y en este caso de los oaxaqueños? O ¿Acaso, quiénes menos deberían de disfrutar de bienestar social, es el pueblo pobre que genera toda la riqueza que se produce? Las respuestas a dichas interrogantes, requieren de una lógica sencilla pero rigurosa, dado que esta situación se origina precisamente por la inmensa concentración de los medios de producción y de la producción de bienes materiales y espirituales que la sociedad demanda, y es que ante el problema social son los "dueños" de dichos medios los causantes de tan terrible marginación, ya que ante su ambición de plusvalía, se olvidan de las clases pobres, aun cuando son estos últimos los que debieran en primer lugar de gozar de todo lo que se produce por ellos producen la riqueza nacional.
En conclusión, la situación de pobreza en el estado de Oaxaca, se manifiesta de una manera tal que la gente pobre requiere de una visión más clara para resolver los problemas lacerantes que los aqueja. Por ello, urge un cambio de modelo económico; donde la gente pobre tenga acceso a un buen empleo, a un empleo donde se le remunere de acuerdo al valor de su trabajo, en un estado donde se aplique una reforma fiscal acorde a la situación de las personas, donde el que pague más impuestos sea el que más bienes tenga y, finalmente, que el gasto público se reoriente, inyectándose recursos en los servicios básicos de las clases que más lo necesitan. Si cumplimos con estas cuatro estrategias políticas, un cambio estructural de la sociedad no depara.
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