Después de que el gobierno llamado de la Cuarta Transformación emanado de los reductos del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) pretende desestabilizar y hundir a la Universidad Autónoma de Coahuila mediante el uso de sucias artimañas y contando con esquiroles a su servicio, familias coahuilenses consideran que todos unidos deben salir en defensa de su máxima casa de estudios, que es orgullo de esta tierra.
Es decir, se debe cerrar el paso a los ataques infundados que se han esgrimido mediante la mentira tratando de desprestigiar el avance que se ha tenido en la UAdeC desde que funge como rector Salvador Hernández Vélez.
Dichos detractores de la universidad propiedad de los coahuilenses deberían sentirse avergonzados de contribuir a ese malsano objetivo de los morenistas en el poder, que buscan afanosamente dejar sin universidades públicas a los mexicanos para abrirle paso a las universidades creadas por la 4T, que valga la pena decirlo, son sumamente deficientes.
Los enemigos de los coahuilenses que viven en estas tierras y reciben las bondades del actual gobierno y que lo mismo se han visto beneficiados con la existencia de la UAdeC, deberían darse de golpes en la pared por su alta traición y recapacitar, porque han lanzado acusaciones en contra de uno de los sellos coahuilenses más importantes, y que le ha permitido al estado ser ejemplo a nivel nacional de que cuando se trabaja en la unidad nada puede destruirlo.
Esos enemigos de la UAdeC hablan de que hay malos manejos en los recursos universitarios, cuando la transparencia en ese sentido está más que confirmada en manos del tesorero, Jorge Alanís Canales, quien a pesar del arrebato de recursos millonarios por parte de la federación morenista, ha realizado verdaderos milagros para continuar efectuando tareas que redundan en beneficio de los universitarios.
En Coahuila se deben cerrar filas para combatir esos caprichos presidenciales de querer dejarnos sin nuestra sagrada universidad, la que comulga, vive y ayuda con la mano del pueblo.
Seguirle el juego a López Obrador en su pretensión de primero mutilar la economía de las universidades públicas del país, y después mandarlas a la fregada con el garlito de que hay corrupción, es remar en contra de todo avance, de todo progreso en nuestros pueblos y condenar a la nación a retroceder en el aspecto educativo tal como ya se está viendo en muchos rincones de nuestra sufrida pero aguantadora patria mexicana.
Es de vergüenza sobrada que haya coahuilenses que se sumen al capricho de la 4T manipulados por un Gobierno federal insensible que a toda costa pretende frenar la legítima aspiración de los universitarios por acceder a mejores niveles de vida.
En Coahuila se deben cerrar filas para combatir esos caprichos presidenciales de querer dejarnos sin nuestra sagrada universidad, la que comulga, vive y ayuda con la mano del pueblo.
Por ello es que así como se ha cerrado un cerco en el estado para no permitir que se adentren grupos que vengan a desestabilizar la buena marcha de Coahuila, la voz de las familias coahuilenses llamando a la unidad para defender a la UAdeC debe reconocerse como sumamente importante.
Porque no concibo a un Coahuila sin la UAdeC. Ustedes amables lectores ¿qué opinan?
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